Blanca Portillo: “Cada vez veo menos series. Quiero vivir más que ver”
La actriz, que acaba de recoger el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro, estrena la segunda temporada de ‘Días mejores’ en Prime Video, y la primera se podrá ver en Telecinco próximamente
“La vida rima”, asegura Blanca Portillo cuando habla del nombre de su personaje en Días mejores, la doctora Soledad Laforet. Cuenta que su casa de campo antes perteneció a la autora de Nada, Carmen Laforet, y que la nieta de la escritora se puso en contacto con ella para comentarle que allí jugaba de niña.
Portillo (Madrid, 60 años) está a punto de coger vacaciones, no recuerda cuándo fue la última vez que paró un mes. Deja trabajando a la psicóloga a quien encarna en la serie, ...
“La vida rima”, asegura Blanca Portillo cuando habla del nombre de su personaje en Días mejores, la doctora Soledad Laforet. Cuenta que su casa de campo antes perteneció a la autora de Nada, Carmen Laforet, y que la nieta de la escritora se puso en contacto con ella para comentarle que allí jugaba de niña.
Portillo (Madrid, 60 años) está a punto de coger vacaciones, no recuerda cuándo fue la última vez que paró un mes. Deja trabajando a la psicóloga a quien encarna en la serie, la segunda temporada se estrenó en Prime Video el 28 de junio. La primera se podrá ver “próximamente” en Telecinco, según anuncia la cadena sin concretar fecha. La semana pasada recogió el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro, en su discurso de agradecimiento puso el foco en la palabra y en la importancia que tiene su buen uso. Es una de sus herramientas de trabajo. Cuando vuelva del veraneo, regresa al teatro, a la adaptación de la obra de Almudena Grandes La madre de Frankenstein, y tiene pendientes más estrenos de cine y de televisión: Teresa, filme dirigido por Paula Ortiz, basado en La lengua en pedazos, de Juan Mayorga; y otra serie en RTVE.
La doctora Laforet defiende que la vida es un caos, más que rime. Portillo asegura que el caos también rima.
Pregunta. Su personaje repite que es una mujer de mediana edad. ¿Es usted una mujer de mediana edad?
Respuesta. No uso esa expresión. No sé qué es la mediana edad. Estas a medias de algo. Yo ya estoy más allá de la mitad. No me quedan 60 años por delante.
P. ¿Querría?
R. A mí me dicen que firme otros 60 y los firmo. A no ser que me digan que me voy a caer por los rincones de putrefacción.
El término ETA se usa como arma arrojadiza y eso es deleznable
P. ¿Con cuál de sus pacientes en Días mejores se siente más identificada?
R. Obviamente con el de Alba [Planas], no. Es una niña. Es una maravilla de actriz. Es un personaje muy especial en una edad muy especial y se ha metido en un berenjenal. Está muy alejado de mí.
P. La doctora no juzga a Graci (el papel de Planas), que con 20 años se insemina de su novio que ha muerto de cáncer. Pero usted, ¿qué le diría?
R. Que es una locura. Que no lo haga. Pero creo que es bueno que en la serie se manden mensajes a la gente de esa edad, es un sector de la población que tiene muchos problemas, muchos más de los que nos imaginamos y es justo que se les escuche.
P. Cuando protagonizó Maixabel tuvo trato cercano con Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en 2000. ¿Qué le parece que el término ‘ETA’ siga tan presente?
R. Está presente para usarlo como arma arrojadiza, cosa que me parece deleznable. Sobre todo, por la falta de respeto a la gente que lo sufrió. Deberíamos sentirnos muy orgullosos de que haya pasado. Y no hacer uso malsano (recalca “malsano”), lo digo con todas sus letras, de un tema tan tremendo como este.
P. Además de una de sus herramientas de trabajo, ¿qué más es la palabra para usted?
R. Es nuestro espacio de libertad. Nadie puede robarnos el derecho a la palabra. Y si lo intentan, tendremos que luchar con todas nuestras fuerzas. Pero también es verdad que es una herramienta de manipulación, así que seamos responsables. Reivindiquemos nuestro derecho a la palabra.
P. Y Juan Mayorga, dramaturgo y uno de los académicos de la casa donde se vela por las palabras, ¿qué es para usted?
R. Lo primero, un amigo. Y, probablemente, la persona más inteligente que conozco, en todos los sentidos. Es muy sabio y culto. Tiene capacidad de asociar cosas dispares, de construir un discurso. Es un genio, un referente. No sé cómo llamarlo. Pero es mi colega y mi amigo. ¡Es la hostia!
P. ¿Es consciente de que usted también es una voz con mucho peso en la cultura? ¿Siente esa responsabilidad?
R. Demasiado. Que no se me tome tan en serio, por favor. Pero sé que ya es difícil salir de donde estoy metida, por eso tengo que ser muy cuidadosa, porque sé que lo que digo tiene una transcendencia que a veces no me espero.
P. Cuénteme alguno de sus placeres culpables
R. La cerveza, es que me gusta mucho... [Contesta mientras se toma una en una terraza del centro de Madrid. Al pedirla dijo: “Una cerveza, que no tengo nada que hacer esta tarde”].
Nadie puede robarnos el derecho a la palabra. Y si lo intentan, tendremos que luchar con todas nuestras fuerzas
P. ¿Y qué está viendo ahora?
R. Me da vergüenza, pero cada vez veo menos de todo. En teatro no busco grandes autores ni grandes actores. Busco gente que tenga un lenguaje propio, que cuente historias que les salgan del hígado, que, además, es lo que a mí me apetece hacer. Y de series estoy agotada. No me da la vida. Quiero vivir más que ver.
P. ¿Vendrán días mejores?
R. Mi lado naif se dispara y digo un sí rotundo, pero para mí.
P. ¿Y qué opina su parte pragmática?
R. En general, no. No veo un futuro bonito. Si, para mí, vienen días mejores de los que he vivido, me doy con un canto en los dientes porque vivo días muy hermosos. Mi futuro no lo veo oscuro, sinceramente. Además, ya me ocuparé yo de que no lo sea.
Quiero escribir. Guion, teatro... me encantaría llegar a escribir una novela. Pero sí, quiero escribir y contar. Creo que eso también sería bueno. En esta profesión tenemos poca gente que nos legue experiencia. Yo devoro las memorias y los libros de quienes se dedican a esto. Me encantaría contar mi experiencia por si sirviera para algo.
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