Un diputado conservador británico cuenta en Twitter que es transgénero
Jamie Wallis ha recibido el apoyo de Boris Johnson y de numerosos compañeros de partido
Jamie Wallis tiene 37 años, es diputado conservador por la circunscripción galesa de Bridgend desde 2019 (de la hornada de jóvenes políticos que aprovecharon la ola electoral de Boris Johnson) y se declara un “orgulloso unionista”, partidario de un Reino Unido fuerte y compacto, en su cuenta de Twitter. Y desde la madrugada de este miércoles, también se declara transgénero. O, al menos, declara su voluntad de llegar a serlo. “It’s time” (Ha llegado el momento), escribía en un tuit, a las cuatro de la mañana (hora peninsular española), en el que adjuntaba una larga carta personal con las...
Jamie Wallis tiene 37 años, es diputado conservador por la circunscripción galesa de Bridgend desde 2019 (de la hornada de jóvenes políticos que aprovecharon la ola electoral de Boris Johnson) y se declara un “orgulloso unionista”, partidario de un Reino Unido fuerte y compacto, en su cuenta de Twitter. Y desde la madrugada de este miércoles, también se declara transgénero. O, al menos, declara su voluntad de llegar a serlo. “It’s time” (Ha llegado el momento), escribía en un tuit, a las cuatro de la mañana (hora peninsular española), en el que adjuntaba una larga carta personal con las razones, los antecedentes y las dudas sufridas antes de tomar la decisión de contarlo. “Soy trans. O para ser más preciso, quiero serlo. He sido diagnosticado con disforia de género, y me he sentido de este modo desde que era niño. No tenía ninguna intención de compartir esto con vosotros. Siempre imaginé que abandonaría la política antes de decidirme a proclamarlo en voz alta”, ha escrito Wallis.
La disforia de género, que la OMS retiró en 2018 del listado de transtornos psiquiátricos, es la disconformidad de una persona con su sexo biológico. Wallis narra en su texto algunas situaciones por las que ha pasado en los dos últimos años de su vida para explicar cómo ha llegado hasta este momento, en el que ha elegido contarlo.
Narra primero cómo estuvo a punto de dar el salto en abril de 2020, cuando una persona comenzó a chantajearle y amenazó con revelarlo públicamente. Le exigió 50.000 libras (unos 60.000 euros) por permanecer callado, y llegó a contárselo al padre del diputado, que puso el asunto en manos de la policía. El chantajista admitió su culpabilidad y fue condenado a dos años y nueve meses de cárcel.
Tras aquello, Wallis cuenta que durante un tiempo pensó que las cosas se calmarían. Pero entonces ocurrió algo más. La parte más dura del relato del diputado llega cuando explica cómo, el pasado septiembre, contactó con una persona a través de internet, y quedó con él. “Decidí negarme [a mantener relaciones sexuales] cuando me dijo que no se iba a poner un condón, y él decidió violarme. Ya no he vuelto a ser el mismo desde el incidente, ni creo que me recupere nunca. No es algo que se pueda olvidar ni dejar atrás. Desde entonces, las cosas se han torcido. Y no estoy bien”, confiesa Wallis.
Uno de esos momentos en los que se dio cuenta de que no estaba bien fue el pasado 28 de noviembre. Recuerda que chocó su vehículo contra una farola en la localidad de Llanblethian. Recibió una multa de unos 318 euros, después de que la policía diera con él. “Abandoné la escena, porque estaba aterrorizado. Sufro estrés postraumático y, sinceramente, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, salvo que me dominaba un inmenso sentimiento de miedo”, explica. Todo lo que estaba viviendo, lo que había vivido, le llevaba al estrés y a situaciones como la de ese accidente, en las que no supo reaccionar de otra manera.
El parlamentario galés ha decidido contarlo horas después de un encuentro con diputados conservadores al que también acudió Johnson, y en el que, irónicamente, el primer ministro decidió hacer mofa del actual debate sobre las personas trans que vive la sociedad británica, como la de otros países. “Buenas noches, señoras y señores, o como diría Keir Starmer [el líder de la oposición laborista], personas a las que se asignó el género femenino o masculino al nacer”, dijo el primer ministro, según la página web de Politico. Sin embargo, Johnson ha sido de los primeros en expresar su apoyo a Wallis: “Compartir esta historia tan íntima supone una inmensa cantidad de valentía. Gracias, Jamie Wallis, por tu valor, que servirá para apoyar a otras personas”, ha escrito el primer ministro en su cuenta de Twitter. “El Partido Conservador que encabezo siempre te dará a ti, y a todos los demás, el cariño y apoyo que necesites para ser tú mismo”.
Las redes se han inundado con expresiones de solidaridad de figuras relevantes del Partido Conservador. La ministra de Exteriores, Liz Truss, una de las favoritas entre los afiliados para sustituir a Johnson en el futuro, ha enviado un mensaje de ánimo a su colega: “Bien hecho, Jamie, por contarlo públicamente y lanzar una carta tan valiente. Estamos contigo”, ha escrito Truss. El ministro para Irlanda del Norte, Brandon Lewis; el presidente del Partido Conservador, Oliver Dowden; o el portavoz laborista de Sanidad, Wes Streeting, se sumaban con mensajes de ánimo: “Te envío amor y solidaridad desde la bancada parlamentaria de enfrente. Has sido muy valiente al compartir tu historia”, ha escrito Streeting.
El debate sobre las personas trans lleva años agitando el ámbito político, académico y de las redes sociales del Reino Unido. El Gobierno conservador de Theresa May estuvo a punto de sacar adelante un nuevo texto legal que acababa con la exigencia de un doble diagnóstico psicológico de disforia de género para permitir que alguien pudiera cambiar oficialmente su identidad sexual. El proyecto aspiraba a permitir la libre autodeterminación de género sin el estigma de condición médica que ha tenido hasta ahora.
El Gobierno de Johnson, sin embargo, calculó las escasas ventajas electorales que obtenía con la aprobación de la ley; la aparente marginalidad del debate (que, según Downing Street, afectaba solo a una minoría); y el riesgo de revuelta en las propias filas, en un Partido Conservador inmerso en las guerras culturales contra la izquierda, y decidió meterlo en un cajón. A cambio, se comprometió a combatir y cerrar las clínicas de conversión que prometían “curar” la homosexualidad. Centros que se prohíben en países como Malta o Ecuador; y en otros, como España o EE UU, están vetados en autonomías o Estados. Aragón, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid, en el caso español. Y en el norteamericano las castigan por el momento 18 Estados, aunque hay legislaciones en marcha en varios más.