Ciencia ciudadana para combatir el cambio climático en Dublín
Varios proyectos pioneros en Europa promueven las políticas urbanas basadas en evidencias con el objetivo de luchar contra el calentamiento global
La ciencia ciudadana constituye una alternativa al concepto clásico de Smart Cities. Valiéndose de una tecnología accesible y apoyada en una consciencia colectiva cada vez más extendida sobre la necesidad de combatir el cambio climático a escala local, los proyectos ofrecen ventajas no del todo exploradas por las principales metrópolis españolas. Dublín (Irlanda) apuesta por estas iniciativas para reducir su huella de carbono concienciando a la ciudadanía y fomentando las auditorías desde la sociedad civil para alcanzar los objetivos de neutralidad ambiental.
El concepto se refiere a la participación ciudadana en las actividades de investigación científica cuando esta contribuye activamente a la ciencia, ya sea a través de su aporte intelectual, los conocimientos que brinda o mediante herramientas y recursos específicos. Cada vez más habitual en planes de investigación e innovación, esta variante ha tomado un papel preeminente entre los neologismos de nueva cuña.
Ya sea con el objetivo de acercar la ciencia a la ciudadanía o valerse de esta para hacer más robustos los resultados de una investigación aplicándola a un entorno real, esta tendencia ha venido para quedarse. Así, son cada vez más numerosos los proyectos de este tipo. Los defensores de esta corriente explican que no se trata de gastar más recursos públicos, sino de gastarlos mejor.
La posibilidad de materializar a una escala local la lucha contra el cambio climático proporciona información muy valiosa para las autoridades públicas locales y contribuye a concienciar y sensibilizar
Entre los principales precursores aplicados al diseño de políticas públicas se encuentra la Comisión Europea, que a través de sus programas de apoyo a la investigación Horizon pretende dar forma a un corpus que sirva para mejorar la calidad de vida y el impacto climático de nuestras urbes. El más destacado es el de Dublín.
La iniciativa iSCAPE, cuyo objetivo era desarrollar una estrategia para el control y reducción de la contaminación atmosférica, aprovechaba sistemas de control ambiental pasivos de bajo coste como son los árboles, setos o revestimientos vegetales para reducir el impacto medioambiental. Para ello, repartió sensores a ciudadanos voluntarios para la medición de la calidad del aire en distintos puntos de Dublín para así, basado en los resultados proporcionados, adoptar políticas de diseño urbano que mitiguen el CO² emitido.
Esta fue la primera. Después de esta idea, vinieron otras como Wecount, que mide la congestión producida por el tráfico rodado y la contaminación atmosférica asociada en distintos barrios de Dublín. Francesco Pilla, profesor e investigador del University College Dublin y coordinador del plan defiende la necesidad de capacitar a los ciudadanos con herramientas que le ofrezcan datos concretos sobre lo que ocurre fuera de sus casas, dado que a menudo la gente tiene opiniones firmes sobre los problemas de transporte o movilidad en su zona, pero no tiene las evidencias para impulsar los cambios que quieren ver.
Las ventajas son múltiples. Por un lado, capacitan a los vecinos en el uso de las nuevas tecnologías para el control de la contaminación atmosférica. Además, tratándose de una urgencia global cuya repercusión a menudo no somos capaces de ver, la posibilidad de materializar a una escala local la lucha contra el cambio climático proporciona información muy valiosa para las autoridades públicas y contribuye a concienciar y sensibilizar. Así, estos proyectos pueden incidir en el diseño urbano de sus barrios y, a su vez, pueden fomentar espacios de colaboración con las instituciones.
La ciencia ciudadana consigue superar los silos tecnológicos y sociales existentes e involucran a la población en la gestión de los problemas ambientales que los rodean transformándoles de meros sujetos pasivos a agentes activos en la toma de decisiones. Podría, además, aportar nuevas soluciones a algunos de los problemas habituales en la gestión local como son la contaminación atmosférica, la congestión, la logística o los residuos. Son necesarias más iniciativas como estas de Dublín en nuestras urbes que persigan combatir el cambio climático y mejorar la salud de nuestras ciudades.