Charlotte Gainsbourg: «La censura de ‘Nymphomaniac’ me parece muy hipócrita»
La actriz y cantante estrena este viernes la segunda parte del film. En esta entrevista, se explica sobre sus relaciones con Lars Von Trier y su manera de entender el sexo.
Puede que Charlotte Gainsbourg lleve el escándalo inscrito en su código genético. Igual que sus padres –Serge Gainsbourg y Jane Birkin, en una de las transmisiones hereditarias más premium de la historia– pusieron música al orgasmo a finales de los sesenta con la polémica Je t'aime… moi non plus, la actriz y cantante le pone ahora imágenes, vicio y bastante tormento. Con la inestimable ayuda de Lars Von Trier, Gainsbourg no ha dudado en hurgar en el que, casi medio siglo más tarde, sigue constituyendo el mayor de los tabúes. La segunda parte de Nymphomaniac llega e...
Puede que Charlotte Gainsbourg lleve el escándalo inscrito en su código genético. Igual que sus padres –Serge Gainsbourg y Jane Birkin, en una de las transmisiones hereditarias más premium de la historia– pusieron música al orgasmo a finales de los sesenta con la polémica Je t'aime… moi non plus, la actriz y cantante le pone ahora imágenes, vicio y bastante tormento. Con la inestimable ayuda de Lars Von Trier, Gainsbourg no ha dudado en hurgar en el que, casi medio siglo más tarde, sigue constituyendo el mayor de los tabúes. La segunda parte de Nymphomaniac llega este viernes a la cartelera, después de un mes generando un ardiente debate. "Descubrí mi sexo a los dos años", asegura Joe, su personaje, antes de relatar la historia de su vida a través de una serie de escenas tirando a explícitas. ¿Pornografía de autor? "Nunca he entendido así la película", responde Gainsbourg con cara de no haber roto un plato. En esta entrevista, la que fuera imagen de Balenciaga –hasta el adiós de su íntimo amigo Nicolas Ghesquière– se explica sobre su personaje, sus relaciones agridulces con el director y su descubrimiento del sexo cuando era adolescente.
–¿Cuándo le habló Lars Von Trier del proyecto por primera vez y cómo reaccionó?
– Fue en 2011, poco después de la rueda de prensa en Cannes [tras la que Von Trier fue señalado persona non grata por afirmar que simpatizaba con Hitler]. Al principio creí que se trataba de una broma, pero luego entendí que iba muy en serio. Me pareció un proyecto extraño, pero no me dio miedo. Me alegré de que volviera a contar conmigo después de Melancolía. La verdad es que me sorprendió.
–¿Entendió la película como porno de autor o como un estudio sobre la sexualidad femenina?
– Ni una cosa ni la otra. La vi como la historia de un personaje que me interesaba mucho. Yo no veo la película como un manifiesto sobre la relación de las mujeres con el sexo. Para mí, se trata del retrato de una mujer excepcional, en el sentido de que no nos representa a todas. Tampoco me parece bien definirla como una película feminista o antifeminista, como he oído últimamente. La película habla de la fuerza de esta mujer, pero también de su vulnerabilidad. Es un retrato individual y no creo que haya que ir más allá.
Gainsbourg, en un momento de ‘Nymphomaniac’.
Cordon Press
–¿Le sorprende que la censura haya cortado escenas en algunos países, cuando nada de lo que se ve la película supera al video más casto en YouPorn?
– Sí, es algo que me ha sorprendido mucho. En especial en Francia, donde la censura sigue siendo mucho más poderosa de lo que creía. Pensaba que nuestra sociedad era mucho más abierta. La verdad es que me parece muy hipócrita. Sobre todo, como dice, cuando uno sabe todo lo que se puede ver en Internet haciendo un par de clics…
–¿Se considera una actriz valiente?
–No me considero valiente en absoluto, ni como persona ni como actriz. En realidad, las escenas de sexo no fueron nada difíciles. Lo que fue un reto fue memorizar el diálogo. Nunca había tenido tantas frases por aprender. Rodamos las escenas de la conversación con Seligman al final del rodaje, durante quince días muy intensos. Creí que, después de rodar tantas escenas de sexo, las palabras serían lo más fácil de todo. Al final fue todo lo contrario. En comparación, me pareció que las escenas de sexo habían sido facilísimas.
–¿No se produce un desgaste después de dos meses rodando escenas tan extremas?
–Por supuesto, pero eso no es necesariamente negativo. Para mí, rodar una película como esta supone un arrebato emocional. Lo curioso es que, cuando todo termina, no me siento deprimida. Me siento bien. Tal vez sea un poco masoquista, pero me gusta vivir este tipo de experiencias. Soy una persona tímida, que nunca viviría estas cosas si no fuera por el cine.
Con Lars Von Trier en la presentación de ‘Nymphomaniac’.
Cordon Press
–¿Qué siente cuando se ve desnuda en pantalla?
– Resulta un poco extraño. En realidad, casi nada de lo que se ve en pantalla es mi cuerpo. Cuando el espectador ve un primer plano de una vagina, esa no es mi vagina. Es muy perturbador verte en pantalla con la vagina de otra mujer. Cuando vi la película por primera vez, me entraron ganas de gritar: "¡Esa vagina no es mía!". Lo único que es mío de todo lo que ven son mis pechos. Y ni siquiera lo son al cien por cien, porque durante el rodaje estaba dando de mamar a mi hija, así que estaban más grandes de lo normal [risas].
– ¿Cómo logró alternar dos cosas tan opuestas?
– Me permitió respirar. Durante el día me enfrentaba a cosas completamente locas. Pero, por la noche, me reencontraba con un bebé dulce e inocente en mi habitación de hotel. Eran dos polos opuestos, lo cual me ayudó a encontrar un equilibrio. Lo más extraño es que mi hija se llama Joe, igual que tiene el personaje. Le juro que fue una casualidad. Lars no se lo podía creer. Cuando me enteré, le pedí que le cambiara el nombre, pero se negó. Estaba empeñado en que tuviera un nombre de chico.
–¿Cómo definiría su relación con Von Trier?
– Es un hombre muy misterioso. No puedo decir que le conozca. Me gustaría decir que es un amigo, aunque se trata de un personaje impredecible. No puedo decir que me sienta cercana a él. Ojalá pudiera. Aunque sí que hay algo que ha crecido entre nosotros a lo largo de estos tres rodajes.
Jane Birkin sostiendo a Charlotte.
Cortesía de Taschen: Foto de Andrew Birkin
–¿Qué instrucciones le dio el director para entender a Joe?
– Casi ninguna. Es un director que no se expresa, no te explica nada. Cuando rodamos Anticristo, recuerdo que llegué al set con una larga lista de preguntas. Lars ni siquiera me escuchó. Se levantó y me dijo: "Me voy a echar la siesta". Esta vez ni siquiera lo intenté. Solo me dijo que había entrevistado a mujeres ninfómanas y que su vida no era nada divertida, para que enfocara mi interpretación en esa dirección.
– En una entrevista publicada en la edición francesa de Vanity Fair, criticó el comportamiento del director durante sus rodajes y dijo que, a veces, "va demasiado lejos". ¿Se arrepintió en algún momento de haberle dicho que sí?
– No, nunca me arrepentí. Hubo momentos difíciles, como en todos los rodajes, pero en realidad Lars es una persona mucho más amable y respetuosa de lo que cree la gente. Cuando rodamos Nymphomaniac, yo estaba perdiendo a una persona muy cercana y muy querida. Lars sabía que estaba sufriendo, así que fue muy amable conmigo. Me ayudó y me cogió de la mano.
– La película también es un relato de iniciación sexual. ¿Recuerda quién le habló de sexo por primera vez?
– [Reflexiona] No me acuerdo de quién fue. Lo que sí recuerdo es que mi descubrimiento del sexo se produjo de manera muy natural. Mi primera experiencia fue con un hombre mucho mayor, que me enseñó las cosas con tacto y amabilidad. La verdad es que fue un buen comienzo [risas].
Foto de familia, julio de 1977.
Corbis
–Tuvo unos padres que parecían bastante desacomplejados sobre la cuestión. ¿En su casa se hablaba de sexo?
– No, mis padres nunca me hablaron de sexo. Recuerdo que cuando empecé a practicar sexo tomaba la píldora a escondidas, como si fuera un secreto. En parte, porque yo creía que era adulta, pese a no serlo, y me decía que no tenía que dar explicaciones a nadie. Lo gracioso es que ahora hablo de sexo con mi madre muy a menudo. Nos lo contamos todo.
–¿Y con sus hijos, también lo hace?
–Mi hijo mayor ya tiene 16 años. He intentado hablarle de sexo sin tabúes y sin timidez, aunque no siempre es fácil. Cuando llegue el momento, creo que será menos complicado hacerlo con mi hija, que tiene 11 años. Para mí, la sexualidad de los hombres sigue siendo muy misteriosa. De hecho, tuve que pedirle a su padre que me ayudara un poco [risas].