Lucy Boynton: «Me parece divertidísimo interpretar a una persona horrrible y perversa»
El mundo la ha conocido gracias a ‘Bohemian Rhapsody’, pero Lucy Boynton es actriz desde que salía en funciones Navidad.
Cuando Lucy Boynton solo era una niña de 11 años tuvo una conversación muy seria con su madre acerca de su futuro. «Cuando sea mayor quiero ser actriz», le aclaró primero. A su progenitora no le resultó extraño: ya la había visto implicarse con entusiasmo en las obras de teatro del colegio, en las que había hecho una notable interpretación de ovejas y pastores. Lo que le impresionó fue lo que le dijo después: «De hecho, ahora que lo pienso, no quiero esperar a ser mayor. Quiero ser una actriz antes de los 13 años». Lo siguiente que ocurrió fue que Lucy y su madre se presentaron en los míticos ...
Cuando Lucy Boynton solo era una niña de 11 años tuvo una conversación muy seria con su madre acerca de su futuro. «Cuando sea mayor quiero ser actriz», le aclaró primero. A su progenitora no le resultó extraño: ya la había visto implicarse con entusiasmo en las obras de teatro del colegio, en las que había hecho una notable interpretación de ovejas y pastores. Lo que le impresionó fue lo que le dijo después: «De hecho, ahora que lo pienso, no quiero esperar a ser mayor. Quiero ser una actriz antes de los 13 años». Lo siguiente que ocurrió fue que Lucy y su madre se presentaron en los míticos estudios Pinewood, a las afueras de Londres, para formar parte de un casting: Chris Noonan, el creador de Babe, el cerdito valiente, buscaba a una jovencita que fuese capaz de representar a la dibujante Beatrix Potter –la creadora de Peter Rabbit– durante su niñez. Lucy lo hizo tan bien que todos los que vieron su intervención tuvieron que disimular las lágrimas de emoción. Y así fue como a los 12, exactamente a tiempo para cumplir el objetivo que se había autoimpuesto, la pequeña Boynton acabó paseando sobre la alfombra roja de Leicester Square al lado de Ewan McGregor y Renée Zellweger, con quienes compartía protagonismo en la que sería su primera película. Durante un tiempo también pareció que iba a ser la última. Lucy Boynton consiguió una nominación al premio Young Artist en 2007 como actriz secundaria por Miss Potter pero el productor del filme, David Thwaites, le dijo a la madre de Lucy que no estaba seguro de si animar a una niña a seguir una carrera de interpretación era el mejor consejo: «Puede destrozar amistades, arruinar la etapa escolar. Tienes que tener mucho, muchísimo cuidado». La madre de Lucy se consideró avisada e intentó convencer a su hija para que hiciese un alto en su trayectoria interpretativa. Lo consiguió. Boynton se retiró de la escena. «Cuando intenté volver al cine no fue tan fácil porque la gente enseguida se olvida de ti y tuve que pasar por años de ir a audiciones y no conseguir absolutamente nada, pero ahora cuando miro atrás me siento agradecida, porque se me dio el privilegio de disfrutar mi juventud y estudiar», asegura Boynton.
No fue hasta 2017, 10 años después de aquella aclamada y precoz interpretación, cuando su carrera empezó a tener relevancia en Hollywood. Ese año participó en la adaptación de Asesinato en el Orient Express de Kenneth Branagh, el gran padre shakesperiano de los actores británicos. «Ese receso me dio la oportunidad de preguntarme si necesitaba y amaba esta carrera, porque si no la necesitas y no la quieres desesperadamente no vas a ninguna parte», dice la propia Boynton con sus dulces modales y su exquisito acento británico de JAGS. JAGS es el acrónimo con el que se conoce a las chicas que estudian en el prestigioso (y carísimo) colegio James Allen’s Girls’ School, de Dulwich, al sur de Londres. Allí pasó su infancia y su adolescencia Boynton, aunque siempre viajando, pues la suya es una familia de nómadas. «Tener siempre una maleta a medio hacer era una costumbre en mi casa porque tanto mi padre como mi madre son periodistas».
El padre de Lucy nació en el Reino Unido pero se crio en Bulawayo, en Zimbabue (cuando aún era Rodesia). Sus reportajes sobre el conflicto y la situación de Sudáfrica durante la era del apartheid le valieron que el gobierno le declarara «extranjero indeseable» y que le deportaran. Su madre creció en el sudeste de Asia y es especialista en viajes de lujo. «Desde muy pequeña he estado expuesta a culturas y tradiciones muy diferentes, y hacerlo sabiendo que la cultura en la que te han criado no es la única que existe es muy útil. Te hace humilde, porque te das cuenta de lo pequeño que eres respecto a un mundo tan grande».
Lucy es una ferviente detractora del Brexit: «El mensaje que difunde el Brexit no favorce la inclusividad ni el entendimiento, sino que hace todo lo contrario». Pero aunque se considere británica, Boynton en realidad nació en Nueva York. Y a esa ciudad ha regresado con 25 años para vivir con su novio, el actor norteamericano (13 años mayor que ella) Rami Malek. Junto a él protagonizó el año pasado el gran boom de la temporada, Bohemian Rhapsody, el biopic de Queen. Él era Freddie Mercury. Ella se puso en la piel de Mery Austin, su primer amor. Ambos acabaron paseándose juntos por la alfombra roja de los Oscar como pareja en la vida real. «Nunca había visto a un actor echarse a las espaldas una responsabilidad tan grande. Fue increíble verle meterse en el papel todos los días. Tenías la sensación de estar con el verdadero Freddie. Para mí fue un aprendizaje tremendo. Me enseñó a implicarme con cada elemento del rodaje, con cada detalle, por nimio que fuera».
Él finalmente ganó la estatuilla por su interpretación. Ella, que estuvo nominada como mejor actriz de reparto en los Screen Actors Guild (SAG), no consiguió ningún premio, pero la temporada de galardones le sirvió para posicionarse como una de las jóvenes promesas del star system global con mejor gusto: a los SAG AWards fue con un Erdem primoroso y romántico; a los Globos de Oro, con un Celine dorado sofisticadísimo y a los BAFTA, con un Dior tableado que abrió bocas. Finalmente, se presentó en el Dolby Theatre de Los Ángeles con un Rodarte púrpura que causó conmoción entre las revistas especializadas en moda. «Mi sentido del estilo viene de la cantidad de películas antiguas que vi de pequeña. El vestuario de Mia Farrow en La semilla del diablo era el armario de mis sueños. La influencia de mi madre también fue importante: su ropero no era precisamente convencional. Nunca tuvo cosas que pudieses encontrar en Topshop o en la tienda de turno. Y luego está el trabajo increíble que hace mi estilista».
Su estilista no es cualquier estilista. Hablamos de Leith Clark, la mujer que ayudó a Keira Knightley a crear su impecable imagen y una de las grandes damas de la moda en el Reino Unido. «Leith me saca de mi zona de confort y me propone looks que me parecen ‘nada yo’ y acaban siendo totalmente yo. Si no fuese por ella siempre llevaría vestiditos baby doll». Clark dirige la revista de culto Violet y es conocida por ser capaz de darle una reputación fashionista a sus clientes. La de Boynton, por ejemplo, se ha consolidado tan rápido que este año Miuccia Prada la invitó a entrar con ella en la gala del Met. «Lo que más me sorprendió de estar allí es que en el fondo sí que es una fiesta divertida. Me la esperaba mucho más solemne y aburrida, porque hay tanto hype y presión en torno a ese momento… pero luego te das cuenta de que una vez que pisas la alfombra formas parte de la fiesta».
Este mes, Boynton regresa a las pantallas gracias al marido de Gwyneth Paltrow, Brad Falchuk. Él produce The Politician, una serie de Netflix dirigida por Ryan Murphy que gira en torno a las aspiraciones políticas de Payton (Ben Platt), un joven rico de Santa Bárbara que quiere ser presidente de Estados Unidos, pero primero quiere llegar a ser el presidente estudiantil de su escuela. Para rodar la serie, la actriz se ha mudado provisionalmente a California: «Me ha costado mucho acostumbrarme a que no haya estaciones. ¡En Los Ángeles tienes la sensación de que no pasa el tiempo!» Gwyneth Paltrow hace de la madre de Payton. Boynton interpreta a la mujer que se pondrá en el camino del muchacho y de su progenitora hacia la victoria electoral: «No es el típico personaje que te gusta al instante. Es más, al público le encantará odiarla». ¿Y se siente más cómoda en el papel de niña buena o en el rol de chica mala? «Tiene un punto eso de derribar tu autocontrol y hacer cosas que de otro modo no harías. ¡Me parece divertidísimo interpretar a una persona horrible y perversa!» .