El mago español que ha conseguido una beca para una universidad de élite en Estados Unidos
Con siete años, Manuel Oliver Rueda empezó a hacer magia como voluntario en el Hospital Infantil del Niño Jesús de Madrid. Ahora cursará un máster en la Universidad de Columbia, gracias a una beca de la Fundación La Caixa
Es difícil contar la historia del mago español Manuel Oliver Rueda sin recordar la primera película de Harry Potter. En concreto, la escena en la que Potter recibe la carta de invitación para estudiar en Hogwarts. Rueda (Madrid, 29 años) también ha recibido una carta que cambiará el rumbo de su vida. El pasado 20 de julio le fue otorgada una beca de la Fundación La Caixa para cursar un máster en la prestigiosa Universidad de Columbia, en Nueva York. Graduado en Pedagogía de las Artes Visuales, ha hecho de la m...
Es difícil contar la historia del mago español Manuel Oliver Rueda sin recordar la primera película de Harry Potter. En concreto, la escena en la que Potter recibe la carta de invitación para estudiar en Hogwarts. Rueda (Madrid, 29 años) también ha recibido una carta que cambiará el rumbo de su vida. El pasado 20 de julio le fue otorgada una beca de la Fundación La Caixa para cursar un máster en la prestigiosa Universidad de Columbia, en Nueva York. Graduado en Pedagogía de las Artes Visuales, ha hecho de la magia una herramienta educativa para formar a niños e incluso empresarios a través de cursos. “La magia nos permite identificar las emociones y ser más conscientes de ellas, tiene un gran potencial para el desarrollo social y emocional”, explica. Ahora, estudiará Psicología Organizacional gracias a esta beca, que cubre todos los gastos del máster y conlleva una mensualidad para vivir. Rueda quiere centrarse en aplicar su destreza para mejorar el sector empresarial, pero dice que siempre llevará la magia consigo.
Pregunta. ¿Recuerda la primera vez que hizo magia?
Respuesta. Con seis años le pedí a mi madre que me acompañara al Parque del Retiro, en Madrid, para actuar. Cuando empecé, la gente se sorprendía, se reía, se acercaba, tenía curiosidad por ver a ese niño pequeño actuando. Alguna gente incluso me daba dinero. Pero de repente llegó un policía y le dijo a mi madre, “Perdone, ¿qué hace un niño actuando en la calle?” Mi madre le intentó decir que yo quería estar ahí.
P. Pero al policía le habrá parecido un poco raro.
R. Sí, tuvimos que buscar otro sitio para actuar. Nos enteramos de que dentro del Hospital del Niño Jesús en Madrid hay un teatro. A partir de ahí comencé a ir todos los viernes a actuar como voluntario. Primero como guiñol, luego vino la magia, después el clown. Aquello, que era un deseo y una pasión, de repente se fue convirtiendo en una profesión. Fueron más de 11 años.
P. Desde los siete hasta los 18.
R. Sí. De alguna manera pude refinar mi actuación y encontrar sincronía entre el mago y el espectador en un espacio que realmente para mí era mágico, porque todo el mundo quería salir de esa realidad, la de estar hospitalizado, y construir una nueva.
P. No sé si se acuerda, ¿pero de dónde nació su pasión por esto?
R. Creo que vino de haber visto magos y disfrutar tanto de ellos. De ver esa capacidad que tienen para atraer nuestra atención y hacernos disfrutar y evadirnos de la realidad, especialmente cuando esta puede ser bastante complicada. Les imitaba, trataba de actuar como ellos. Y eso fue lo que me hizo darme cuenta de los poderes que tiene el arte de la magia.
P. ¿Qué poderes tiene?
R. La magia fue como un escudo protector para mí.
P. ¿De qué le protegió la magia?
R. Durante mis primeros años en el colegio no fui un alumno excepcional. De hecho, me hicieron repetir con nueve años. A partir de ahí, ya fui categorizado como un chaval con dificultades de aprendizaje. Fue la magia la que me hizo eliminar y reconstruir ese estereotipo que se había creado de mí en la escuela y poder darme cuenta, con ayuda del buen profesorado y de una buena familia que también me intentó ayudar, de que yo valía más que aquellas notas académicas que me estaban poniendo en el colegio.
P. Además, sufrió bullying en la escuela.
R. Sí, las risas, las descalificaciones. Se burlaban de mí porque me gustaba la magia.
P. ¿Cómo decidió dar el salto de ser mago a hacer de esa magia una herramienta pedagógica que se pueda usar para formar equipos de empresas u organizaciones?
R. En el cuarto año de la carrera me fui a Chicago, en 2014. Ese año fue decisivo porque vi cómo en Estados Unidos las artes se utilizan como una herramienta pedagógica. Allí, muchas organizaciones y empresas utilizan, por ejemplo, las clases de improvisación para hacer que sus empleados desarrollen habilidades interpersonales y mejoren la colaboración y la creatividad. Ahí me di cuenta de que lo que ellos hacen en este tipo de talleres es lo que yo llevo haciendo toda mi vida.
P. ¿Cuál es el plan después del máster?
R. Trabajar con empresas que quieran hacer avanzar su negocio y que crean que las personas que tienen dentro de su organización son claves para poder hacerlo.
P. Pero, ¿seguirá haciendo magia?
R. La magia va intrínseca a mi persona. Ahora tiene un gran porcentaje dentro de mis formaciones. De aquí a un año, se quedará en su esencia, quizá en un 10% o 15% de mis proyectos. El resto será la psicología organizacional, de formación de equipos, de liderazgo, de la promoción de la equidad, diversidad e inclusión. Pero la esencia de lo que hago es la conexión que consigo con las personas: que me presten atención, que quieran ser partícipes de la formación, que se sientan incluidas, que deseen aprender. Eso es lo que la magia me ha enseñado y es algo que permanecerá conmigo a lo largo de toda mi vida.