Lecciones de una cena de 1.248 euros con Houellebecq
Las redes cargan contra el jefe de Los Republicanos en la Asamblea Nacional por criticar el gasto público cuando se ha dado lujosas cenas a costa de los contribuyentes
Hace unos meses, Le Canard Enchaîné reveló que Laurent Wauquiez, jefe del grupo que reúne a Los Republicanos (LR) franceses en el Parlamento y presidente de la región Auvergne Rhône-Alpes entre 2016 y 2024, se había gastado dinero público en lujosas cenas en las que invitaba a personalidades locales en el marco, supuestamente, de un plan de comunicación destinado a promover el territorio. A estos pantagruélicos banquetes, cuyo coste solía elevarse a unos 1.000 euros por invitado, se sumaban las comidas que Wauquiez organizaba en París y que alcanzaron 77.180 euros en 2022 y 45.988 en 2023. Entre ellas dos cenas junto a Michel Houellebecq, la primera por un valor de 1.248 euros y la segunda por 900 en un local del pijísimo barrio de Saint-Germain des Prés, en las que espero que no hablaran de la desconexión entre pueblo y élites. Como a muchos franceses, recuerdo que la noticia me dejó atónita a pesar del largo historial de escándalos al que venía acostumbrándonos Wauquiez, desde un viaje a Japón pagado por la región a las sospechas de empleos ficticios en el seno de su gabinete. Pero aún más asombrada me quedé cuando, unas semanas después, leí que el recién nombrado primer ministro y compañero de partido de Wauquiez, Michel Barnier, pensó en él para salvar a Francia de una deuda de más de 10.000 millones de euros y un déficit en torno al 6% del PIB, ofreciéndole la cartera de ministro de Economía.
No sabemos si por decencia o por puro cálculo político, Wauquiez acabó rechazando el cargo. Cuando salió la información sobre sus gastos en cenas, dijo que nadie le había informado del coste de las mismas y se comprometió a reembolsar el montante para acabar con el escándalo. Pero a menos que lo imaginemos acudiendo a esos restaurantes de lujo con los ojos vendados, su justificación resultó ser muy poco convincente y algo cínica tratándose de un político que ha hecho de la lucha contra el supuesto despilfarro del Estado en ayudas sociales ―sobre todo si son destinadas a extranjeros― su caballo de batalla. Por ese motivo, cuando este miércoles, tras el discurso de política general de Barnier, Wauquiez arremetió desde la tribuna de la Asamblea contra el derroche de dinero público del Gobierno anterior, no fueron pocos los que le saltaron al cuello en las redes sociales. “No le gusta el despilfarro, prefiere el champán que fluye libremente a costa de los contribuyentes”; “Cuando habla de democracia, me pregunto si ofrecer comidas de más de 1.160 euros con dinero público es, en su opinión, una generosidad democrática justificada”, se podía leer en X, donde además circularon fotografías publicadas por el diario Mediapart en las que se evidenciaba el carácter eminentemente lujoso de unas cenas organizadas, en algunas ocasiones, en suntuosos castillos.
Desde su cuenta en X ―en cuya foto de perfil aparece rodeado de montañas junto a un granjero y unas vacas porque él es un hombre de placeres sencillos―, Wauquiez busca capitalizar el impulso inesperado ―e incomprensible― que ha dado a LR el nombramiento de Barnier por parte de Macron. Un partido moribundo y con apenas 47 diputados que sigue reivindicando la herencia gaullista a pesar de llevar años sumido en una derechización iniciada bajo el mandato de Sarkozy y enarbolada por sus miembros más conservadores, como el propio Wauquiez o el nuevo ministro de Interior, Bruno Retailleau, un asumido xenófobo al lado del cual Marine Le Pen casi parece humanista. En ese sentido, a nadie le sorprendió que, en la segunda vuelta de las legislativas, LR rechazara participar en el cordón sanitario acordado por el resto de partidos para impedir a la ultraderecha acceder al poder.
“La derecha se compromete a sacar a Francia del estancamiento”, tuiteó el diputado tras la sesión del miércoles. ¿Con qué legitimidad?, le replica la izquierda y una parte del electorado, que no entiende que tras unas legislativas que dieron la victoria al Nuevo Frente Popular (NFP) Francia esté casi exclusivamente gobernada por los dos partidos ―el de Macron y LR― que perdieron las elecciones. Que tengamos que escuchar lecciones de Wauquiez, además, ya es el colmo.