'No hables con extraños’, una excelente serie
La serie de Netflix creada por Harlan Coben es un alarde de giros argumentales
Si Henry James publicó Otra vuelta de tuerca, Harlan Coben en su No hables con extraños es el amo de la ferretería. La serie de Netflix creada por Coben es un alarde de giros argumentales. Ocho capítulos de una estupenda adaptación de la novela homónima del tan citado Coben que engancha desde las primeras escenas y realizada con el rigor y la profesionalidad de las mejores series británicas, desde Line of Duty a Broadchurch o Endeavour.
La coprotagonista Siobhan Finneran, inspectora de la localidad que tendrá que resolver varios asesinatos y algún suceso sucesos extraño, viene ya curtida en mil batallas, entre otras en la también excelente Happy Valley, y lo hará sin inmutarse, con ese hieratismo tan frecuente en los/las inspectores/as de policías y al que solo le iguala otro de los personajes principales: Stephen Rea, inspector ya jubilado.
El leit motiv argumental es el desvelamiento de los secretos personales. Una joven perturbará la, en apariencia, relajada vida cotidiana de los protagonistas con la revelación de sus secretos más íntimos o los de sus familiares. Mitad chantajista, mitad misionera de la verdad, lo cierto es que desata una tormenta incontrolada de violencia entre todos los segmentos poblacionales, que diría un experto de marketing: desde los elementales púberes a los descatalogados imsersos.
Quizá la notable calidad media de las series británicas sean deudoras de aquellos jóvenes airados que a finales de los años cincuenta del pasado siglo conmovieron lo establecido con el llamado Free Cinema, un nuevo y sobrio estilo narrativo que fijó su mirada en las historias cotidianas de gente no menos cotidiana, sin trucos ni artificios: reales como la vida misma sin llegar al realismo social, esa sublimación de la clase obrera.
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