El bum televisivo sobre ETA cubre el vacío pedagógico de la política
Diez años después del final del terrorismo, series y documentales explican a las nuevas generaciones qué ocurrió
El décimo aniversario del final del terrorismo ha coincidido con una eclosión de telefilms, documentales y películas que han abordado el fenómeno etarra desde diversas facetas. El cambio más sobresaliente ha sido su irrupción en la televisión lo que ha ampliado su difusión especialmente con las series Patria y La línea invisible. Nuevos documentales, entre los que destaca ...
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El décimo aniversario del final del terrorismo ha coincidido con una eclosión de telefilms, documentales y películas que han abordado el fenómeno etarra desde diversas facetas. El cambio más sobresaliente ha sido su irrupción en la televisión lo que ha ampliado su difusión especialmente con las series Patria y La línea invisible. Nuevos documentales, entre los que destaca Impuros, y el éxito en las salas de Maixabel han completado el bum. Son productos de calidad estética y una entidad ética que deslegitima el terrorismo de ETA y descalifica el derrotismo de la victoria etarra sobre la democracia que esgrime la derecha radicalizada. Además, han cubierto el vacío político del décimo aniversario del triunfo democrático sobre el terrorismo, celebrado exclusiva y parcialmente en Euskadi.
El bum de la irrupción de ETA en la televisión con relatos de ficción lo refleja el libro ETA catódica. Terrorismo en la ficción televisiva (Laertes) de la profesora de la Universidad de Salamanca María Marcos Ramos, que complementa un texto también reciente, Testigo de cargo. La historia de ETA y sus víctimas en televisión (Ediciones Beta), de los profesores de la Universidad del País Vasco Santiago de Pablo, David Mota y Virginia López de Maturana.
Hasta la cercanía del fin del terrorismo, la televisión no promovió relatos de ficción sobre ETA. No lo hizo hasta que predominó la deslegitimación del terrorismo etarra y la preocupación por sus víctimas. El cine, que fue pionero en narrar historias sobre ETA —la primera en 1978, Comando Txikia, sobre el magnicidio de Carrero Blanco— centró sus rodajes en la organización terrorista. Tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, en 1997, proliferaron documentales televisivos en los que aparecen las víctimas del terrorismo.
El primer relato televisivo de ficción sobre ETA no se emitió hasta 2006 durante el proceso final del terrorismo. Fue Zeru horiek (Esos cielos), basada en una novela de Bernardo Atxaga. Siguieron cinco miniseries —48 horas, Una bala para el Rey, El asesinato de Carrero Blanco, El precio de la libertad y El padre de Caín—, un mediometraje —Aupa Josu— y dos telefilms —Huérfanos y Santuario—. Marcos Ramos las analiza detalladamente en su libro.
Santiago De Pablo explica el retraso: “Las televisiones quisieron evitarse problemas. El cine en la década de los ochenta y los noventa se caracterizó por una visión ambigua e incluso condescendiente con la violencia de ETA. De 2000 en adelante es más crítico con ETA y visualiza a sus víctimas. Entonces irrumpen los telefims. Los productores comprueban que la sociedad ha cambiado, que existe demanda y ven rentable su tratamiento televisivo”.
La obra del director de cine Imanol Uribe es la que mejor refleja la evolución de la sociedad, destaca Marcos Ramos. Desde El proceso de Burgos y Las fugas de Segovia, rodadas en la Transición, en las que relata, con cierta épica a la ETA enfrentada a la dictadura, hasta Lejos del mar, (2015) en la que critica abiertamente a la organización terrorista.
En Euskadi, se han realizado documentales en ámbitos de la izquierda abertzale que no han rebasado ese circuito. Algunos de la televisión vasca (ETB) han sido polémicos. Pero De Pablo subraya que los productos de ETB generalmente son críticos con la violencia de ETA. “Su singularidad es que enfatizan más que otras televisiones las otras violencias —BVE [Batallón Vasco Español] GAL, abusos policiales— y la reconciliación”. Lasa y Zabala (2014), de Pablo Malo, respaldada por ETB y basada en hechos reales —el secuestro, tortura y asesinato de dos presuntos militantes etarras— es la mejor película sobre la guerra sucia. Televisión española tuvo sin emitir, durante los siete años del Gobierno de Rajoy, El precio de la libertad, biopic de Mario Onaindia en el que narra su evolución de militante etarra condenado a muerte por la dictadura a estar amenazado por ETA por ser dirigente del Partido Socialista de Euskadi.
Éxito internacional
El actual bum televisivo sobre ETA está vinculado al reciente éxito de las series Patria, promovida por Aitor Gabilondo, y La línea invisible, dirigida por Mariano Barroso. Las dos, distribuidas por plataformas internacionales, han sido un éxito de masas y han acercado el significado de ETA a un público joven que lo desconocía.
Patria (HBO Max) narra brillantemente la corrosión del terrorismo en la convivencia y la obsesión de las víctimas por conocer la verdad y reparación con un final esperanzador de reconciliación. Refleja la Euskadi actual. Es clave de su éxito con una brillante interpretación, especialmente de Elena Irureta y Ane Gabarain. La otra clave es el éxito editorial de la novela homónima de Fernando Aramburu que la precedió.
Si Patria acaba en el final del terrorismo, La línea invisible (Movistar +) narra su origen, el primer asesinato etarra, el del guardia civil José Pardines. Su éxito radica en la credibilidad de sus personajes y la lograda ambientación del contexto en que surge el terrorismo, finales de los sesenta, que resulta inteligentemente deslegitimado en el desarrollo de la trama sin caricaturizar a los etarras. “Ambas series tienen una alta calidad estética y ética, reconocida masivamente. Han introducido a un público joven que maneja las nuevas tecnologías y quiere saber qué pasó. La televisión protagoniza ahora el tratamiento de ETA”, señala De Pablo. Una posición similar mantiene Marcos Ramos en su libro.
Impuros destaca por su éxito entre los documentales recién estrenados. La historia del socialista Eduardo Madina y del popular Borja Semper, unidos por los ataques de ETA, no se limita a denunciar el acoso de una organización totalitaria. Es un canto a la esperanza, a la tolerancia y un reproche a la derecha intransigente que les impide, como a otras víctimas, disfrutar del reconocimiento público de la victoria democrática sobre el terrorismo. Dos años antes, Lagun, de Belén Verdugo, narró la historia de la rebelión ciudadana contra ETA.
Maixabel, de Iciar Bollain, estrenada en sala en el décimo aniversario del final del terrorismo, ha cosechado otro éxito. Narra la historia real del encuentro entre Maixabel Lasa y el etarra arrepentido, Ibon Etxezarreta, miembro del comando que asesinó a su marido. La magnífica interpretación de Blanca Portillo y Luis Tosar ha contribuido a su éxito junto con el impacto de la historia que el público ha apreciado. “Está muy bien hecha. Tiene fondo ético. Le ha beneficiado el protagonismo de una mujer”, señala De Pablo.
La historia de Maixabel y de Ibon Etxezarreta se emitió por vez primera hace cinco años en el documental El fin de ETA, dirigido por Justin Webster y financiado por EL PAÍS y televisiones autonómicas. Su encuentro culmina la narración de los diez años previos al fin del terrorismo etarra, incluidas las conversaciones entre el Gobierno y ETA, con la participación de muchos de sus protagonistas. Posteriormente, Jon Sistiaga desarrolló el encuentro en su documental El final del silencio.
En la inmensa mayoría de los telefilms, documentales y películas de éxito realizadas desde el final del terrorismo predomina el relato de la verdad, la deslegitimación de ETA y una descalificación por la vía de los hechos de la falacia del triunfo social del relato etarra que esgrime la derecha radicalizada. Estos productos cinematográficos están cubriendo la tarea pedagógica que no ejerce una parte de la política con su sectarismo e intransigencia.
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