Paco Clavel: “Fue muy difícil despojarme de la basura que me inculcaron la dictadura y la Iglesia”
Uno de los máximos exponentes de la Movida madrileña se sienta en la silla de ‘Un íntimo consejo’ para dialogar con su juventud y aconsejarse, a toro pasado, en los momentos más decisivos de su vida
Paco Clavel (Iznatoraf, Jaén, 1949) imaginaba Madrid como en las películas. La suya, la de Francisco Miñarro López —eso pone en su DNI—, fue una infancia más o menos normal. “Más o menos normal... para la época”, apostilla. A los siete años, sus padres trasladaron la casa familiar del pueblo jienense a Valdepeñas (Ciudad Real). De ahí tiene Paco buenos recuerdos, pero también otros muy malos. “Aunque eras un niño y no te dabas cuenta”, recuerda, “la dictadura era durísima y la represión se palpaba en el ambiente”. Con los ojos puestos en un montaje que le encanta en el que aparece él —de monaguillo— en una vidriera propia de las iglesias, añade: “Para los chavales de aquella época fue muy difícil despojarnos de toda la basura que nos inculcó la dictadura y la Iglesia”.
Clavel es el protagonista de la quinta entrega de Un íntimo consejo, la serie de EL PAÍS en la que figuras relevantes de la cultura, los medios de comunicación y la política conversan sobre su juventud y llevan a cabo reflexiones útiles para las nuevas generaciones.
Cuando murió el dictador —”Bye, bye”, dice Paco—, el artista ya llevaba un tiempo en la capital y se encontró inmerso en un magma artístico que lo embriagó y lo abdujo. Rodeado de cerebros prodigiosos como el de Pedro Almodóvar, Fabio McNamara o Luis del Campo, estrenó el primer disco independiente de la historia de España en colaboración con la ya mítica Vía Láctea, todavía en activo. Aquel chaval que se había sentido siempre diferente, en sus propias palabras, había encontrado, de algún modo, su lugar.
Por eso, si tuviera la posibilidad de hablar con el monaguillo, con aquel niño nacido en Jaén al que llamaban Paquito, le diría: “Intenta ser tú mismo, con tu coco”. Aunque no fue fácil romper todos los moldes en los que trató de encorsetarlo, como a la mayoría de los niños y niñas de su generación, Clavel lo logró y, hoy, está en paz con él y con su pasado. “A lo hecho, pecho”, concluye. A sus espaldas, un papel preponderante en la escena artística de la Transición, los años que cambiaron España, y una trayectoria inequívoca de libertad e independencia.