“Querida Sugar, mi vida es un desastre, y soy tú”: el poder redentor de la mayúscula ‘Tiny Beautiful Things’
Reese Witherspoon y Laura Dern vuelven a ponerse a los mandos de la adaptación de un ‘memoir’ de Cheryl Strayed (‘Salvaje’), esta vez de la época en la que escribía una columna de consejos mientras todo en su mundo se desmoronaba
Clare Pierce es una pequeña colección de desastres. Un enorme campo de minas que se hace saltar a sí misma inesperada y torpemente a cada rato. Hubo un tiempo en el que quiso ser escritora. Quiso ser, en concreto, la próxima Eudora Welty. Lo hablaba sin parar con su madre, epicentro de su vida entonces, y motor, en el futuro, de su poderosa y memorialística obra. Cuando la historia de la brillante, y dolorosísima, de la luminosamente dramática y redentora Tiny Beautiful Things (Disney+) arranca, Clare ha c...
Clare Pierce es una pequeña colección de desastres. Un enorme campo de minas que se hace saltar a sí misma inesperada y torpemente a cada rato. Hubo un tiempo en el que quiso ser escritora. Quiso ser, en concreto, la próxima Eudora Welty. Lo hablaba sin parar con su madre, epicentro de su vida entonces, y motor, en el futuro, de su poderosa y memorialística obra. Cuando la historia de la brillante, y dolorosísima, de la luminosamente dramática y redentora Tiny Beautiful Things (Disney+) arranca, Clare ha cumplido los 49 años, su marido acaba de echarla de casa, y su hija de 16 años la odia. No escribe, bebe más de la cuenta, duerme en la residencia en la que trabaja, y en la que acaban de denunciarla por eso mismo, ¿y de veras su viejo amigo Sam cree que podría convertirse en Sugar, la columnista que responde preguntas de los lectores desesperados de la publicación para la que trabaja? ¿Cree que alguien como ella debería dar consejos?
Clare —una siempre portentosa Kathryn Hahn, capaz de convertir en oro interpretativo cualquier personaje que toca: de hecho, les da un carácter tan propio que la sensación es siempre que nadie más podría haberlo hecho— es, en realidad, Cheryl Strayed, la mujer que en 1995 recorrió a pie más de 1.500 kilómetros del Sendero del Macizo del Pacífico —el que va desde México a Canadá, y atraviesa tres estados de la costa Oeste— y que luego lo contó en un memoir, Salvaje, del que Reese Witherspoon se enamoró. La actriz compró los derechos, enroló en el proyecto al futuro director de Big Little Lies, el desaparecido Jean-Marc Vallée, y a su amiga Laura Dern, y rodó una película que se ha convertido en una especie de clásico oculto: Alma salvaje. No es, pues, casual que ambas estén tras los mandos de Tiny Beautiful Things. Lo fascinante es la manera en que han entendido —y cuidado— lo valioso de cada enorme paso que ha dado Strayed intentando recomponer aquello con lo que la fulminante muerte de su madre acabó: ella misma.
Strayed tenía 22 años —y acababa de graduarse en la universidad— cuando Bobbi Lambrecht, su madre, murió. Bobbi tenía 45 y, a su muerte, dejó a Strayed y a su hermano adolescente solos en el mundo. Lambrecht se había abierto camino sola con los niños —su historia con el padre de ambos es terrorífica—, y aunque estuvo siempre sin blanca —ni siquiera tenían agua corriente en casa—, trató de pasarlo siempre en grande. En realidad, trató de disfrutar de cada segundo, olvidando lo horrible y centrándose en el hecho de que estaban juntos y de que cualquier cosa que les ocurría era un pequeño milagro. Strayed jamás imaginó que iba a tener que vivir en un mundo en el que su madre no estuviera. Y cuando desapareció, se hundió. Todo lo que ha hecho desde entonces ha sido tratar de recomponer los pedazos de la cosa rota en la que se convirtió. Y que la llevó a tener una vida disoluta: sexo autodestructivo, heroína y mentiras por todas partes.
La forma en que Liz Tigelaar, la encargada de adaptar la parte de la vida de Strayed que se narra en Tiny Beautiful Things —sí, ella también escribió una columna de consejos, fue, literalmente, la Sugar a la que se dirigen las cartas—, encapsula esta especie de, a la vez, precuela y secuela de Alma salvaje, en capítulos de 30 minutos con aspecto de montañas rusas emocionales, es fascinante. Cada final —el consejo que Clare da por carta a un lector— se vive como un pequeño fin del mundo, y a la vez, como algo poderosamente emancipador. Cada carta es un espejo en el que Clare se mira y ve un pedazo de sí misma, una cicatriz que lucir como se lucen los galones de las batallas perdidas. “El duelo no se va a ninguna parte, se atraviesa, vive contigo”, le dice Sugar a una lectora, y también, “haz de la vida de quien ya no está algo hermoso”. Fue algo que le dijo una vez su madre. Y eso, se diría, es lo que Strayed hace una y otra vez. Francamente bien. No se la pierdan.
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