Acoso escolar y desempleo, las luchas pendientes de las personas con autismo
El Ministerio de Derechos Sociales presenta este martes un plan que contará con 40 millones de euros para desterrar la discriminación hacia el colectivo
A Mariona López Corominas tardaron 19 años en diagnosticarle el síndrome de Asperger. Ahora tiene 29 y la dislexia y el trastorno de déficit de atención que le acompañaron durante su recorrido estudiantil no le han impedido estudiar Historia del Arte y estar a punto de sacarse el nivel oficial más alto de inglés. Eso sí, reconoce que tiene dificultades para hacer amigos de una edad similar, una de las características del síndrome que padece. A Álvaro de la Guardia encontrar trabajo le está costando un mundo. ...
A Mariona López Corominas tardaron 19 años en diagnosticarle el síndrome de Asperger. Ahora tiene 29 y la dislexia y el trastorno de déficit de atención que le acompañaron durante su recorrido estudiantil no le han impedido estudiar Historia del Arte y estar a punto de sacarse el nivel oficial más alto de inglés. Eso sí, reconoce que tiene dificultades para hacer amigos de una edad similar, una de las características del síndrome que padece. A Álvaro de la Guardia encontrar trabajo le está costando un mundo. Las adaptaciones curriculares que tuvo en primaria y secundaria por ser una persona con trastorno del espectro autista (TEA) le impiden obtener el título de la ESO a sus 25 años. Ambos coinciden en que el acoso escolar estuvo presente durante su infancia y su adolescencia. Y ambos son conscientes de las barreras añadidas a las que se han tenido —y se tienen— que enfrentar.
El Ministerio de Derechos Sociales presenta este martes el primer plan de acción con seis líneas principales sobre las que incidir, como el diagnóstico precoz o el acceso al trabajo. El objetivo es mejorar la inclusión en la comunidad de las 450.000 personas con TEA que se estima que viven en España y desterrar la discriminación que todavía sufren en distintos aspectos vitales. Este plan se engloba dentro de la Estrategia española en trastorno del espectro del autismo 2023-2027, contará con un presupuesto de 40 millones de euros y su presentación coincide con el Día Mundial del Autismo.
La Confederación de Autismo en España define el TEA como “una condición de origen neurobiológico que afecta al funcionamiento cerebral y acompaña a la persona a lo largo de su vida”. No es, por lo tanto, una enfermedad, sino un trastorno. Aunque cada persona dentro del espectro autista presenta unas características distintas y necesita unos tratamientos específicos, hay rasgos que aparecen de manera común, como los problemas para interactuar con la sociedad o la rigidez del comportamiento y del pensamiento.
De entre las más de 30 medidas propuestas en el plan, hay una que destaca por la afectación individual que produce, la referente a la “prevención, detección e intervención ante el acoso escolar”. El 12% de las personas del espectro autista ha sufrido maltrato por parte de sus compañeros, según un estudio de la Confederación de Autismo en España, una cifra que, en el conjunto de los estudiantes, se reduce hasta la mitad.
En el caso de López, el acoso escolar ha sido una constante tanto en el colegio como en el instituto. Ya de pequeña, con tres o cuatro años, dejaron de invitarla a los cumpleaños, recuerda, aunque fue en la etapa adolescente cuando la discriminación se acrecentó. “Un día me escondieron la chaqueta y la bufanda y me dijeron que estaba en un patio exterior al instituto. Cuando fui a buscarlas, estaban quemadas”, relata López, a quien le costaba encajar en el grupo en esa etapa por la falta de interés en la fiesta y en las relaciones amorosas.
Para De la Guardia, repetir cuarto de primaria y dejar a los que hasta ese momento habían sido sus compañeros supuso “una caída en picado”, según cuenta su madre, Paqui Rivera. El acoso empezó en el instituto, ya sin su grupo de referencia, con frecuentes empujones e insultos. “Él apenas nos contaba nada y los profesores tampoco, así que tardamos dos años en ser realmente conscientes, cuando le reveló todo a la psiquiatra”, explica Rivera.
Que las personas del espectro autista estén incluidas en la sociedad una vez cumplida la mayoría de edad depende, en buena medida, de su experiencia en la escuela. La última reforma educativa —la LOMLOE, que data de 2020— insiste en reiterados apartados en reforzar la ayuda para los estudiantes con necesidades especiales. Para la psicóloga especialista en autismo Marta González, se debe “priorizar la inclusión social” antes que “el aprendizaje de conocimientos”. “Para moverte en la vida necesitas las habilidades sociales”, explica.
La decisión de acudir a un centro ordinario, cursada por el 80% del alumnado con autismo, o a uno especial varía en función de las necesidades de cada persona. El psicólogo especialista en TEA e impulsor de la aplicación AutisMind, Àlex Escolà, comenta que hay un punto de la adolescencia en el que “necesitan encontrar a otras personas con características y gustos similares con las que poder identificarse”.
Evitar que la adolescencia se convierta en un periodo de distanciamiento depende tanto del trabajo con las personas con autismo como del resto de la sociedad, según González. “Su integración no consiste en que hagan las mismas bromas que el resto, sino en que las entiendan y no se encuentren perdidos”, esgrime.
A los 15 años, De la Guardia se cambió a un centro de educación especial para personas con discapacidad leve, donde cursó un programa que terminaba a los 21, según cuenta su madre. En ese momento decidió apuntarse a un módulo de Administración y Marketing que terminó, pero como no le convencía del todo se inscribió en uno de auxiliar de Educación Infantil. A pesar de su formación, la entrada en el mundo laboral está siendo complicada. “Como no le convalidan el título de la ESO ni tampoco puede acceder mediante las cuotas reservadas a personas con discapacidad porque no las alcanza, se encuentra en un limbo”, explica su madre.
Entre el 76% y el 90% de las personas con TEA está desempleada y no desarrolla ninguna actividad productiva, así que López puede considerarse una excepción. Gracias a un programa de inserción laboral, lleva más de tres años trabajando en una tienda de ropa en Barcelona. Además, imparte clases de inglés a dos chicos que tienen un 66% de discapacidad y los acompaña una vez a la semana a diferentes museos de la ciudad. El presidente de Autismo España, Miguel Ángel de Casas, califica las tasas de desempleo como “alarmantes”. “Además de los ingresos que aseguren la calidad de vida, el trabajo es un factor clave para el desarrollo personal y la participación en la comunidad”, recuerda.
Una de las claves recogidas en el plan es incidir en la detección precoz para precisar los tratamientos que requiere cada persona. Aunque el autismo puede ser diagnosticado al año y medio de vida, la edad promedio a la que se detecta en España se sitúa alrededor de los cinco y medio, según un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental y el Instituto de Salud Carlos III. Escolà explica que, cuando se les diagnostica, es como una “liberación”. “Permite enfocar la intervención y que ellos mismos se conozcan”, comenta.
A López no se lo detectaron hasta los 19, cuando su psicóloga advirtió que mostraba un interés desmedido en la cultura judía; esto se denomina interés restrictivo y es algo característico en las personas con Asperger. Una inclinación que mantiene hoy en día y que aplica en una de sus aficiones, las pinturas artísticas al óleo. “Pintar da sentido a mi vida, porque me hace sentir viva”, zanja.