El día que salvé una vida
Los lectores escriben sobre la necesidad de saber hacer la ‘maniobra de Heimlich’, las tareas del nuevo Gobierno, las apelaciones a falsos problemas mentales y sobre el mal uso de los carriles bici
Trabajaba de camarera en un restaurante. De pronto, oí gritos: “¡Un médico!”. Salí de la barra corriendo y me encontré con una mujer joven con cianosis, su cara estaba azul, no dude ni un segundo: maniobra de Heimlich. Tras cinco intentos, el trozo de comida que le había obstruido la tráquea salió, lo sentí porque ella ya no era un peso muerto en mis brazos, movió su cuerpo hacia delante y en segundos ya podía volver a respirar. En pleno shock, me dijo: “Gracias”. Salí del restaurante...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Trabajaba de camarera en un restaurante. De pronto, oí gritos: “¡Un médico!”. Salí de la barra corriendo y me encontré con una mujer joven con cianosis, su cara estaba azul, no dude ni un segundo: maniobra de Heimlich. Tras cinco intentos, el trozo de comida que le había obstruido la tráquea salió, lo sentí porque ella ya no era un peso muerto en mis brazos, movió su cuerpo hacia delante y en segundos ya podía volver a respirar. En pleno shock, me dijo: “Gracias”. Salí del restaurante, la adrenalina corría por mis venas. No me podía creer que yo, una auxiliar de enfermería recién titulada podía haber puesto en práctica la teoría en la vida real, tuve la seguridad suficiente como para no dudar ni un segundo de que le iba a salvar la vida. El padre de la chica salió a la calle, me abrazó y me dio las gracias. Recuerdo decirle que esta maniobra de primeros auxilios salva vidas y que en internet había tutoriales. Me quedé en la esquina de la plaza tomando el aire y pensando que mi cuñada, profesora de instituto, me había dicho días atrás que le habían denegado la propuesta para dar unas clases de primeros auxilios a sus alumnos.
Ana Fernández Ortiz. Badajoz
El que pueda hacer, que haga
El que pueda presionar al nuevo Gobierno para que promueva una disminución del precio de los alimentos, que lo haga. También para que cumpla con los preceptos de la Ley de Vivienda, y para que suba el Salario Mínimo Interprofesional. Y para que no se olvide de las personas dependientes ni de las niñas y niños víctimas de abuso. Quien pueda, que fuerce a tomar las medidas oportunas para enfrentar la emergencia climática. Y para continuar avanzando en la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. El que pueda hacer, que haga.
José Manuel Reyes Escobedo. Pegalajar (Jaén)
El tic patológico
Cuando faltan argumentos dialécticos para rebatir al adversario, la rabieta del mal perdedor le lleva a caer en el esperpento del insulto continuo, llegando al extremo de ridiculizar síntomas patológicos de la salud mental. No todo vale en política. Perder con dignidad es un mérito democrático y moral que deberían practicar los políticos de nuestra derecha. Nadie debe banalizar, y menos ridiculizar, la conducta de los que sufren una crisis o enfermedad mental que, desgraciadamente, en nuestro país recibe una atención psicológica muy deficitaria.
Víctor Calvo Luna. Valencia
Carriles bici o plazas de parking
Los relucientes carriles bici en Barcelona ofrecen una alternativa eficiente y sostenible para la movilidad urbana, pues priorizan el transporte en bicicleta. Es crucial comprender que su propósito principal es fomentar la ciclabilidad y no servir como espacios de estacionamiento para vehículos a motor, pues algunos conductores optan por utilizar los carriles bici como estacionamientos improvisados, impidiendo así la circulación segura de las bicicletas. Esta práctica no solo socava el propósito de los carriles bici, sino que también representa un riesgo significativo para los ciclistas y desalienta el uso de un medio de transporte más sostenible.
Gabriela Bencomo Arrufí. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)