Una carrera de fondo: ser mujer y emprender en África
Las empresarias africanas deben contar con iguales oportunidades que los hombres para alcanzar logros y beneficios. Para correr una competición justa y equitativa, se deben contar con las mismas opciones desde el principio
El viernes 6 de agosto de 2021, en los Juegos Olímpicos de Tokio, la keniana Peres Jepchirchir se alzaba con la medalla de oro en la prueba de maratón femenino. En los mismos juegos, la ugandesa Peruth Chemutai conseguía otro oro en los 300 metros de obstáculos, y otra keniana, Faith Kipyegon, ganaba el oro de los 1.500 metros. Entender las olimpiadas femeninas sin las mujeres africanas es imposible.
Es igualmente imposible tratar de entender el emprendimiento en el continente africano sin tener en cuenta a las mujeres. Una de cada cuatro adultas se dedica a actividades empresariales y el 58% de la población autónoma del continente está formada por mujeres; a pesar de ello, obtienen un 34% menos beneficios de media que los hombres en el continente y solo el 15% de ellas ha cursado educación superior, según el Banco Mundial. La pregunta es, ¿cómo llegan hasta ahí? ¿Cómo consiguen emprender?
Igual que las atletas de élite, las mujeres africanas empiezan una carrera de fondo desde que son muy jóvenes, pero son plenamente conscientes, también desde ese mismo momento, de que se les cerrarán muchas puertas en este arduo recorrido hacia un futuro mejor.
Las altas tasas de los colegios de secundaria, las prohibitivas carreras universitarias y los mayoritariamente inaccesibles o inexistentes cursos de formación profesional, suponen una barrera infranqueable para el acceso a una educación superior de calidad. A estos obstáculos, se les suman otros de mayor calado cultural, como son los embarazos precoces o los matrimonios tempranos, que interrumpen su educación y en muchos casos la paralizan indefinidamente.
Su condición de mujer, en un mundo dominado por hombres y en sociedades muchas veces machistas, también dificulta exponencialmente la posibilidad de emprender. Los mercados y el mundo empresarial en el continente africano están claramente dominados por los hombres y, aunque cada vez se van sucediendo un mayor número de ejemplos y modelos en los que fijarse, como es el caso de la zimbabuense Divine Ndhulukuka, fundadora y dueña de la compañía de seguridad Securico, o la ugandesa Julian Adyeri Omalla, fundadora de Delight Uganda Limited y galardonada como empresaria de la Commonwealth en el año 2014, lo cierto es que es casi una quimera iniciarse en el mundo empresarial y conquistar la meta cuando eres una mujer joven en un mundo dominado por hombres de elevada edad.
Constance Bwembya Sampa, zambiana de 29 años, es guía de safari profesional y dueña de su propia compañía de tours, African Safari Experience. Ella es una de las afortunadas que pertenecen a ese 15% de mujeres africanas que han cursado educación superior. De hecho, es licenciada en Educación Primaria, pero no por ello lo ha tenido fácil en su carrera para emprender. Cuando era niña quería ser médico, como casi toda la infancia zambiana, y aunque siempre se ha considerado una persona independiente, nunca pensó que pudiera llegar a convertirse en una mujer emprendedora.
El mayor reto para las mujeres emprendedoras en Zambia es que crean en ti. La familia considera que como mujer tienes que ser enfermera o profesora, trabajos dependientes del Gobierno, y que no puedes aspirar a nada más en el ámbito laboralConstance Bwembya Sampa, 29 años, guía de safari en Zambia
Según explica Bwembya, “el mayor reto para las mujeres emprendedoras en Zambia es que crean en ti. La familia considera que como mujer tienes que ser enfermera o profesora, trabajos dependientes del Gobierno, y que no puedes aspirar a nada más en el ámbito laboral. En el momento en el que planteas que tu sueño es ser emprendedora, nadie te toma en serio. Además, el acceso a la financiación o a los créditos es otro gran bache porque en Zambia aún existe la creencia de que solo los hombres deben estar en las posiciones de liderazgo”.
Si nos referimos al sector turístico, en el que desarrolla su carreta Bwembya, las mujeres tienen que demostrar siempre mucho más que los hombres para que se reconozca su trabajo (esta situación es muy familiar también en España). Se trata de un sector muy machista, incluso en las reuniones con diferentes entidades para conseguir financiación o vender proyectos se minimiza la importancia de cualquier cuestión que una mujer exponga hasta llegar incluso a ignorarla. Además, de acuerdo con Bwembya, “en el caso de Livingstone (Zambia), el turismo está dominado principalmente por hombres blancos, lo cual duplica la dificultad para hacerse un hueco siendo mujer emprendedora negra en el sector”.
Pero si además de mujer, no has tenido la suerte de recibir una educación superior, las barreras son aún mayores. La necesidad es el principal motivo por el que un tercio de las mujeres del continente se ven obligadas a emprender a través de negocios informales. Este es el caso de Beauty Nankonde, una vendedora del mercado de Libuyu (Livingstone) que solo ha estudiado hasta grado noveno de secundaria (lo equivalente a segundo de la ESO en España), pero necesitaba dinero para sacar adelante a su familia. Por este motivo, reunió algo de capital gracias a sus amigos, vecinos y familiares y puso en marcha un puesto de verduras locales en el mercado para poder pagar las tasas escolares de sus hijos.
Desde su óptica, aunque los hombres siempre han liderado los negocios, las cosas están empezando a cambiar y eso se refleja, por ejemplo, en el hecho de que unos años atrás únicamente había hombres dirigiendo el mercado, sin embargo, recientemente se ha elegido a un hombre y una mujer, lo que ha posibilitado un mayor equilibrio. “Ahora, si tenemos cualquier asunto que tratar podemos hablar con la chairlady (presidenta) y ella, como mujer, entiende mejor nuestros problemas y quejas”, señala Nankonde.
El emprendimiento femenino en África debe tener un factor protagonista, y este debe ser la igualdad de oportunidades, mismas oportunidades, mismos logros, mismos beneficios. Para correr una carrera justa y equitativa, se deben contar con las mismas opciones desde el principio. Para las deportistas, lugares de calidad para entrenar, acceso a una dieta equilibrada y apoyo profesional en los entrenamientos; para las mujeres emprendedoras, educación completa, acceso igualitario a la financiación y a los créditos, educación financiera, igualdad en el trato...
Por ellas y por su futuro, es preciso alzar la voz aún más alta en un día como hoy, Día Mundial de la Mujer Emprendedora. Frente a estas situaciones de desigualdad constante, de obstáculos y desventajas en la carrera por emprender, es preciso tomar acción. Desde KUBUKA trabajamos por y para el emprendimiento femenino a través de programas de microcréditos, educación formal y no formal, y apoyando el liderazgo femenino porque si de algo estamos seguras es de que las mujeres africanas son el motor esencial para el desarrollo del continente.
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