Los hospitales ya están peor que en la segunda ola
Los sanitarios advierten de la posibilidad de un colapso similar al de marzo y abril si no se frenan radicalmente los contagios
Cafeterías convertidas en plantas de ingresos, hospitales de campaña, cancelación de cirugías no urgentes: la situación de los hospitales españoles ya es peor que en los momentos más críticos de la segunda ola de la pandemia de covid, a principios de noviembre. En algunas comunidades, como la valenciana, Murcia, Andalucía o Extremadura, es también peor que en la primera. La tercera onda epidémica amenaza de nuevo con colapsar el sistema sanitario, como ocurrió en marzo y abril. Varias organizaciones sanitarias reclaman un confinamiento inmediato para evitarlo mientras que los contagios alcanza...
Cafeterías convertidas en plantas de ingresos, hospitales de campaña, cancelación de cirugías no urgentes: la situación de los hospitales españoles ya es peor que en los momentos más críticos de la segunda ola de la pandemia de covid, a principios de noviembre. En algunas comunidades, como la valenciana, Murcia, Andalucía o Extremadura, es también peor que en la primera. La tercera onda epidémica amenaza de nuevo con colapsar el sistema sanitario, como ocurrió en marzo y abril. Varias organizaciones sanitarias reclaman un confinamiento inmediato para evitarlo mientras que los contagios alcanzan niveles récord: el lunes el Ministerio de Sanidad ha notificado 84.287 nuevos positivos, el mayor incremento en un fin de semana en toda la pandemia. La anterior marca se batió hace una semana: entonces fueron 61.422 diagnósticos. España ha alcanzado su máxima incidencia acumulada a 14 días: 689 casos por 100.000 habitantes, casi el triple de lo que se empieza a considerar riesgo extremo (250 casos, si bien esto depende de otros indicadores).
“Podríamos estar llegando al pico de la tercera ola”, ha dicho este lunes Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), quien ha reconocido que tras los retrasos del fin de semana hará falta que las cifras se consoliden para comprobar si esto sucede. Su pronóstico se basa en que, aunque la transmisión del virus sigue subiendo, lo hace a menor ritmo que en días previos. Sin embargo, podría seguir creciendo, aunque más lentamente, todavía unos días. Y, como él mismo ha reconocido, podría instalarse en una meseta, en lugar de comenzar a descender. Todo dependerá, ha asegurado, del efecto que den las medidas que la mayoría de comunidades autónomas comenzaron a imponer tras el día de Reyes. Eso es algo que se comprobará esta semana.
Lo que es seguro es que mientras los contagios sigan creciendo, las hospitalizaciones también lo harán, y todavía durante unos días cuando empiece la mejoría. La semana pasada ya tuvo más ingresos que la primera de noviembre, que fue la peor de la segunda ola: 12.186 frente a 11.285. También es mayor la ocupación en planta que en aquella época: este lunes era de un 18,6%, frente al 17,28% del 9 de noviembre, anterior máximo. Y el de las UCI anda muy cercano a los días más críticos de la segunda ola 32,7% frente al 32,8%. Con toda seguridad lo superará, ya que este es el último indicador en el que se reflejan los contagios.
La comparación con la primera ola es más complicada porque entonces los informes oficiales del ministerio no incluían estos datos. Aunque la situación comienza a ser comprometida también en las comunidades que peor lo pasaron (Madrid, Cataluña, País Vasco y algunos puntos de ambas Castillas), allí todavía no es tan crítica como entonces, cuando los hospitales estaban prácticamente dedicados en exclusiva a la covid. Pero en otros territorios, donde la primera ola se consiguió frenar mejor, el panorama de hoy es peor que el de marzo y abril. Andalucía, Murcia, Extremadura o la Comunidad Valenciana lo están sufriendo ya con más intensidad: centros sanitarios de Málaga están usando antiguas cafeterías para la asistencia, en la Comunidad Valenciana ya se usan hospitales de campaña; tanto en esta región como en Murcia (también en Madrid) ya se están aplazando todas las intervenciones quirúrgicas no urgentes.
Colapso del sistema
“El sistema sanitario no va a poder asumir esta ola”, dice María José Campillo, portavoz de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). “Pueden poner camas donde sea, pero hacen falta sanitarios que las atiendan y no habrá suficientes. Debería haber un confinamiento para frenar esta ola o nos veremos como en la primera”, asegura. “Vemos llegadas masivas al hospital. Como decía un compañero, cada minuto ves más y más test positivos que ingresan. Y todo con un profundo agotamiento del personal”, añade María José García, portavoz del sindicato de enfermería Satse.
Álvaro Castellanos, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), cree que hay “un riesgo real de colapso”. “Desde finales de diciembre los ingresos están aumentando de forma casi exponencial”, sentencia. Todo dependerá de si en pocas semanas esta curva que sube sin parar se frena. “De momento, estamos pudiendo acomodar a todos los pacientes que llegan, teniendo en cuenta que ya hemos sobrepasado [en la mayoría de los hospitales valencianos, donde él trabaja] el 100% de la capacidad normal de las unidades de cuidados intensivos. Estamos en un 90% si tenemos en cuenta todo lo que se transforma en UCI, como camas de quirófanos”, añade. Esto es lo que no permite que se puedan realizar otras intervenciones.
Álex Arenas, físico, matemático y especialista en análisis de epidemias, lamenta estar viendo lo que él y la práctica totalidad de los epidemiólogos auguraron: la relajación de las restricciones navideñas daría lugar a una pronunciada subida de casos que comprometerían al sistema sanitario. “Y, además, con la cepa británica en circulación, la situación es muy mala”, opina. Arenas no descarta que el nivel de transmisión del virus pueda llegar a ser similar que en la primera ola.
Existen, sin embargo, algunos elementos a favor que, a su parecer, probablemente evitaran una mortalidad tan elevada como la de la primavera pasada: en primer lugar, la vacunación en las residencias de ancianos reducirá previsiblemente sus fallecimientos, ya que en la primera ola fueron los lugares más afectados. También es mejor el conocimiento de los sanitarios a la hora de tratar la enfermedad en los hospitales. Por último, la mayor heterogeneidad territorial en la expansión del virus (no está tan concentrado en pocos puntos como en marzo) y por edades (hay más transmisión entre jóvenes, en los que la tasa de letalidad es menor) favorece que la mortalidad no llegue a las cotas de la primera ola.
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