Sanidad estudia permitir la competencia de precio entre medicamentos para que los genéricos ganen cuota de mercado
Este modelo favorece que estos fármacos sean algo más baratos que los de marca y sea el paciente el que si quiere asuma la diferencia
El Ministerio de Sanidad se plantea un cambio que revolucionaría la política farmacéutica tal y como ha funcionado en España durante las dos últimas décadas: permitir la competencia de precio entre medicamentos para que los genéricos (y también los biosimilares) puedan venderse en las farmacias algo más baratos que los equivalentes de marca. El objetivo de la medida, que entraría en la reforma en marcha de la Ley de Garantías del Medicamento, es dar un impulso a los genéricos, que llevan ...
El Ministerio de Sanidad se plantea un cambio que revolucionaría la política farmacéutica tal y como ha funcionado en España durante las dos últimas décadas: permitir la competencia de precio entre medicamentos para que los genéricos (y también los biosimilares) puedan venderse en las farmacias algo más baratos que los equivalentes de marca. El objetivo de la medida, que entraría en la reforma en marcha de la Ley de Garantías del Medicamento, es dar un impulso a los genéricos, que llevan una década estancados en cuanto a cuota de mercado.
Así lo ha confirmado a EL PAÍS el director general de Cartera Común de Servicios y Farmacia de Sanidad, César Hernández. “España es prácticamente el único país que obliga a todos los medicamentos equivalentes a tener el mismo precio. Esto puede suponer un problema para los genéricos y biosimilares, a los que pedimos que bajen los precios pero sin poder ganar cuota de mercado rápido, que es su incentivo. En esto hay un amplio acuerdo y la mayoría de países de nuestro entorno permite estas diferencias de importe. Pero la decisión no está formalmente tomada. Ahora tenemos que ver cómo es posible llevarla la práctica”, explica este alto cargo.
Una cuestión clave a resolver en este modelo es quién asume el mayor precio de algunas presentaciones. En la mayoría de los países, la sanidad pública fija un precio máximo que está dispuesta a financiar y es el paciente el que abona la pequeña diferencia si prefiere el medicamento de marca. Sanidad no ha avanzado ningún detalle sobre sus preferencias en este punto.
La cuota de mercado de los genéricos lleva congelada desde 2013 en cerca del 40% de las cajas vendidas en las farmacias, según datos de la consultora especializada Iqvia. “Nueve de cada 10 prescripciones hechas en Alemania son de medicamentos genéricos, mientras en España las nuevas moléculas no consiguen llegar al 20%. No es una buena situación para el sistema sanitario. Si tú quieres tener una buena penetración de los genéricos, tienes que adoptar medidas que lo hagan posible”, resumía Peter Goldschimdt, CEO del gigante del sector Stada, en un reciente encuentro con este diario celebrado en Barcelona.
Organismos como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) han insistido en los últimos años en la conveniencia de impulsar los genéricos y biosimilares en aras a “una mayor eficiencia en el gasto” y “la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud”. La idea de fondo es que un sector fuerte de genéricos y biosimilares acelera la competencia al expirar la patente de un medicamento innovador. Esto, a su vez, propicia un rápido descenso de los precios y libera recursos para ser destinados a nuevas terapias innovadoras.
Rafael Borràs, director de Asuntos Corporativos y Acceso al Mercado de Teva —otro gigante del sector—, detalla las razones que, en su opinión, han lastrado el avance de los genéricos en España: “Ante un escenario de igualdad de precio, y sin otras medidas que le den prioridad ante una prescripción por principio activo, el genérico tiene muy difícil ganar cuota de mercado frente a un medicamento de marca que parte de una posición hegemónica. En la última década, los genéricos no han tenido el entorno necesario para crecer y, además, se han visto perjudicados por las bajadas de precios temerarias por parte de algunas compañías con poca o nula inversión en el país”.
Expertos como el economista Jaume Puig Junoy, profesor de la UPF Barcelona School of Management, consideran la medida que ahora estudia Sanidad un paso en la buena dirección. “Cuando una empresa hace una oferta a la baja, su precio pasa a ser el que deben aceptar todas las demás si quieren que sus fármacos sigan siendo financiados por la sanidad pública. Al final, esto tiene el efecto contrario al deseado, ya que de facto quita a las empresas de genéricos su única arma para ganar cuota de mercado, que es bajar un poco el precio”, explica.
El resultado de esta situación, según Puig Junoy, es que en la mayoría de ocasiones las demás empresas irán igualando el precio a la baja, lo que también supone un desincentivo para nuevas ofertas. “Los grandes países europeos, con algunas diferencias entre ellos, tienen sistemas que permiten la convivencia de distintos precios. El genérico puede así ganar cuota, mientras al de marca puede preferir vender un poco más caro y que le sea rentable”, añade este experto.
La competencia de precios que estudia Sanidad formaría parte de una reforma de la legislación farmacéutica que, además de la Ley de Garantías, prevé la aprobación de varios reales decretos. “El objetivo es que la el nuevo texto de la ley pueda pasar dos veces por el Consejo de Ministros este año e inicie el trámite parlamentario el que viene, que es cuando también se aprobarían los reales decretos”, afirma César Hernández.
El sector, a favor
La diferenciación por precio entre genéricos y medicamentos de marca es en general bien vista en el sector. “Es algo que incrementará la competencia y puede ayudar a ganar cuota de mercado al genérico”, resume Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, secretario general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (AESEG).
Las empresas de biosimilares, aunque concentran el 89% de sus ventas a los hospitales (que se rigen por los concursos públicos), ven igualmente con buenos ojos la medida. “El que exista un diferencial de precios seguro que tendrá impacto positivo en el ámbito de la oficina de farmacia en productos como la insulina”, sostiene Encarna Cruz, directora general de la Asociación Española de Biosimilares (BioSim). La diferencia entre un genérico y un biosimilar es que el primero es un fármaco de síntesis química, mientras en el segundo su origen es biológico.
Farmaindustria, la patronal de los medicamentos innovadores, afirma por su parte que no ha recibido “información alguna” sobre la medida que estudia Sanidad.
El Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España destaca el papel del genérico. “Estos medicamentos ayudan al sistema sanitario a ser sostenible. Si se apuesta por ellos como instrumento moderador de los precios, debe ser la Administración la que impulse las vías para hacer convivir la innovación y la sostenibilidad del sistema. Desde la farmacia vamos a estar siempre apoyando ese objetivo final”, sostiene Antonio Blanes, director de Servicios Farmacéuticos del Consejo.
Sanidad se muestra menos receptiva ante otra demanda del sector de genéricos, que solicita que ante una receta prescrita por el médico por principio activo (y no por marca), el farmacéutico esté obligado a vender al paciente un genérico. “Lo que nos interesa en el Sistema Nacional de Salud es que haya competencia. Cualquier medida de obligación puede funcionar a corto plazo, pero tiene un recorrido más bien corto. Nos interesa más crear las condiciones para una competencia real”, afirma César Hernández.
Frente al aumento de los costes soportado por el sector en los últimos años, debido entre otras cosas a la inflación, Sanidad ha decidido adoptar un enfoque “producto a producto”. Esto supone que en lugar de un incremento generalizado para todas las presentaciones, se estudiarán incrementos en los precios pagados por la sanidad pública en aquellos con peores umbrales de rentabilidad y cuya supervivencia esté en riesgo. Es algo que ya se ha hecho con algunas presentaciones pediátricas de antibióticos y los inhaladores salbutamol (más conocidos por la marca comercial Ventolín).
Otro cambio previsto por Sanidad en la reforma de la ley es permitir a los farmacéuticos la sustitución de la forma del medicamento —comprimidos por sobres, por ejemplo—, algo que ahora no pueden hacer y que provoca notables disfunciones en el sistema en caso de desabastecimiento, ya que obliga al paciente a volver a su médico para que le haga una nueva receta. El ministerio como el consejo de los farmacéuticos coinciden que en este caso se trata de “aprovechar el potencial del farmacéutico como actor del sistema sanitario”.