Bancaja entra en el Valencia
La caja de ahorros impone al club un gestor que reducirá los gastos de la plantilla
Bancaja ha tomado el poder en el Valencia. A cambio de su ayuda financiera, la caja de ahorros valenciana le llevará las cuentas. Es el principal acreedor del club de Mestalla, que le adeuda 240 millones de euros, e impone sus condiciones. Lo hará a través de un hombre de confianza, Javier Gómez, un gestor que ya estaba en el Valencia y al que ascendió ayer a consejero delegado en la reunión del consejo de administración. Eso supone vaciar de poder al todavía presidente, Vicente Soriano, y exigir la dimisión de un vicepresidente, Miguel Zorío, que ya se ha marchado. Bancaja le ha pedido a Gómez una auditoría y las prioridades en los pagos de la deuda, que, en total, supera los 450 millones. Es una especie de concursos de acreedores encubierto y apoyado por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, con un peso notable en la caja. Es la primera vez en España que una entidad bancaria entra en la gestión de un club de fútbol de una manera tan directa.
El nuevo consejero delegado está dispuesto a vender a los mejores jugadores
Gómez, que tendrá todo el poder ejecutivo, buscará "la confianza de las instituciones y de los bancos" a través de un nuevo plan de viabilidad basado en la austeridad. Y en la contención del gasto, sobre todo "en la plantilla", según dijo tras la reunión del consejo de administración. "Nunca, con mi carácter, voy a ser un presidente florero", clamó, a su vez, Soriano.
"Era imprescindible entrar. Hasta ahora eran todo mentiras", dijo ayer una fuente de Bancaja en alusión a la desconfianza que originaban en la caja de ahorros tanto Soriano como Zorío. El primer objetivo es tapar las deudas más acuciantes: 15 millones por la mitad de las fichas anuales de los jugadores, que sufren el atraso desde principios de febrero, y 14 millones por las obras del nuevo estadio, paralizadas desde la semana pasada por la constructora, la unión temporal de empresas formada por Bertolín y FCC. Se trata de disipar la enorme presión psicológica que las deudas ejercen sobre la entidad.
El director general de Bancaja, Juan Zurita, es el que ha impulsado las negociaciones. Considera a Gómez "un hombre honrado". Un gestor muy pulcro que lo pasó muy mal con el ex presidente y máximo accionista, Juan Soler, por la tendencia de éste a un absoluto descontrol de las cuentas, que es lo que llevó a triplicar la deuda de la entidad en cuatro años, desde 2004 hasta 2008.
Gómez está en el Valencia desde 1999. "Lo traje yo de una empresa de locomotoras", explica Manuel Llorente, ex consejero delegado del club y actual presidente del Pamesa, de baloncesto. "Me apoyé en él para llevar el control presupuestario", agrega Llorente. Y para una serie de traspasos de jugadores (Piojo López, Farinós, Gerard y Mendieta) que en su momento resultó impopular, pero que proporcionó estabilidad económica. "A Piojo lo vendimos al Lazio en noviembre de 1999 y nadie lo supo hasta siete meses después", recuerda Llorente.
Así que Gómez está preparado para tomar medidas frías e impopulares. La venta de los mejores jugadores. "Gómez pensará en lo mejor para el club mientras que Soler y Soriano pensaban sólo en sí mismos", opina un ex directivo del Valencia.
Soriano, que es el segundo máximo accionista, llegó a la presidencia en agosto pasado tras un pacto con Soler. En él se comprometía a vender las parcelas del viejo Mestalla por 300 millones y a comprarle a Soler sus acciones por 80 millones. No cumplió ninguna de las dos promesas.
Fernando Gómez, ex centrocampista del club y ahora vicepresidente, se queda como la opción más sólida para suceder a Soriano. Cuenta con el respaldo de Bancaja y de la Generalitat, de la que fue director general de Deportes antes de volver al Valencia. La intervención del presidente Camps fue decisiva para que Soler accediera al poder en el Valencia en 2004, invitando al entonces máximo accionista, Francisco Roig, a que abandonara el club.
Fernando fue convocado ayer por el máximo accionista para una reunión. Soler entiende que Fernando va a ser el próximo presidente y quería mejorar sus relaciones con él, dañadas por un intento frustrado de ficharle como director deportivo en su etapa de presidente. Soler intentó justificar ante Fernando su pésima gestión como presidente. Sin éxito.
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