Valeria Castro, de cantar versiones virales a encontrar una voz propia
Nació hace 22 años en la isla canaria de La Palma y estudia Biotecnología en Madrid, pero aspira a vivir de la música. “Mi altavoz es hacer canciones y cantarlas, quiero poner ciertos temas encima de la mesa, hacer reflexionar un poquito”, afirma.
El 8 de agosto de 2017 era martes. Y, de pronto, una muy joven Valeria Castro (La Palma, 22 años) vio cómo sus redes sociales enloquecían: Alejandro Sanz había compartido en Twitter uno de sus vídeos de versiones, acompañado del texto “Cuando se unen talento y dulzura suceden cosas como ésta”. La dulzura y el talento son los mismos cuatro años después, pero ahora la canaria ya no comparte grabaciones de canciones ajenas, sino las de sus primeros temas, que ha reunido en el EP Chiquita y ha ido pres...
El 8 de agosto de 2017 era martes. Y, de pronto, una muy joven Valeria Castro (La Palma, 22 años) vio cómo sus redes sociales enloquecían: Alejandro Sanz había compartido en Twitter uno de sus vídeos de versiones, acompañado del texto “Cuando se unen talento y dulzura suceden cosas como ésta”. La dulzura y el talento son los mismos cuatro años después, pero ahora la canaria ya no comparte grabaciones de canciones ajenas, sino las de sus primeros temas, que ha reunido en el EP Chiquita y ha ido presentando a través de videoclips con una estética cuidada, sobria –en plena naturaleza en Guerrera, entre telas y sillas de madera en La corriente–. “Las redes sociales han supuesto el inicio de mi carrera. Empecé en 2015, haciendo versiones y por el boca a boca he llegado al punto en el que estoy, a poder sacar adelante un proyecto propio”, explica sin ocultar su emoción al otro lado del teléfono.
Con cuatro años comenzó a estudiar en la Escuela Insular de Música de La Palma, “que al ser una isla pequeña no tiene conservatorio”, precisa. Y hace cuatro años se mudó a Madrid, no para probar suerte en los escenarios, sino para estudiar Biotecnología. “Mi madre es médico, mi padre profesor de Matemáticas, siempre he tenido la ciencia muy presente, pero me he dado cuenta de que la música me llena mucho más”, reflexiona. Recuerda que la primera versión que compartió fue de Let it go, de la película Frozen, su obsesión de aquel momento, cuando solo tenía 15 años. Se sucedieron los temas, y cada vez tenía más ganas de descubrir su voz: “Cuando compones tú te ves completamente en esas canciones, tanto en voz como en contenido. Son las historias que quieres contar”.
Esas historias sonarán este verano en sus primeros directos. Dice que ha cuidado mucho el mensaje, las letras. Empezando por el título del EP, Chiquita: “Lo elegí porque así es como me siento, más que tímida soy una persona con miedos, a veces insegura, y con la música intento crecer, sentirme más grande, pero al ser el primer trabajo quería acercarlo a mis raíces”. En sus composiciones, ahí sí, se crece. Ay, amor, su primer sencillo, es una reflexión sobre la inmigración; en Guerrera canta a las mujeres y sus batallas. “Quería hablar del feminismo, la sororidad, las pequeñas luchas de cada una de las mujeres que viven a mi alrededor, y las de todas. Hay muchos temas, se puede hablar y cantar de todo lo que ocurre en la vida. Y ocurren muchas cosas. Hay injusticias, muchas realidades que merecen ser contadas. Mi altavoz es este, hacer canciones y cantarlas, quiero poner estos temas encima de la mesa, hacer reflexionar un poquito”.