Humor para evadirse de la crisis económica en Sudán del Sur

La guerra en el vecino Sudán ha acentuado los problemas del país más joven del mundo. Durante una noche de comedia en la capital, Yuba, los espectadores olvidan la miseria por un momento

Christine Liong, a la izquierda, y Viola Philip, el 1 de agosto en la sala donde se celebra un espectáculo de humor semanal en Yuba, capital de Sudán del Sur.Joost Bastmeijer

“Nunca nos saltamos una edición de la noche de comedia”, asegura Viola Philip, de 21 años, mientras se sacude unos restos de palomitas de su brillante top de pantera. “Lo necesitamos, porque la vida aquí, en Yuba [capital de Sudán del Sur], es muy difícil en estos momentos”, añade su amiga Christine Liong, de 24 años, desde el mullido sillón de al lado. “La inflación hace que la vida sea extremadamente cara”, dice. El presupuesto semanal de los estudiantes siempre incluye entradas para esta velada, afirman, a pesar de que la libra sursudanesa pierde valor cada día. “Una noche de risas es nuestra única forma de terapia”, señala Liong. “Por un momento, nos olvidamos de nuestros problemas económicos”.

Las dos chicas hablaban, recientemente, del espectáculo de comedia Kilkilu Ana (Hazme cosquillas, en árabe de Yuba), que atrae a grandes multitudes todos los jueves por la noche en la capital. Fuera hay mujeres que venden palomitas, refrescos y cervezas. Dentro, en la sala semicircular con capacidad para unos 2.000 espectadores, los jóvenes, muy animados, se hacen selfis. Esta noche, llevan camisetas negras con lentejuelas brillantes, camisetas de baloncesto, grandes gafas de sol o sudaderas holgadas, porque esta velada de teatro es el momento perfecto para mostrar su lado más fashion.

La economía de Sudán del Sur, el país más joven del mundo tras independizarse de Sudán en 2011, ya estaba al borde del colapso debido a la guerra civil que desgarró el país desde 2013. El conflicto, la violencia y las fuertes sequías e inundaciones han causado una grave situación humanitaria, con más de 2,3 millones de desplazados y otros 2,2 millones de refugiados en países vecinos. Nueve de sus 12 millones de habitantes necesitan asistencia, muchos de ellos alimentaria, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Ahora, la guerra en la vecina Sudán ha empeorado más la situación, con la llegada de más de 640.000 personas, entre sursudaneses retornados, refugiados y solicitantes de asilo, según datos de abril. Además, las inundaciones de este año, que según los expertos serán las peores en seis décadas, ya han obligado a 241.000 personas a abandonar sus hogares, según la OCHA.

Espectadores de la noche de comedia en Yuba, el 1 de agosto. Joost Bastmeijer

La guerra civil sursudanesa, que comenzó después de que el presidente Salva Kiir acusara a su exvicepresidente Riek Machar de un intento de golpe de Estado, ha causado al menos 400.000 muertos. Tras llegar a un acuerdo para compartir el poder, en 2020 constituyeron un gabinete, pero el vínculo es frágil. Diplomáticos y expertos temen que la situación económica haga estallar de nuevo el conflicto. El malestar ha aumentado considerablemente desde el inicio de la guerra en la vecina Sudán, en abril del año pasado, que ha paralizado prácticamente las exportaciones de mercancías a Sudán del Sur, lo que ha provocado una fuerte subida de precios de los productos cotidianos.

Sin embargo, lo que asestó el golpe definitivo a la economía de Sudán del Sur fue el daño a un oleoducto sudanés en febrero (presumiblemente causado por los combates en la zona). Esa conexión, que bombea el preciado crudo desde los campos petrolíferos sursudaneses hasta Puerto Sudán, en el mar Rojo, representa el 90% de los ingresos de las arcas del joven Estado. Cada día que el oleoducto permanece cerrado, el Gobierno pierde 3,7 millones de euros. La empresa china que construyó el sistema de tuberías afirma que necesitará al menos tres meses más para reparar la avería.

Hacemos reír al público, pero los mejores chistes esconden una capa más profunda, por ejemplo, sobre las dificultades económicas
Wokil Jeshkomando, humorista sursudanés

Los problemas económicos están tan extendidos que se prestan bien a la velada cómica, señala el humorista Wokil Jeshkomando, apodo que hace referencia a su pasado como niño soldado durante la guerra civil. “Por ejemplo, bromeamos sobre las extrañas situaciones en el mercado negro, donde se consiguen montañas enormes de libras sursudanesas por unos pocos dólares. O sobre la policía de tráfico, que te para por las razones más ridículas para sacarte dinero”.

Es un muchacho fornido con el pelo corto y rapado, que viste una camisa verde militar sobre una camiseta negra. Se arrellana sobre una silla en la terraza exterior del centro cultural y explica: “Hacemos reír al público, pero los mejores chistes esconden una capa más profunda, por ejemplo, sobre las dificultades económicas. Si el público se ríe esta noche, pero mañana sigue pensando en el mensaje oculto en nuestros chistes, misión cumplida”.

La hiperinflación —con una tasa media del 77,85% entre 2013 y 2023— tiene importantes repercusiones en el resto de Yuba, y especialmente en las zonas rurales de Sudán del Sur. “En comparación con el dólar estadounidense, la libra sursudanesa ha perdido un 200% de su valor en los últimos años”, afirma el activista Edmund Yakani, de la organización de derechos civiles Cepo. “La mayoría de los ciudadanos de Sudán del Sur solo comen una vez al día y muchos sacan a sus hijos de la escuela porque la matrícula es demasiado cara. Nuestra tasa de mortalidad nacional está aumentando porque la gente ya no puede permitirse la atención sanitaria”, asegura.

Tensión en la capital

Debido a los problemas económicos, la capital está sometida a una gran tensión. Un grupo de personas fueron tiroteadas al azar en una esquina durante la noche de comedia y, un día antes, un policía uniformado disparó a cinco personas cuando se enzarzó en una discusión con el dueño de un restaurante situado junto al único cine de Yuba, porque no podía pagar la cuenta. Esa misma semana, 30 personas fueron detenidas cuando intentaron manifestarse contra el Ejecutivo. “El Gobierno tiene graves problemas de dinero desde hace casi un año”, afirma Yakani. “Algunos funcionarios, pero también policías, soldados y médicos, llevan hasta 10 meses sin cobrar su sueldo”.

Los empleados gubernamentales buscan fuentes alternativas de ingresos; las bandas y milicias atracan a empleados de la ONU y diplomáticos, así como bancos y oficinas de cambio. La corrupción y la delincuencia, ya muy extendidas, están aumentando drásticamente, prosigue Yakani. Lo más probable es que las primeras elecciones democráticas, previstas para finales de este año tras un aplazamiento, vuelvan a posponerse. La comisión electoral no dispone de fondos suficientes para preparar los comicios.

Un número del espectáculo recuerda la reciente guerra civil sursudanesa.Joost Bastmeijer

En respuesta a los últimos tiroteos en Yuba, el Gobierno sursudanés trata de demostrar quién manda. A lo largo de la carretera principal que conduce al espectáculo, una columna de 20 vehículos blindados del Ejército atraviesa las calles. El grupo de jóvenes que está fuera fumando no levanta la vista. Los cañones antitanque montados en los vehículos de color verde oscuro giran lentamente de un lado a otro, como si buscaran una presa. Están tripulados por soldados de rostro serio.

La mezcla tóxica de hiperinflación, corrupción, falta total de libertad y elecciones continuamente aplazadas conduce a una situación explosiva. “Somos muy conscientes de que Sudán del Sur puede sufrir un golpe de Estado”, afirma Yakani. “Si el presidente Kiir ya no puede pagar a su guardia presidencial, el Batallón Tigre, existe la posibilidad de que sus miembros se vuelvan contra él y protagonicen una intentona golpista como la que tuvo lugar en Níger. Pero también puede ocurrir como en Sudán, donde un general moviliza tropas para combatir al Ejército del presidente”.

Cuando mencionamos al Gobierno, intentamos presentar nuestras bromas como una especie de comentario. Envolvemos la crítica en mensajes positivos al principio y al final
Kimo, cómico sursudanés

El Batallón Tigre, el presidente o los servicios de seguridad son temas que los cómicos de Kilkilu Ana no se atreven a tocar; al fin y al cabo, según los analistas, Sudán del Sur es uno de los países menos libres del mundo. Según Amnistía Internacional, en 2023 “se reprimieron los derechos a la libertad de expresión, asociación, reunión pacífica y circulación. Periodistas, activistas, críticos y miembros de la oposición política se enfrentaron a detenciones y reclusiones arbitrarias, tortura y otros malos tratos. Las fuerzas gubernamentales y los grupos armados cometieron graves violaciones y abusos contra los derechos humanos, como ejecuciones extrajudiciales, homicidios ilegítimos, violencia sexual y de género relacionada con el conflicto y reclutamiento y utilización de menores”.

Los cómicos cuidan su tono. “Cuando mencionamos al Gobierno, intentamos presentar nuestras bromas como una especie de comentario”, explica el cómico Kimo. “Envolvemos la crítica en mensajes positivos al principio y al final”.

Según Wokil Jeshkomando, todos los jueves hay agentes de seguridad de paisano en la velada para asegurarse de que los cómicos no se pasan de la raya. “Vienen y nos acosan por la más mínima cosa”, asegura, sacudiendo la cabeza. “Por eso nunca mencionamos al presidente, ni a los ministros, por su nombre. Así, si nos detienen, no tendrán pruebas concluyentes que demuestren que nos burlamos del Gobierno”, relata, dejando escapar un suspiro. Acto seguido, se levanta y endereza la espalda. “¿Qué podemos hacer? Sudán del Sur siempre seguirá siendo nuestro país. Si podemos animar a la gente en estos tiempos complicados, merecerá la pena”.

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