Zendaya y Tommy Hilfiger desatan la euforia afro en el mítico Apollo
La actriz presenta su segunda colección para la firma estadounidense con un desfile-espectáculo en el histórico teatro de Harlem. Las modelos cruzaron la pasarela bailando al ritmo de Aretha Franklin o Bobby Bird convirtiendo el show en el más divertido de la semana de la moda neoyorquina.
Michael Jackson dio sus primeros pasos en el Apollo, el mítico teatro de Harlem (Nueva York) que años antes había visto nacer a leyendas de la música afroamericana como Duke Elliot o Sarah Vaughan. El mismo que hasta mediados de los años 30 solo permitía la entrada a espectadores blancos, pero que después pasaría a la historia como símbolo de la Motown. Ese que, desde hace unas horas, también será recordado por convertirse en el escenario elegido por Tommy Hilfiger y Zendaya, exchica Disney y nuevo ídolo generacional tras la exitosa serie Euphoria, para presentar su s...
Michael Jackson dio sus primeros pasos en el Apollo, el mítico teatro de Harlem (Nueva York) que años antes había visto nacer a leyendas de la música afroamericana como Duke Elliot o Sarah Vaughan. El mismo que hasta mediados de los años 30 solo permitía la entrada a espectadores blancos, pero que después pasaría a la historia como símbolo de la Motown. Ese que, desde hace unas horas, también será recordado por convertirse en el escenario elegido por Tommy Hilfiger y Zendaya, exchica Disney y nuevo ídolo generacional tras la exitosa serie Euphoria, para presentar su segunda colección conjunta.
Después de desfilar el pasado marzo en París, donde lanzaron la primera colaboración entre el diseñador y la que también es embajadora global de la marca, el dúo creativo eligió el barrio de Harlem para celebrar la cultura afroamericana por todo lo alto. Los invitados al show debían atravesar el interior del icónico Apollo hasta llegar a las calles traseras, cortadas al tráfico para la ocasión y convertidas en una especie de estudio hollywoodiense. Ante la atenta mirada de los vecinos del barrio, asomados a las ventanas para ver qué se cocía, el desfile empezaba con un efectismo que se mantuvo hasta el final. Un coche en movimiento acercaba a unos cuantos músicos al centro de la pasarela, mientras el coro de Harlem Vy Higginsen, ya estaba preparado para amenizar el ir y venir de las modelos, que se contorneaban e incluso se arrancaban a bailar, al ritmo de incunables como el Respect de Aretha Franklin o I know you got soul de Bobby Bird.
Zendaya, de ascendencia afroamericana por parte de padre, siempre ha visibilizado sus raíces luciendo con orgullo su melena afro e incluso haciendo un alegato a favor de las rastas tras las críticas racistas que sufrió al llevar este peinado en los Oscar de 2015. La celebración y el empoderamiento de la cultura negra durante todo el desfile se tradujo en una superproducción que trascendía, en significado y espectacularidad, a las propias prendas. Los trajes, abrigos y vestidos de inspiración setentera quedaron en un segundo plano para centrar la atención en la celebración de diversidad en la que se convirtió el desfile. El casting no solo incluía una amplia representación étnica, sino que apostaba por mujeres –y hombres– de todas las tallas y hechuras. Sirvan como ejemplo Winnie Harlow, conocida por subir el vitíligo a la pasarela, la modelo curvy Ashley Graham o la refugiada sudanesa Alek Wek.
Para Hilfiger, esta exaltación de la pluralidad puede entenderse como su nueva oportunidad de desmentir el bulo que hace unos años empezó a circular por Internet y que aseguraba que el diseñador había dicho en el programa de Oprah Winfrey que «si hubiera sabido que negros y chinos iban a comprar mi ropa no la habría hecho tan bonita». La propia presentadora lo negó en 2007, pero la polémica volvió a las redes sociales cuando hace unos meses presentó la primera colaboración entre el creador estadounidense y Zendaya.
Igual que en aquella ocasión, la colección ya está a la venta tras el desfile. Hilfiger, que fue uno de los primeros en sumarse a la fórmula see now, buy now (que apuesta por la venta inmediata tras el show eliminando los clásicos seis meses de espera), colocó a la salida del desfile un autobús en el que los invitados y fans de la marca ya podían hacerse con las prendas que acababan de ver. También era posible comprar camisetas-merchandising del evento, inspiradas en los festivales de música, y cuyos beneficios serán donados al propio Apollo.
Las prendas, ideadas por Zendaya con la colaboración de su estilista, Law Roach, que incluso salió a saludar junto a ella y Hilfiger al final del desfile, no solo fueron una oda a la comunidad negra, también al empoderamiento femenino. Las camisas se sellaban con grandes lazadas pussy bow, los vestidos resaltaban las formas femeninas y los trajes, prenda de la que Zendaya no se apea las últimas semanas, eran una referencia clara al power dressing de los 70 y los 80, cuando la mujer empezó a incorporarse al mercado laboral llevando conjuntos de chaqueta y pantalón heredados del armario masculino. Al parecer, la propia abuela de la actriz y cantante le sirvió de inspiración para crear la colección.
Desde el front row multitud de celebridades no perdían ripio. Además de invitadas habituales como Olivia Palermo, las hermanas Hadid, la cantante Thalía (amiga personal de Hilfiger y de su mujer, Dee Hilfiger) o modelos como Suki Waterhouse o Iskra Lawrence, también buena parte del casting de Euphoria quiso alentar en directo a su compañera Zendaya. Barbie Ferreira, Sydney Sweeney o la magnética Hunter Schafer votaban en sus asientos al ritmo del funk que envolvió todo el evento. «Así es como se hace una buena fiesta en Harlem», parecía decir la joven estrella al final de la velada a los allí presentes. No llegó a cantar, pero se fue bailando.