El 60% de los nuevos inmigrantes en Estados Unidos ya tiene empleo
Economistas de la Reserva Federal de Dallas afirman que hay una aportación notable en el PIB por la oleada de nuevos trabajadores extranjeros y un efecto mínimo en inflación
Tan pronto como han podido, los nuevos inmigrantes que han llegado a Estados Unidos se han ido sumando a la fuerza laboral. Según los cálculos de economistas de la Reserva Federal de Dallas, el 60% ya está empleado. Son trabajadores que están contribuyendo al crecimiento de la economía del país y, a la vez, dando argumentos a las autoridades locales de las ciudades y Estados que acogen a los extranjeros recién llegados y demandan que el Gobierno federal haga más para agilizar los permisos de trabajo para los inmigrantes.
El informe publicado por esta división de la Reserva Federal se basa en los datos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) —un órgano técnico y apolítico— y las cifras de la Encuesta de Población Actual (CPS). La CBO estima que la población extranjera ha aumentado en 2.6 millones de personas en 2022, con un incremento estimado de 3.3 millones anualmente en 2023 y 2024. Son unas cifras que están ligeramente por encima de las estimadas por la CPS con las que se hace una media.
Comparado con la población del país, la nueva oleada de inmigrantes de los últimos años ha estado formada por hombres en edades en las que hay una mayor participación laboral. La mayoría de ellos tienen menos de 55 y los hombres inmigrantes de más de 30 años tienden a trabajar o buscar empleo a tasas más elevadas que el resto de la población en su conjunto, según ha analizado la CBO.
Aunque no todos los nuevos inmigrantes son latinos, el hecho de que se haya alcanzado esta ocupación por parte de quienes han llegado al país en los últimos años está muy en línea con la alta participación activa en el mercado laboral de los trabajadores de esta comunidad. Ente los latinos hay más personas empleadas o buscando activamente empleo que en la media del país y tradicionalmente también tienen la relación más alta de trabajadores con respecto al conjunto de su población, como muestran las cifras de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Este informe se suma a una serie de estudios que concluyen que hay una aportación positiva de la inmigración. En concreto, los economistas de Dallas hablan de un impulso notable al PIB real (ajustado a la inflación) pese a la retórica política en contra de estas llegadas, como la del expresidente Donald Trump, quien sostiene que los inmigrantes están arruinando la economía del país.
Los economistas de la CBO recientemente apuntaron que no solo era positiva para el crecimiento económico, sino también para la reducción del déficit, dado que se va a ingresar más por impuestos que lo que se va a gastar. No obstante, apuntaban que hay una mayor presión en las finanzas locales y estatales, que son las que atienden las necesidades esenciales de vivienda, salud y educación de los recién llegados. Una mayor integración laboral permite un alivio en este sentido muy buscado por alcaldes y gobernadores. Para recibir un permiso de trabajo, los inmigrantes deben esperar desde seis meses hasta más de un año.
Otro aspecto del empleo de estos inmigrantes es que el impacto en la inflación, según estos especialistas de la Reserva Federal de Dallas, es reducido. De acuerdo con su estudio, el efecto en la moderación o el alza en la inflación por el crecimiento de la población depende de varios factores y, por ejemplo, sin un aumento de inversiones en capital que acomode un mayor empleo y más producción, se pueden deprimir los salarios durante un tiempo. Normalmente, estas inversiones llegan con un cierto retraso. Pero si además los nuevos inmigrantes son menos cualificados y se inclinan por aceptar trabajos manuales, la necesidad de hacer inversiones en capital disminuye, suavizando los impactos inflacionarios.
Los autores también señalan que los hogares “generalmente se resisten a reducir el consumo por debajo de un nivel percibido como esencial, y es más probable que los nuevos inmigrantes consuman todos sus ingresos, exacerbando las presiones inflacionarias”. Es decir, se crea una equilibro debido a estos varios factores.
En esa misma línea, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que esta semana compareció ante el Senado para presentar su informe semestral de política monetaria, dijo que en el agregado las altas tasas de inmigración no están, en su conjunto, impactando la inflación. En respuesta a una pregunta del senador republicano por Ohio, J.D. Vance, el responsable de la política monetaria concretó que la inflación “es neutral en el largo plazo” y concedió que, en el corto plazo, la inmigración “podría haber ayudado porque el mercado laboral se volvió más flexible debido a la mayor cantidad de trabajadores”.
Los economistas de la Oficina Presupuestaria del Congreso ven en la llegada de miles y miles de inmigrantes una presión a la baja en los salarios y, por lo tanto, en el efecto inflacionista de estos ingresos. “Como media, los inmigrantes que han llegado tienen menos nivel de formación que los trabajadores de Estados Unidos, además de que trabajan más horas en sectores de la economía que paga salarios más bajos que la media”, explican. Esta presión a la baja, dicen desde la CBO, es más fuerte para los salarios de los trabajadores con menos formación del país y más intensa aún para los propios inmigrantes, que además tienden a tener “una posición de negociación más débil al tratar con los empleadores”. Esto es algo que cambia con el tiempo, a medida que el empleado ganar experiencia trabajando en el país. Según los cálculos de los economistas de la CBO, el proceso toma una media de ocho años.