Más que hartos

Que la casta lleve años dedicándose al politiqueo en lugar de a la política es apasionante, pero están sembrando desafección para la próxima década

Peter Finch, en 'Un mundo implacable' ('Network'), película de 1976 dirigida por Sidney Lumet.

En Network (Un mundo implacable, en España), el personaje principal es un presentador que pierde un día el oremus y se pone a soltar jeremiadas en directo. Se enciende tanto que acaba gritando y animando a gritar a la gente “estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo”. Me acordaba de él esta semana, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En Network (Un mundo implacable, en España), el personaje principal es un presentador que pierde un día el oremus y se pone a soltar jeremiadas en directo. Se enciende tanto que acaba gritando y animando a gritar a la gente “estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo”. Me acordaba de él esta semana, cuando me tocaba comentar la carta de Sánchez en la tele. La cuestión es compleja y puede analizarse desde muchos flancos; basta con ojear este diario o poner la tele para escuchar a compañeros reflexionando sobre si es un hombre enamorado o un estratega o si habrá dimisión o cuestión de confianza.

Por mi parte, tengo muchas dudas y alguna intuición que hace que, como al protagonista de Network, me lleven los demonios. Como la contradicción de una derecha que se dice defensora de la familia, pero luego se ríe de las hijas de Zapatero, acampa frente a la casa de Montero e Iglesias y filtra las ecografías de sus niños o se ceba con la mujer de Sánchez a sabiendas de que no hay caso. Enfrente tampoco tienen a las Hermanitas de la Caridad, sino a una izquierda que se dice comprometida con la salud mental, pero luego llama IDA a Ayuso o lincha a feministas al grito de TERF.

Me asquea que, cuando se trata de Sánchez, todos nos convirtamos de pronto en psiquiatras; he oído a compañeros llamarle psicópata con total impunidad. Me deja picueta que se hable ahora de guerra sucia desde los medios y de combate judicial, como si el Ejecutivo no hiciera su guerra y regara con dinero a medios afines, como si no nombrara jueces, tirara a discreción de decretos-ley o controlara la Fiscalía.

Pero, sobre todo, me asustan las palabras gruesas. El “No pasarán” de Patxi López, Ayuso hablando de las maneras chavistas del PSOE (¿que su jefe de Gabinete acose a periodistas es comunismo o libertad?), los defensores del presidente hiperventilando con el golpismo mediático y los detractores haciendo el ridículo hablando de gobierno ilegítimo. Me entristece una polarización de la que ahora es víctima Sánchez, pero en la que él y los suyos también han sido verdugos, y que se ha inoculado desde las élites políticas y mediáticas de todo signo al pueblo, de arriba a abajo. Por un puñado de votos, por un puñado de clics, por un poquito más de share, por unos cuantos seguidores en redes.

Me dan ganas de levantarme de la silla como el presentador loco cuando pienso en que el PSOE quiere vendernos que la disyuntiva es o con Sánchez o contra la democracia. Cuando pienso en que llevan años intentando hacernos creer que nuestros problemas son el fascismo y el comunismo y no el precio de la cesta de la compra y del alquiler, los tipos al 4% o que un señor que chochea a miles de kilómetros quiera llevar a nuestros jóvenes a la guerra.

Para los que nos dedicamos a escribir y a debatir la actualidad, para los analistas y los periodistas, que la casta lleve años dedicándose al politiqueo en lugar de a la política es apasionante. Nos da vidilla y, sobre todo, trabajo y dinero. Pero basta salir de nuestra burbuja para darnos cuenta de que están sembrando desafección para la próxima década, cuando no haciendo algo peor: los hunos, intentando hacerle creer a gente que no puede pagar el alquiler que su problema es el okupa socialcomunista de La Moncloa. Los hotros, pretendiendo que jóvenes que no se pueden permitir fundar una familia piensen que su preocupación ha de ser la del presidente. Que resulta que a los pobres les han puesto una denuncia ridícula unos señores que se querellaron contra Los Lunnis.

Sobre la firma

Más información

Archivado En