Sobre cómo Elon Musk llevó ‘La Fundación’ de Asimov al espacio
El proyecto Arch Mission, que logró cautivar a Elon Musk para que lo incluyera en su Falcon Heavy, responde a una ambición básica del ser humano: conservar su conocimiento
El espacio exterior, en órbita alrededor del Sol, parece un lugar perfectamente apropiado para La Fundación, la trilogía de Isaac Asimov. Y allí se encuentra en estos momentos una copia de los tres libros originales de la mítica saga. Está previsto que la obra de Asimov permanezca allí alrededor de 14.000 millones de años; es el tiempo que perdurará el dispositivo que los contiene, al menos lo que le atribuyen sus creadores.
La Fundación salió de los límites terrestres en el superdeportivo Tesla que SpaceX envió al espacio con el lanzamiento del cohete Falcon Heavy. La trilogía de ciencia ficción se coló de improviso en los planes de Elon Musk. Un usuario de Twitter, Nova Spivack, publicó un tuit pidiendo llamar la atención del CEO de SpaceX. Le pedía llevar los libros de Asimov al espacio y, de paso, echar un vistazo a su proyecto: Arch Mission.
Inspirado en la propia Enciclopedia Galáctica, de la que Asimov hablaba en La Fundación y que contenía todo el conocimiento de la civilización, Arch Mission se ha impuesto la tarea de almacenar el conocimiento humano en dispositivos que quiere repartir a lo largo del Sistema Solar.
El objetivo de los creadores de Arch Mission, un proyecto que se ha constituido como fundación sin ánimo de lucro, es que esta información perdure millones de años, para las generaciones futuras. ¿Pero de dónde viene esta ambición, tan practicada, por conservar el conocimiento? La profesora de la Universidad Complutense de Madrid Ángeles J. Perona, especializada en teoría del conocimiento, pone el énfasis en una idea sencilla: “El conocimiento humano, para los humanos, es un logro muy valioso. Porque nos permite hacer frente a los problemas de la vida. Nos permite seguir vivos”.
Perona también destaca un aspecto más allá de lo pragmático: “El conocimiento no es simplemente un instrumento. Es parte de nosotros”. Y aquí entra, según la profesora, el componente simbólico de los seres humanos, que está directamente relacionado con la curiosidad. Perona habla de la curiosidad no solo como un motor para crear conocimiento sino como un estímulo para conservar el que ya tenemos.
Un tesoro disperso por el Sistema Solar
El dispositivo que se lanzó en el Falcon Heavy, al igual que otros que desarrolla Arch Mission, emplea técnicas de almacenamiento óptico 5D. En una estructura de sílice de cuarzo, este pequeño contenedor con forma de disco puede almacenar hasta 360 TB. La tecnología la desarrolló el físico Peter Kazansky, de la Universidad de Southampton, que actúa como asesor en este curioso proyecto, nacido hace tres años.
La idea es lanzar dispositivos de este tipo a diferentes partes del Sistema Solar, para conformar lo que en Arch Mission han llamado La biblioteca solar. Está previsto que un nuevo disco llegue a la Luna en 2020 y después otro se encaminará a Marte. Cada uno de estos dispositivos tendrá la localización de los otros, así que quien quiera que se tope con uno podrá lanzarse en un viaje estelar a la búsqueda de los restantes.
Los creadores del proyecto admiten que las futuras generaciones no son las únicas posibles receptoras de la información. Los discos están preparados para durar 14.000 millones de años (por cierto, el mismo tiempo transcurrido desde el Big Bang). Se estima que a la Tierra le quedan unos 5.500 millones de años y que mucho antes dejará de ser habitable. Así que los discos de Arch podrían durar más que el planeta e incluso ser el último vestigio de la civilización humana en el Sistema Solar.
Los discos de Arch podrían durar más que el planeta e incluso ser el último vestigio de la civilización humana en el Sistema Solar
Aunque todo esto es muy futurible, Perona ve en el proyecto un afán de comunicación. “De mostrar un poco quién es la especie humana, porque efectivamente el conocimiento muestra en algún sentido, aunque no totalmente, quién es la especie humana", apunta la especialista en Teoría del Conocimiento.
Sin embargo, Perona ve un problema de metodología en Arch Mission. Sus creadores hablan de conservar el conocimiento humano, pero señalan que harán una labor de selección, como no podía ser de otra manera, para discriminar qué incluyen en sus discos. La profesora se pregunta quién hace esta selección y con qué criterios se delimita lo que es y lo que no es conocimiento.
Todo esto sin olvidar un pequeño detalle. "El conocimiento siempre es falible. No hay verdades eternas inmutables”, afirma. “Por lo que sabemos de la historia de los conocimientos humanos, lo que en un determinado momento era verdadero, luego deja de serlo”. Pero ya estará guardado en un disco de sílice de cuarzo, para orbitar durante millones de años.
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