Querer
Desde mi expuesta condición de ciudadano, me gustaría ser presidente de Gobierno. Es una ilusión atractiva defender la sanidad pública, la educación pública, subir el salario mínimo y las pensiones...
Son cosas del querer. Cuando se acusa a un político de querer ser presidente de Gobierno me parece que se ofende a la política y la democracia. Lo normal es que un político quiera ser presidente de Gobierno. Ahora que tanto se discute, se increpa, se alarma, creo oportuno confesarlo: también a mí, desde mi expuesta condición de ciudadano, me gustaría ser presidente de Gobierno. Y matizo que no me gustaría mucho, mucho, porque sé el latazo que supone un cargo en el que ...
Son cosas del querer. Cuando se acusa a un político de querer ser presidente de Gobierno me parece que se ofende a la política y la democracia. Lo normal es que un político quiera ser presidente de Gobierno. Ahora que tanto se discute, se increpa, se alarma, creo oportuno confesarlo: también a mí, desde mi expuesta condición de ciudadano, me gustaría ser presidente de Gobierno. Y matizo que no me gustaría mucho, mucho, porque sé el latazo que supone un cargo en el que se gana bastante menos que el director de una empresa mediana y, sin embargo, lleva uno en los hombros a todo un país, sin tiempo para respirar y obligado a vivir de susto en susto, a morderse la lengua y a la impotencia de no hacer algunas cosas que te gustaría hacer.
Pero otras cosas sí pueden hacerse. Es una ilusión atractiva defender la sanidad pública, la educación pública, subir el salario mínimo y las pensiones, establecer condiciones laborales decentes y propiciar una fiscalidad en la que los ricos demuestren su patriotismo y su fe en la unidad de España a través de un pago proporcionado de impuestos. También es atractiva la posibilidad de favorecer la convivencia y de apagar los fuegos que otros han encendido al utilizar ruidosas banderas para desviar la atención de sus corrupciones. Se trata de no llevar la política más allá de las leyes, evitando que la política desaparezca bajo una egoísta y controlada judicialización de los debates.
Pero confieso que la razón fundamental para querer ser presidente de Gobierno es que hay otros que quieren serlo para acabar con la sanidad pública, la educación pública, las condiciones laborales decentes, los salarios y las pensiones dignas y el pago proporcionado de impuestos. Es su negocio. Así que confieso mis razones egoístas para querer ser presidente de Gobierno. Me gustaría que los españoles viviésemos en un país decoroso.