Una de cada cuatro mujeres con cistitis recibe antibióticos inadecuados como tratamiento
Más del 3% de la población femenina es diagnosticada cada mes de esta infección, según datos de la Generalitat de Cataluña
Una de cada cuatro mujeres a las que se diagnostica en España cistitis no complicada, una infección de la vejiga leve pero muy frecuente —cada mes puede sufrirla más del 3% de la población femenina—, recibe un antibiótico inadecuado como tratamiento. Así lo revelan los datos disponibles de prescripciones en la sanidad pública de Cataluña y Andalucía, las dos comunidades más pobladas, aunque el problema es común en toda España, según coinciden los expertos consultados.
Las guías clínicas establecen que la fosfomicina ...
Una de cada cuatro mujeres a las que se diagnostica en España cistitis no complicada, una infección de la vejiga leve pero muy frecuente —cada mes puede sufrirla más del 3% de la población femenina—, recibe un antibiótico inadecuado como tratamiento. Así lo revelan los datos disponibles de prescripciones en la sanidad pública de Cataluña y Andalucía, las dos comunidades más pobladas, aunque el problema es común en toda España, según coinciden los expertos consultados.
Las guías clínicas establecen que la fosfomicina y la fosfomicina trometamol, ambas en dosis única de tres gramos, son el antibiótico a utilizar de forma preferente, aunque en algunos casos también puede prescribirse nitrofurantoína. Una reciente recomendación de la Generalitat a los médicos de atención primaria, sin embargo, alerta de que en abril de este año el 22,7% de las pacientes recibieron otros antibióticos como las fluoroquinolonas y la asociación de amoxicilina con ácido clavulánico. En Andalucía, la “tasa global de uso inadecuado de antibióticos ascendió al 23,2%” en 2022, un porcentaje muy similar, pero que incluye otras presentaciones y dolencias, afirma Higinio Flores Tirado, responsable del grupo de trabajo de Nefrourología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
La evidencia demuestra que el empleo de otros antibióticos en lugar de los recomendados tiene varios inconvenientes, el primero de los cuales es que los tratamientos pueden ser menos efectivos y contribuir a “la promoción de las resistencias antimicrobianas”. Según la Generalitat, la bacteria E. coli —responsable de más del 75% de las cistitis diagnosticadas— presenta resistencias a las fluoroquinolonas y la amoxicilina entre el 28% y el 35% de los casos, porcentajes que se reducen a entre el 1% y el 3% ante la fosfomicina y la nitrofurantoína. “El objetivo debe ser siempre utilizar un antibiótico específico contra el patógeno causante de la infección que tenga el menor impacto ecológico posible”, explica Rafael Cantón, jefe de servicio de Microbiología en el Hospital Ramón y Cajal (Madrid).
Una segunda razón son los efectos secundarios. La amoxicilina con ácido clavulánico “puede causar trastornos gastrointestinales” debido a su efecto sobre las bacterias beneficiosas que viven en el aparato digestivo. Pero los más graves son los asociados al uso de fluoroquinolonas, como “reacciones adversas prolongadas (hasta meses o años), graves, incapacitantes y potencialmente irreversibles”, según la Generalitat. La Unión Europea restringió por este motivo el uso de las fluoroquinolonas en 2018. Pese a ello, “entre enero y septiembre de 2022, el 7,3% de las prescripciones antibióticas en mujeres con cistitis fueron de fluoroquinolonas”, alerta el Gobierno catalán.
Los hábitos de los facultativos, las demandas de los pacientes y la forma de presentación en toma única de la fosfomicina son las tres razones que explican esta prescripción inadecuada, según los expertos. “El paciente se siente más seguro con lo que ya conoce y recuerda que le ha ido bien. Lo pedirá y le costará aceptar otra cosa, aunque sea lo recomendado por las guías clínicas. El médico también pensará que si lo ha usado ya, ha ido bien y no ha dado problemas, pues para qué cambiar... Es lo que llamamos inercia terapéutica”, explica Flores Tirado.
José Medina Polo, miembro de la Asociación Española de Urología y del grupo de infecciones urinarias de la Asociación Europea de Urología, pone el foco en las dudas que genera en algunas pacientes la dosis única de fosfomicina. “La cistitis causa una inflamación del sistema urinario que dura más que la propia infección. Esto hace que, tras tomar el antibiótico, la mujer pueda sentir molestias durante unos pocos días más y pensar por ello que el tratamiento no le ha ido bien, cuando lo cierto es que la infección ya ha sido resuelta”, explica.
La creencia errónea en estos casos de que hay que seguir tomando antibiótico hasta que desaparecen los síntomas se ve influenciada por las recomendaciones frente a otras infecciones, como las respiratorias. “En una pulmonía, por ejemplo, la recomendación es la contraria: hay que seguir tomando el antibiótico durante el tiempo que haya dicho el médico, aunque los síntomas hayan desaparecido. Con la cistitis es al revés: hay que tomar el antibiótico una sola vez, aunque los síntomas duren un poco más”, añada Medina Polo.
La recomendación de la Generalitat ilustra la gran prevalencia de las cistitis. Un total de 146.000 mujeres fueron diagnosticadas de esta dolencia en abril en la sanidad pública de esta comunidad, cerca del 3,5% del total de la población femenina. Un dato que no incluye los tratamientos que hayan podido recetarse en la sanidad privada, por lo que la cifra real es notablemente mayor (un tercio de la población catalana tiene un seguro médico de este tipo).
La cistitis no complicada se diferencia de la complicada por su menor frecuencia —tres o menos episodios al año— y porque el perfil del paciente no hace temer grandes complicaciones, como sí podría ocurrir con mujeres embarazadas, personas inmunodeprimidas o con otras dolencias de base. Es por ello que los médicos de familia suelen diagnosticarlas sin más pruebas que una tira reactiva. Cuando la cistitis es recurrente o afecta a personas de riesgo, suelen hacerse más pruebas diagnósticas y el uso de otros antibióticos sí puede estar justificado.
Aunque los hombres también pueden sufrir infecciones en la vejiga, las cistitis son mucho más frecuentes en mujeres en una proporción de 10 a 1. Según varios estudios, una tercera parte de las mujeres habrá sufrido la dolencia antes de los 24 años y más de la mitad en algún momento de la vida. Es, además, una infección con un cierto componente estacional. “En verano es más frecuente por comportamientos típicos de esta época como bañarse y llevar la ropa mojada un rato”, comenta Flores Tirado.
Que las mujeres sean más susceptibles a sufrir cistitis se explica por razones fisiológicas. “La uretra de la mujer es mucho más corta que la del hombre. Solo mide cuatro centímetros, lo que facilita que los microorganismos lleguen a la vejiga. También influyen factores hormonales…”, añade Medina Polo.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que en España se ha avanzado mucho en los últimos años para conseguir un mejor uso de los antibióticos, pero también comparten que “queda muchísimo trabajo por hacer”. “El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos ha sido clave. Desde 2015 hemos logrado entre todos reducir un 30% la utilización de antibióticos, lo que muestra la prescripción excesiva que había”, sostiene Flores Tirado.
Según la Generalitat, en abril de 2022 el porcentaje de cistitis no complicadas tratadas con antibióticos inadecuados fue del 25,8%, tres puntos porcentuales más que en el mismo mes de este año. “La elección del mejor fármaco para cada caso también ha mejorado, pero debemos reducir estos porcentajes. La forma de hacerlo pasa por una mayor formación de los profesionales e información a los ciudadanos”, concluye Medina Polo.