‘Mythic Quest’, el buen humor sortea la pandemia
La comedia ambientada en la industria del videojuego regresa convertida en uno de los éxitos de culto de Apple TV+
Mythic Quest: Banquete de cuervos podría haber sido una comedia más ambientada en el lugar de trabajo. Un intento por parte de Apple TV+ de encontrar su propia The Office. Pero aquellos 10 episodios estrenados a principios de 2020 y otros dos capítulos especiales con la pandemia de fondo —uno rodado ...
Mythic Quest: Banquete de cuervos podría haber sido una comedia más ambientada en el lugar de trabajo. Un intento por parte de Apple TV+ de encontrar su propia The Office. Pero aquellos 10 episodios estrenados a principios de 2020 y otros dos capítulos especiales con la pandemia de fondo —uno rodado durante el confinamiento más estricto y otro que giraba sobre la vuelta a la oficina— consiguieron diferenciarse del resto. En un mes lleno de estrenos, su segunda temporada (que la plataforma estrena este viernes, con entregas semanales) se ha convertido en un esperado acontecimiento.
Los personajes de Mythic Quest son complejos, como lo es el mundo donde transcurre, el de los desarrolladores de videojuegos en línea. Al frente está un genio y ególatra creativo que ahora tiene que compartir los mandos de la empresa con una ingeniera, también brillante, convertida en codirectora creativa. Les acompañan el productor ejecutivo del videojuego, el responsable financiero, una ayudante bastante inquietante, la encargada de las redes sociales, las probadoras de los juegos y un escritor de novelas de fantasía y ciencia ficción. Todos con sus cualidades y ese punto excéntrico necesario para que las tramas funcionen. Y, a juzgar por la buena acogida entre la crítica, funciona.
La covid se cebó con el equipo de la serie cuando estaba a punto de comenzar la producción de la segunda temporada. Todo quedó patas arriba. La idea original era que los personajes acudieran a la E3, el mayor evento de videojuegos del mundo, en Los Ángeles. “Pero no se celebró en 2020, así que habría sonado muy poco realista si hubiéramos dicho: ‘Qué más da, hagamos como que sí”, cuenta por Zoom Megan Ganz, cocreadora del proyecto junto a Rob McElhenney y Charlie Day. “Reescribimos la temporada. No queríamos que estuviera centrada en la pandemia, porque imaginábamos que la gente estaría harta del asunto a estas alturas, pero claramente tiene lugar en un mundo que ha pasado por eso”, explica la guionista.
Por ejemplo, el personaje que interpreta F. Murray Abraham (que ganó el Oscar en 1984 por su papel de Salieri en Amadeus) todavía teletrabaja en la mayor parte de la nueva temporada. El actor, de 81 años, grabó buena parte de su participación desde su casa en Nueva York. Pero las restricciones no han impedido que su personaje, un veterano escritor, ganador del premio Nébula en los años setenta, aficionado a la bebida, responsable de la narrativa del juego y bastante perdido en el entramado digital, tenga mayor protagonismo en esta entrega, con dos episodios centrados exclusivamente en él. “Ha sido un regalo”, dice Abraham por videollamada. “Muy divertido, pero también un material bastante serio”, añade sobre el episodio que grabó, de forma presencial, con el también veterano William Hurt: “Recordamos nuestros tiempos en el Festival de Shakespeare en Nueva York. Trabajar juntos fue como unas vacaciones pagadas”.
Abraham trufa su charla de palabras en español que aprendió durante su juventud en El Paso, en la frontera con México. Habla con entusiasmo de su personaje. “Somos muy parecidos, tenemos la misma edad, a los dos nos gustan las mujeres y beber [ríe]. A los dos nos gusta trabajar y hemos cometido grandes errores. Creo que ocurre con la mayoría de personajes de esta serie, son humanos, gente de la que te preocupas realmente. Además hay respeto mutuo entre tres o cuatro generaciones, que es algo muy raro, casi nunca lo ves en las series. Normalmente si hay alguien mayor, será un abuelo al margen. Este hombre no, está vivo, se le permite hacer algo”, añade.
En consonancia con los tiempos que corren, esta es una temporada con una dosis ligeramente mayor de emotividad y drama que la anterior. “A la gente le encantó esa parte de la serie, como en el capítulo A Dark Quite Death [un episodio al margen de la trama central que contaba una historia de amor a lo largo del tiempo], donde queríamos ponernos a prueba a nosotros mismos y ver si podíamos incluir una nota más dramática. También este ha sido un año bastante dramático, donde la gente ha tenido mucha tragedia en su vida pero también comedia. Cuando los espectadores se acercan a nuestra serie quieren que les sorprendamos, y eso es lo que intentamos”, explica Megan Ganz, con una carrera televisiva que incluye títulos como Modern Family, Colgados en Filadelfia, El último hombre en la Tierra o Community.
El videojuego ficticio en el que se centra esta serie no solo tiene a un octogenario al frente de las tramas. Una mujer, Poppy (interpretada por Charlotte Nicdao), ha llegado a ponerse a los mandos del equipo junto a Ian (Rob McElhenney). “Creo que la mejor forma de romper estereotipos es ser realista. Hablamos mucho con nuestros productores en Ubisoft [compañía de videojuegos y una de las productoras de la serie] sobre cómo es ser una mujer en esa industria. Y sí, hay algunas en puestos de poder, pero también estamos representando a un montón de mujeres en posiciones más bajas que están entrando en la industria. Tenemos probadoras de juegos, una asistente, una responsable de recursos humanos… Queríamos mostrar cómo Poppy da un paso adelante para estar en el puesto de jefa y también cómo tiene un ego que contener. Mantenerla divertida y que cometa errores mientras aprende. Creo que por eso me siento unida a este personaje como mujer, y espero que otras mujeres también se vean reflejadas en ella”, completa Ganz.
Hablando de egos, F. Murray Abraham encuentra similitudes entre la industria de los videojuegos y la interpretación, mundos creativos donde es necesario mantener el ego bajo control. “Si tienes un ego poderoso, no puedes estar en este negocio, porque siempre vas a sentir que el fracaso es culpa tuya, que no les gustas tú. Los egos pueden ser un problema, pero tampoco creo que se pueda funcionar sin él. No siempre tener ego es algo malo, también es necesario”, concluye.
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