Pekín se blinda e impone otra ronda masiva de PCR
China redobla su política de covid cero y la capital mantiene cerrados sus restaurantes y parte de su red de transportes
Xiao Yue suele contestar con un escueto “recibido” a las comunicaciones que el comité de barrio cuelga en el chat de su comunidad de vecinos, en una urbanización del centro de Pekín. Pero este viernes, este ingeniero perdió los estribos cuando vio un mensaje que citaba, por cuarto día consecutivo, a hacerse una prueba de coronavirus. “¿Otra vez? ¡Llevamos tres PCR obligatorias seguidas! Es fácil que el virus se propague cuando la gente se junta en estas pruebas masivas, ¿y tenemos que hacernos todavía más?”, se indignab...
Xiao Yue suele contestar con un escueto “recibido” a las comunicaciones que el comité de barrio cuelga en el chat de su comunidad de vecinos, en una urbanización del centro de Pekín. Pero este viernes, este ingeniero perdió los estribos cuando vio un mensaje que citaba, por cuarto día consecutivo, a hacerse una prueba de coronavirus. “¿Otra vez? ¡Llevamos tres PCR obligatorias seguidas! Es fácil que el virus se propague cuando la gente se junta en estas pruebas masivas, ¿y tenemos que hacernos todavía más?”, se indignaba, dejando claro que no pensaba acudir al test voluntario. “La gente está harta de esta pandemia”.
En la batalla que libra China por lograr su objetivo de covid cero, Pekín trata de esquivar la vuelta a la casilla de salida. La de los primeros meses de 2020, en la primera ola de la pandemia. Pero, aunque las temperaturas son ahora mucho más suaves que en aquel invierno y los días, más largos, sus ciudadanos sufren un déjà vu que casi habían llegado a creer que nunca llegaría. Con un pequeño brote que arroja varias decenas de nuevos casos diarios y acumula 610 casos en dos semanas, las autoridades han impuesto en la capital china, de 22 millones de habitantes, las mayores restricciones en dos años. Y la lista de limitaciones crece cada día.
Desde este viernes, el distrito de Chaoyang, el mayor de la capital y donde se concentra gran parte de los casos, ha paralizado las construcciones y ha clausurado instalaciones públicas. También se ha recomendado el cierre de oficinas y el teletrabajo, excepto para quienes suministren productos esenciales. En este distrito también se han cerrado estaciones de metro y paradas de autobús, mientras que docenas de edificios y complejos residenciales donde se han detectado casos permanecen confinados.
En toda la ciudad, los restaurantes y bares permanecen cerrados al público, y solo están autorizados a aceptar encargos para llevar. Discotecas, karaokes, y lugares de ocio en interiores han debido cerrar sus puertas. Se recomienda a los residentes encarecidamente no salir del terreno municipal, salvo por causa de fuerza mayor. Entre martes y jueves, todos los residentes de Pekín han debido someterse a una prueba diaria de PCR, cuyo resultado debe mostrarse para poder entrar en lugares públicos o utilizar la red de transporte. O, en el distrito de Dongcheng, en pleno centro, también para acceder a los lavabos públicos, después de que cerca de 40 personas que usaron uno de ellos quedaran contagiadas con el virus.
Las medidas buscan atajar el brote y evitar que Pekín acabe siguiendo el sino de Shanghái, la capital económica de China y que mantiene confinada a la mayor parte de sus 26 millones de habitantes desde hace cinco semanas o más, sin visos de cuándo vaya a normalizarse la situación.
Un total de 46 ciudades con una población conjunta en torno a los 350 millones de personas, o una cuarta parte de los habitantes de China, permanecen bajo alguna forma de confinamiento total o parcial, según la firma financiera japonesa Nomura.
Entre la mayoría de los residentes, las limitaciones a los movimientos se acatan con una mezcla de resignación y hastío, pero también con la idea de que son necesarias. Las protestas y las quejas van en aumento —y en Shanghái se han disparado ante lo caótico de su confinamiento— pero son aún minoritarias, aunque sean tan inocuas como la del ingeniero Xiao Yue. A diferencia del resto del mundo, la población china sigue percibiendo la covid como una enfermedad muy grave, que se debe evitar a toda costa.
Los mensajes que se envían desde el Gobierno y los medios oficiales se encaminan en esa línea. Por un lado, hay temor a que el sistema sanitario chino, aún deficiente fuera de las grandes ciudades, se viera desbordado por una gran ola de casos. Especialmente entre los mayores, cuyos porcentajes de vacunación son muy reducidos: incluso en Shanghái, solo un 38% cuenta con una tercera dosis. Por otro lado, el Partido Comunista ha enfatizado la respuesta contra la enfermedad como una prueba de lo que considera la superioridad de su sistema político frente a un Occidente que prima la economía a la salud de las personas.
China es la última gran economía decidida a mantener contra viento y marea una política de covid cero para erradicar por completo el coronavirus dentro de su territorio. Muy especialmente, este año, en el que se celebrará el 20º Congreso del Partido Comunista, un acontecimiento que solo ocurre cada cinco años y en el que se renovará el mandato del presidente Xi Jinping. Este viernes, el Consejo Olímpico de Asia ha anunciado el aplazamiento de los Juegos Asiáticos 2022, que debían haberse disputado este septiembre en la ciudad de Hangzhou, cercana a Shanghái.
Daños económicos
Las duras medidas a las que recurre China para mantener su política de covid cero —y especialmente el confinamiento de Shanghái, que representa el 5% del PIB chino y es sede del mayor puerto del mundo—, amenazan con causar graves daños a la economía del país, la segunda del mundo, y afectar a las cadenas de suministro globales.
El índice de compras gerente que calcula la revista Caixin registraba en abril una caída a 36,2 puntos, el segundo nivel más bajo desde que empezaron a compilarse estos datos en 2005 (el primero, 26,5 puntos, se alcanzó en febrero de 2020, en las peores semanas de la pandemia). Cualquier nivel por debajo de los 50 puntos representa una contracción.
Las empresas europeas instaladas en China comienzan a sentir el impacto en su cuenta de resultados. Un sondeo de la Cámara de Comercio Europea en China encontraba que casi un 60% de las compañías que respondieron anticipan una caída en sus ingresos en este país para 2022. Un 77% consideraba que China se está convirtiendo en un destino menos atractivo para invertir.
“Shanghái se percibía como la ciudad más efectiva, mejor organizada de China. Y que esta ciudad siga en confinamiento cinco semanas después lleva a pensar, ¿dónde va a terminar todo esto? ¿Cuál es el paso siguiente? Nunca hubo este tipo de incertidumbre. Lo predecible del mercado chino siempre fue una de sus fortalezas, y eso ha desaparecido”, declaraba el presidente de la Cámara, Joerg Wüttke, al presentar la encuesta.
Pero desde las alturas del Gobierno chino el mensaje es rotundo: la política de cero covid no va a cambiar en una larga temporada. Este jueves la consigna llegaba del propio presidente Xi. En una reunión dedicada a la lucha contra el coronavirus encabezada por él, el Comité Permanente de siete miembros, el máximo órgano de mando del Partido Comunista, subrayaba que “la persistencia es la victoria”. Y aunque viene a reconocer divergencias, promete no consentir ninguna: se opondrán “resueltamente a todas las distorsiones, dudas y negaciones. Combatiremos resueltamente todos aquellos hechos y palabras que distorsionen, duden o rechacen nuestras políticas de prevención de la pandemia”.
En Pekín, Xiao Yue se llevaba un nuevo disgusto a última hora del viernes. A la vista de que el número de casos aún no baja, las autoridades de Chaoyang han impuesto otra nueva ronda de pruebas PCR diarias: desde el sábado hasta el lunes. Aunque esta vez, el ingeniero optó por no contestar.