Macarena García: “Hay un movimiento de sororidad bestial que da mucha fuerza y que hace que todo sea más fácil”
Entre recuerdos de la infancia y análisis de la situación actual del audiovisual español con la actriz, en el desfile de Hoss Intropia en Madrid.
Macarena García (Madrid, 33 años) se subió por primera vez a un escenario con solo 13 años, para participar en el musical de High School Musical. Aquello la marcó e hizo que años después dejara sus estudios en psicología para dedicarse a entrar en la piel de otros. “No fue una decisión tomada con rotundidad”, explica en la Galería de Cristal en la que tiene lugar el desfile de Hoss Intropia, inspirado en las verbenas de verano. Ganó el Goya a actriz revelación hace 10 años, por Blancanieves. Junto a su hermano, el creador Javier Ambrosi, convirtió La llamada primero en un ...
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Macarena García (Madrid, 33 años) se subió por primera vez a un escenario con solo 13 años, para participar en el musical de High School Musical. Aquello la marcó e hizo que años después dejara sus estudios en psicología para dedicarse a entrar en la piel de otros. “No fue una decisión tomada con rotundidad”, explica en la Galería de Cristal en la que tiene lugar el desfile de Hoss Intropia, inspirado en las verbenas de verano. Ganó el Goya a actriz revelación hace 10 años, por Blancanieves. Junto a su hermano, el creador Javier Ambrosi, convirtió La llamada primero en un éxito teatral y después en una cinta aclamada. Ahora tiene pendiente de estreno la segunda temporada de Paraíso (Movistar Plus+), acaba de dar voz a Madame Bovary en un audiolibro y prepara algún rodaje del que aún no se puede hablar. Con su sonrisa perenne habla de las mejores verbenas (las de la Paloma), de recuerdos y cambios esperanzadores.
¿Cómo pasaste los veranos de tu infancia?
Estaba siempre un mes con mis tíos, primas y abuelos en Málaga; y luego solía pasar los agostos en Galicia, porque mi abuela tenía una casita ahí. Siempre estaba rodeada de familia, en el mar y siendo muy feliz. Jugando con mis primos, disfrutando, en contacto con la naturaleza y en contacto con el presente, como no lo vuelves a hacer cuando eres adulto.
¿Y qué desayunabais en esa casa para ser tan creativos?
Creo que nada especial [Risas]. Me cuesta saber qué ha sido. Nadie se había dedicado nunca a ninguna profesión que tuviera que ver con el arte. Es verdad que mi madre, que tenía una especial pasión por la música, llenaba nuestra vida de música. Luego, cuando empezaron las series, teníamos algo como de ritual, muy bonito, de verlas en familia. Juntarnos los cuatro para ver Médico de familia o Periodistas. Era un momento muy especial. Pero supongo que nada diferente a lo que se hacía en el resto de las casas. Yo no sé exactamente de dónde viene esto. Creo que de alguna manera mi hermano y yo nos hemos retroalimentado el uno al otro y nos hemos trasmitido la pasión por esta profesión.
La colección de Hoss Intropia que hemos visto habla de celebración y agradecimiento. ¿Por qué estás agradecida tú?
Por muchas cosas: por la familia que tengo, por las amistades, porque tengo trabajo, tengo salud… ahora mismo solo puedo estar agradecida.
El público te tiene también muchísimo cariño. ¿Qué les das?
La verdad es que recibo muchísimo cariño, me siento afortunada porque recibo mucho respeto. Cuando alguien se me acerca es siempre con amor, valorando mi trabajo, que al final es lo que más ilusión me hace.
¿Alguna vez has recibido alguna crítica que te haya parecido inmerecida?
No me siento especialmente criticada. Siento que cuando se ha hecho, se ha hecho desde un lugar que no me ha dolido. Es verdad que a veces puedes leer algo en redes o la crítica de un proyecto que te puede dar un pinchacito en la tripa. Es difícil no quedarte enganchada a eso en concreto y no a todo lo demás, que suele ser más, así que intento protegerme: no tengo Twitter, intento no meterme demasiado en internet a buscarme…
¿Y cómo llevas el síndrome de la impostora, en una profesión en la que se está tan expuesta?
Pues no lo tengo nada controlado, lo tengo a tope, a flor de piel.
¿Ni a estas alturas de tu carrera?
No, y creo que es difícil en una profesión como esta, en la que siempre estás enfrentándote a proyectos nuevos, siempre sientes que estás en la casilla de salida, siempre tienes todo por aprender. Creo que es bastante complicado no tenerlo. Yo lo tengo. Pero es verdad que ya sé manejarlo un poco mejor, porque ha habido momentos en mi vida en los que me ha comido y me ha hecho sufrir más de lo que me hacía disfrutar la otra parte. Ahora al menos sé calmarlo y controlarlo para poder vivir mi profesión con más alegría y disfrute, que es de lo que se trata al final esto y la vida. Aunque está bien tener algo de dudas y miedos, te ponen en alerta, también me preocuparía si no los tuviera.
Entonces, ¿meterse en la piel de otra persona no llega nunca a ser una rutina?
En esta profesión es imposible que haya rutinas. Es una parte que me hace sufrir muchas veces, la inestabilidad, y a la vez me da mucha vida, me encanta no saber qué te espera, que ningún día sea igual. No me imagino vivir de otra manera. Bueno, me lo imagino, pero no me gustaría.
¿Cómo has visto los cambios que han afectado últimamente a la industria?
¿Con la lucha feminista?
Sí, por ejemplo.
Quizá esto ha sido lo principal. Hay un movimiento de sororidad bestial que se respira, que da mucha fuerza y que hace que todo sea más fácil, que nos sintamos más acompañadas. En lo que me compete a mí, que es recibir guiones o interpretar personajes, siento cómo hay más mirada puesta en la construcción de los personajes femeninos y en la posición que tienen en las ficciones.
Es más difícil encontrar uno que sea un cliché…
Tienen más profundidad, aunque últimamente se genera tanta cantidad de contenido que a veces impide mirarlo con la delicadeza que requeriría. Pero hay un cambio, hay más personajes que nos representan, que hablan de lo que de verdad nos mueve en el día a día, de las mujeres que conocemos. Y eso está pasando ahora mismo. También es verdad que queda mucho por hacer: por ejemplo, cada vez hay más mujeres dirigiendo, pero todavía siguen teniendo mucho menos presupuesto que los hombres. Todavía hay una brecha, pero estamos en el camino.