‘Schitt’s Creek’: así llegó una pequeña comedia canadiense a hacer historia en los Emmy
El boca a boca y la crítica han impulsado el fenómeno de culto creado en torno a la serie de Daniel y Eugene Levy
“Un amable recordatorio de que las series necesitan tiempo y espacio para sentar sus bases, desarrollarse y crecer. En las manos equivocadas, esta serie habría sido retirada de antena en su primera temporada por 'bajo rendimiento". Daniel Levy, canadiense de 37 años y con cuatro emmys bajo el brazo, tenía motivos para estar exultante el lunes, después de que la ficción que creó junto a su padre, Eugene Levy, y que dirige, produce, escribe e interpreta, ...
“Un amable recordatorio de que las series necesitan tiempo y espacio para sentar sus bases, desarrollarse y crecer. En las manos equivocadas, esta serie habría sido retirada de antena en su primera temporada por 'bajo rendimiento". Daniel Levy, canadiense de 37 años y con cuatro emmys bajo el brazo, tenía motivos para estar exultante el lunes, después de que la ficción que creó junto a su padre, Eugene Levy, y que dirige, produce, escribe e interpreta, hiciera historia en los premios más importantes de la televisión.
Schitt’s Creek estaba en todas las quinielas para llevarse el galardón de mejor comedia y algunos de los premios interpretativos, pero nadie contaba con que arrasara de tal forma: nunca antes una misma serie, comedia o drama, se había alzado con todos los premios de su categoría en los premios que concede la Academia de la Televisión de Estados Unidos. Los cuatro interpretativos, guion, dirección y mejor comedia. Si se suman otros dos que se le concedieron en días previos, los nueve galardones en total que logró la semana pasada coronan a Schitt’s Creek como la comedia más premiada jamás en los Emmy en un mismo año. Tales logros, casi con total seguridad, no entraban en los planes de sus creadores cuando en 2015 esta serie echó a andar en la televisión pública canadiense CBC. A ella y al pequeño canal de pago PopTV dedicó Levy el lunes un mensaje en Twitter en el que les agradecía una paciencia que muy pocas cadenas y plataformas demuestran últimamente y que, si es básica en la televisión, lo es más todavía en el caso de las comedias.
La serie de culto ante la que se han rendido los académicos estadounidenses arrancó hace cinco años y medio como la clásica historia del pez fuera del agua. La adinerada familia Rose lo pierde todo. Solo conservarán un pequeño pueblo, de nombre Schitt’s Creek, que el padre compró como regalo de cumpleaños a su hijo en una especie de broma tonta. Acostumbrados a todos los lujos imaginables, los cuatro miembros de la familia tienen que mudarse al motel de mala muerte de este pueblo y empezar una vida desde cero. En sus seis temporadas, la serie evoluciona para convertirse en un canto a la familia y, como dijo Daniel Levy en uno de sus múltiples discursos de agradecimiento del domingo, “los efectos de transformación que tienen el amor y la aceptación”.
Daniel y Eugene Levy crearon la serie movidos por la curiosidad por cómo sería la vida de multimillonarios capaces de excentricidades como adquirir un pueblo entero. Trataron de vender la idea en diferentes cadenas en abierto y de pago de Estados Unidos pero nadie la compró. Finalmente, lograron reunir el presupuesto necesario con un acuerdo con la cadena canadiense CBC, la distribuidora europea ITV Studios y el canal de pago Pop TV, propiedad del conglomerado de medios ViacomCBS y en el que se emitió la serie en Estados Unidos después de que arrancara en Canadá. Pero hasta que no estuvo disponible en Netflix en 2017 no empezó a extenderse su seguimiento entre el público estadounidense.
Gracias al boca a boca y a una base de fans pequeña pero ruidosa, la audiencia de la serie ha aumentado temporada tras temporada, algo de lo que pocas producciones televisivas pueden presumir. Entre su primer y cuarto años, la audiencia se duplicó en Pop TV. Con su quinta temporada logró sus primeras cuatro nominaciones al Emmy (que no se tradujeron en galardones), y para su sexta y última entrega, emitida a principios de este año, la serie ya era un fenómeno de culto que recibió la atención de los grandes medios estadounidenses. Sumando visionados en directo y en diferido, la última temporada promedió un millón de espectadores en Pop TV, todo un logro para un canal tan pequeño.
En España, los derechos de emisión de Schitt’s Creek pertenecen a Movistar +, que tiene disponible bajo demanda sus seis temporadas. Desde que el domingo la serie se alzara con todos los premios de comedia en los Emmy, su visionado ha experimentado un importante crecimiento en la plataforma de Telefónica. Según fuentes oficiales de la propia compañía, y aunque no facilitan datos exactos de ese incremento, los episodios que han experimentado una mayor demanda desde el domingo son los dos primeros de la serie y el comienzo de la última temporada, demostrando el poder de las galas de entrega de premios como campaña publicitaria para sus ganadores.
Con esta producción, los veteranos de la comedia Eugene Levy y Catherine O’Hara han logrado los primeros Emmy interpretativos de su carrera (ambos habían logrado este galardón como guionistas). Levy explicaba en una entrevista en The New York Times cómo las nuevas generaciones le reconocían ahora en la calle por su papel en la serie y no como el padre de American Pie. Algo parecido le ocurre a O’Hara tras años de carrera y papeles tan icónicos como el de la madre de Solo en casa. El éxito de la serie ha servido de trampolín a la carrera de Daniel Levy, que en 2019 firmó un contrato de tres años de duración con ABC Studios para crear series.
El triunfo de Schitt’s Creek se corresponde con el auge de la denominada comfort tv, programas que reconfortan a sus espectadores, les trasladan a un lugar seguro y feliz y ayudan a evadirse de la realidad. Se trata de un tipo de televisión que experimentó un crecimiento de demanda durante el confinamiento por la pandemia de la covid-19. Además, Schitt’s Creek ha sido aplaudida por el respetuoso y progresista tratamiento a la comunidad LGTBI.