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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Zikosis’

El zika es una de esas enfermedades que traspasan la barrera del sonido

Jose Wesley, afectado por microcefalia, duerme en la cama de su madre en Bonito, estado de Pernambuco, Brasil.
Jose Wesley, afectado por microcefalia, duerme en la cama de su madre en Bonito, estado de Pernambuco, Brasil.Felipe Dana (AP Photo)

La otra epidemia ya está aquí. Basta con echar un vistazo al gráfico para comprobar la rapidez con que se expande. La imagen resultante es casi una foto: la frecuencia de búsqueda del término zika en Google, la curva del miedo.

El zika probablemente sea un microbio antiguo. Sabemos muy poco sobre él. Se descubrió en Uganda en 1947 y ha tardado todo este tiempo en preocuparnos. Desde que en 2014 se diese a conocer el primer caso del brote actual en la isla de Pascua hasta el día de hoy, el virus ha colonizado América Latina propagándose, en palabras de la directora general de la OMS, Margaret Chan, “de manera explosiva”. La OMS, que ya había anunciado unas previsiones de tres millones de casos para la epidemia actual, declaraba recientemente la situación de “emergencia global”. Hace unos días trascendió el primer caso de zika en una mujer embarazada residente en España, quien al parecer lo contrajo durante un viaje a Colombia.

Por si con todo ello no bastase, la posibilidad de que el virus pueda producir microcefalia y síndrome de Guillain-Barré resulta tan siniestra que parece apta para una película de terror. De manera que, con todos esos mimbres, parece haberse desatado definitivamente la zikosis. Eso es al menos lo que sugieren las estadísticas de Google para España, donde las búsquedas relacionadas con el virus han alcanzado estos días la cota máxima de 100 sobre 100. Esa es también la sensación que tenemos en el departamento de comunicación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), donde hemos ido atendiendo numerosas solicitudes de medios de comunicación en busca de información fiable al respecto.

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Aunque sin duda, de todos los indicios de zikosis, los más preocupantes se dan cuando el simple hecho de haber estado en un país afectado convierte a la persona en sospechosa. Estos días estamos empezando a ver casos de personas en perfecto estado de salud a las que, pese a no presentar síntoma alguno, se les impide acudir a su puesto de trabajo simplemente por haber viajado a Latinoamérica de manera reciente.

Es verdad que esta epidemia es nueva y que vamos aprendiendo de ella a medida que podemos analizar nuevos datos. Pero también lo es que no partimos de un desconocimiento absoluto: sabemos, por ejemplo, que durante los dos últimos años en Cataluña se registraron 117 casos de chikunguña, otro virus que también puede ser transmitido por el mosquito tigre y que también causó una gran epidemia en América Latina. A pesar de nuestros temores, todos los casos registrados hasta la fecha han sido importados. En España no se ha descrito ni un solo caso de transmisión de chikunguña (ni tampoco de dengue), por lo que no parece que su introducción en nuestro medio sea fácil. Por supuesto que quedan pendientes asignaturas importantes, como descubrir cuál es el papel de la transmisión sexual en la epidemia del virus del Zika, o si existen otras vías de transmisión no descritas hasta el momento. Pero también es nuestro deber como ciudadanos aplicar el sentido común, usar la información disponible y evitar la estigmatización innecesaria de otras personas solo por proceder de países donde existen determinadas enfermedades.

Lo único obvio hasta el momento es que el zika se ha convertido en una de esas enfermedades que traspasan la barrera del sonido. En un viaje supersónico que las lleva del más absoluto de los olvidos a los titulares de los medios de comunicación más importantes del planeta, contribuyen a que entendamos a base de golpes qué es la salud global. En la infografía que acompaña a este texto, tal y como se explica en este otro artículo, aparecen otras nueve enfermedades que ya han roto esa barrera del sonido o que, según la OMS, podrían llegar a hacerlo en un futuro cercano. Si hay algo que se puede hacer contra ellas, no es dejarse llevar por el miedo, sino asegurarnos de que existen mecanismos de salud pública y soluciones científicas adecuados para hacerles frente. Y, sobre todo, no esperar hasta la siguiente emergencia global para exigirlo.

José Muñoz es investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y médico especialista en Medicina Tropical del Hospital Clínic de Barcelona.

Pau Rubio es responsable de comunicación online en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

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