Una Galicia a años luz de los despachos de los ministros
Pescadores y voluntarios dejan de oír la radio y la televisión para ahorrarse la indignación por las declaraciones del Gobierno
A pie de playa y con la ropa manchada por el fuel las cosas suelen verse distintas que en un despacho ministerial. Pero el patrón mayor de Fisterra, José Manuel Martínez, Manolete, nunca creyó vivir en una galaxia tan distante a la del ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. "¿Cómo puede decir este señor que las playas gallegas totalmente afectadas por el fuel son sólo dos? ¡Pero si sólo en el pueblo ya tenemos cuatro!".
Las palabras de Matas en el Congreso el pasado lunes, donde cifró en dos las playas "totalmente afectadas" por el vertido de fuel del Prestige y en otras cuatro las que se encuentran bastante contaminadas no hicieron nada más que encender la cerilla de una nueva polémica que a mediodía de ayer ya era una hoguera de dimensiones espectaculares. Quien alentó el fuego fue Federico Trillo, ministro de Defensa, al destacar en la radio lo "limpias y esplendorosas" que según sus ojos están las playas gallegas y la "magnífica" visión que tuvo desde el helicóptero que el lunes lo paseó por los alrededores de A Coruña en un vuelo de inspección antes de almorzar con Manuel Fraga.
"Mire usted, yo ya no tengo palabras", seguía ayer Manolete, al escuchar las como mínimo optimistas declaraciones de los últimos ministros de José María Aznar que han hablado sobre el desastre del Prestige. "Yo sólo puedo opinar de lo que veo y aquí, lo que hay es toneladas y toneladas de fuel por todas partes". "A lo mejor no se ve desde el aire, pero debajo de algunas playas que ellos dicen que están limpias estamos encontrando capas de chapapote de 80 centímetros".
Muchos pescadores y voluntarios aseguran haber dejado de mirar la televisión y escuchar la radio hace ya muchos días. Tras un mes y medio de mareas negras que en la pequeña pantalla son manchas de fuel y playas parcialmente contaminadas que en la vida real son arenales asfaltados, prefieren callarse y dedicar sus energías a limpiar. A limpiar y contenerse.
Ahora, por ejemplo, el objeto de debate no es otro que saber qué es y qué no es una playa. Manuel Noceda, el teniente de alcalde socialista de Carnota, en medio de la particular zona cero gallega, sospecha que si los datos de Medio Ambiente son tan optimistas es porque "ellos sólo cuentan las playas contaminadas y consideran como playa las zonas con arena pero, ¿qué hay de las calas, las caletas?, ¿es que acaso no son playas?".
Los habitantes de Muxía, también en la Costa da Morte, miran con indiferencia e incredulidad las cifras que día a día presentan los consejeros de la Xunta de Galicia y los ministros de Aznar. El patrón mayor, Javier Sar, ironiza también sobre lo que el Ejecutivo considera como playa afectada o parcialmente afectada. "¿Qué significa parcialmente afectada, que hay mierda en un 25%?, ¿que está limpio un 70%? O hay chapapote o no lo hay y el fuel, aquí, asoma por todas partes".
Todos afirman que el Gobierno prefiere hablar de playas afectadas en lugar de zonas contaminadas porque las playas son relativamente fáciles de limpiar. Libres de rocas, a menudo con un camino hasta la orilla y sin obstáculos naturales, técnicos y voluntarios pueden limpiar una playa en sólo una jornada. "Pero el problema está en las rocas y los acantilados. Si limpias la playa y dejas el fuel en las rocas, como tenemos que hacer en muchos sitios, el chapapote no tarda en volver", afirma Sar, quien tampoco entiende por qué el Gobierno se refiere a la Costa da Morte, tierra de percebeiros y equilibristas de los acantilados, como si fuera una turística playa mediterránea. "¿Se creen que aquí todos vivimos del turismo? No saben que son los acantilados y las rocas lo que nos da vida y no la playa? ¡Pues que limpien esto también!".
Juantxo Lopez, de Greenpeace, ya tiene su colección particular de datos contradictorios ofrecidos por el propio Gobierno los últimos días. "Matas dijo en el Congreso que la contaminación de las islas Cíes no es un problema. ¿Cómo se atreve a decirlo si hace sólo siete días admitía que el 90% de esta zona estaba afectada?". Por ello tampoco debió de hacer mucho caso cuando ayer escuchó a Trillo afirmar que la costa gallega "no es el apocalipsis que se ha descrito".
Incluso los alcaldes del PP, tratando de minimizar las declaraciones de Trillo y Matas, acaban afirmando que la idílica situación que se describe en los discursos de los ministros no es tal. El alcalde de Muxía, Alberto Blanco, del PP, afirma: "Matas dijo que lo de las playas estaba controlado, no habló de las rocas y los acantilados". "Si nos ponemos a hablar de esto las cosas cambian", admite Blanco abiertamente. Y ciertamente, el itinerario por carretera entre Carnota y Fisterra no deja lugar a dudas. Si bien es cierto que pocas playas presentan manchas importantes en superficie, no hay que buscar mucho para encontrarse con rocas, rincones y caletas impregnadas de chapapote.
Además, aunque la mancha principal seguía alejándose de las costas gallegas en dirección a Francia, el litoral todavía continúa recibiendo los fragmentos que se desprenden de ella. Son las temidas galletas. Temidas porque en una noche pueden ensuciar de nuevo playas enteras, galletas porque muchos prefieren bautizar con nombres biensonantes lo que en cualquier otra parte se llamaría por su nombre: contaminación y punto.
Pero mientras la mancha se aleja de Galicia y se acerca a las costas francesas nada hace prever que el Prestige deje de verter su particular sangría al mar. El fuel del barco ha comenzado a salir por seis nuevas grietas detectadas en el castigado casco del buque que descansa a 3.600 metros de profundidad. Mariano Rajoy, en su habitual rueda de prensa en A Coruña, otorgó todo un título al barco: "La espada de Damocles que pesa sobre nuestras cabezas".
Menos literario se mostró al ser preguntado por qué no entregó al Congreso más que un fragmento de 10 páginas del documento de Salvamento Marítimo sobre el hundimiento del Prestige cuando éste, en realidad, contaba con 58 páginas. "Es un tema que no me preocupa", afirmó visiblemente molesto antes de cortar las preguntas de los informadores y desearles, eso sí "felices fiestas".
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