Virus respiratorio sincitial: razones para el optimismo en torno a una temible enfermedad infantil
Este patógeno es la principal causa de enfermedad respiratoria aguda grave en el mundo. Pero existen actualmente más de 20 candidatas a vacunas en desarrollo clínico con datos alentadores
En las últimas semanas, diversos medios de comunicación han informado de la confluencia de tres epidemias (covid-19, gripe y virus respiratorio sincitial o VRS). Hay quien lo ha denominado como “tripledemia”, y en algunos países ha saturado las unidades pediátricas de los hospitales.
Ya hemos oído hablar mucho de la gripe y de la covid-19, pero, ¿qué es el VRS y cómo afecta a la población infantil? Este virus causa infecciones en los pulmones y en el aparato respiratorio. Es tan frecuente que la mayoría de los niños y niñas ya se han infectado al alcanzar los dos años. Los síntomas del VRS generalmente son leves y se parecen al resfriado común. Sin embargo, en los casos graves, puede extenderse al tracto respiratorio inferior y causar neumonía o bronquiolitis, que es la inflamación de las pequeñas vías respiratorias que ingresan a los pulmones.
El VRS es un problema de salud infantil a nivel global: es la principal causa de enfermedad respiratoria aguda grave en el mundo. Más del 97% de la mortalidad infantil por VRS se concentra en los países de ingreso medio y bajo (PIMB), sobre todo fuera del ámbito hospitalario. Así, la mayoría de muertes se produce en las comunidades donde las niñas y niños viven sin acceso a oxígeno ni a terapia respiratoria. Esto pone una vez más de relieve las desigualdades en el acceso y la calidad de la atención sanitaria infantil en amplias regiones del mundo.
Se estima que el VRS causa 100.000 muertes infantiles cada año —la mitad aproximadamente en menores de seis meses— y más de 3,6 millones de hospitalizaciones.
Desde 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha liderado el proceso para apoyar la formulación de políticas globales contra el VRS, aumentar el conocimiento sobre este virus respiratorio y apoyar a los PIMB en sus decisiones sobre la futura introducción de intervenciones preventivas.
Entre los investigadores, tras décadas de estancamiento, hay motivos para el optimismo: existen actualmente más de 20 candidatas a vacunas contra el VRS en desarrollo clínico con datos alentadores. De las muchas opciones que se están desarrollando actualmente para proteger a los bebés de la infección grave por el VRS, los nuevos anticuerpos monoclonales de acción prolongada y las inmunizaciones maternas son los productos mejor posicionados para su próxima autorización.
El VRS causa 100.000 muertes infantiles cada año, la mitad aproximadamente en menores de seis meses
Las vacunas maternas se administrarán a las madres, en una estrategia basada en la transferencia natural de anticuerpos de las mujeres embarazadas a los fetos, como ocurre con otras vacunas administradas a las gestantes (tétanos, tos ferina, gripe o el SARS-CoV-2).
Sin embargo, a pesar del optimismo, existen aún lagunas de conocimiento sobre la efectividad tanto de los anticuerpos monoclonales como de las vacunas maternas en los PIMB. Urge generar esa información sobre aspectos programáticos —que no deben ser minimizados— relacionados con la efectividad de las vacunas maternas en sistemas de salud, a menudo con recursos limitados, o en el contexto de comorbilidades (malnutrición, HIV, malaria). También falta analizar la potencial administración de anticuerpos monoclonales en esos ámbitos (partos en casa, dosis al nacer o en la primera visita de vacuna, costes). Esas informaciones servirán para tomar decisiones en los países donde se concentra la carga de enfermedad y muerte por VRS.
La introducción de las vacunas maternas y de los anticuerpos monoclonales puede a corto plazo contribuir significativamente a la mejora de la supervivencia infantil en las regiones en desarrollo, especialmente en el primer año de vida, cuando se produce el 75% de la mortalidad infantil. En esa franja de edad es donde menos avances se han logrado. Una estrategia exitosa pasa, en cualquier caso, por una mayor concienciación y un conocimiento sobre el VRS y los productos de prevención entre quienes toman decisiones y las autoridades sanitarias encargadas de formular políticas para poder decidir sobre la introducción de estas herramientas. Se trata de una cuestión que debería ser prioritaria en la agenda global de la salud infantil en los próximos años.
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