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El régimen iraní presiona para llevar a juicio a los líderes reformistas

Jefes de la Guardia Revolucionaria denuncian un complot de Jatamí y Musaví

Ángeles Espinosa

El sector más duro del régimen iraní aumentó ayer sus presiones para aplastar a la oposición reformista. Dos altos cargos de los Guardias Revolucionarios (los Pasdarán) pidieron que se lleve ante los tribunales al ex presidente Mohamed Jatamí y a los candidatos opositores Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, por su responsabilidad en las protestas poselectorales. Sin embargo, la noche anterior, el fiscal general de Irán reconoció que algunos de los detenidos en esas manifestaciones habían sido torturados, lo que parece indicar divisiones en la cúpula del poder. En consecuencia con ese anuncio, cuatro policías acusados de malos tratos han sido detenidos.

El jefe del buró político de los Pasdarán, Yadollah Javaní, defiende en el semanario Sobhe Sadegh, que ha habido un complot para fomentar una revolución de terciopelo contra la República Islámica: "¿Cuál ha sido el papel de Jatamí, Musaví y Karrubí? Si son los instigadores, y tal es el caso, los responsables de la justicia y de la seguridad deben detenerles, juzgarles y castigarles para apagar las llamas de ese complot".

En similares términos se expresó el general Masud Jazayerí, jefe de Estado Mayor adjunto para asuntos culturales y propaganda de ese ejército ideológico que sólo responde ante el líder supremo. "Los ciudadanos y los instigadores del complot esperan a ver cómo se actúa contra los responsables", declaró Yazayerí, según la agencia oficial Irna. Además, pidió más control sobre las embajadas y los periodistas extranjeros acreditados en Irán.

No es la primera petición para que se juzgue a las tres principales figuras del régimen que han cuestionado el resultado electoral del 12 de julio. Varios diputados fundamentalistas expresaron hace unos días su intención de presentar una denuncia contra Musaví por ser "el responsable de los disturbios poselectorales".

En ese clima de enorme tensión, el reconocimiento de torturas por parte del fiscal general, Ghorban Ali Dorri-Nayafabadí, parece revelar divisiones entre los gobernantes sobre cómo salir del actual atolladero político. Mientras que un sector insiste en aplastar a los contestatarios, otro más moderado se inclinaría por calmar la situación. Dorri-Nayafabadí habló de algunos "errores" como la causa de "dolorosos accidentes que no pueden defenderse, y cuyos responsables deben ser castigados".

"Tal vez hubo casos de tortura en los primeros días tras las elecciones, pero estamos dispuestos a hacer un seguimiento de cualquier queja o irregularidad que se haya producido", dijo el fiscal, citado por la agencia Ilna.

En la mente de todos estaba el centro de detención de Kahrizak, donde murieron tres de los manifestantes arrestados, entre ellos el hijo de un colaborador del candidato conservador Mohsen Rezaí. El líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ordenó su cierre.

"El responsable del centro ha sido cesado y encarcelado. Tres policías que golpearon a detenidos también han sido detenidos", anunció ayer el jefe de la policía, Esmail Ahmadi-Moghaddam, citado por Irna. Incluso la cadena estatal PressTV describe Kahrizak como un lugar "donde los guardianes maltrataban a los detenidos".

Vista general de la sala donde se celebra el juicio contra docenas de opositores en Teherán.
Vista general de la sala donde se celebra el juicio contra docenas de opositores en Teherán.AP
De izquierda a derecha, los candidatos Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubí y el ex presidente Jatamí.
De izquierda a derecha, los candidatos Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubí y el ex presidente Jatamí.AFP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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