El “crecimiento” del Norte ¿Una necesidad de Madrid?
Cerrar la “herida ferroviaria” en el norte y ponerle fachada a la estación de Chamartín, asignaturas pendientes de la capital madrileña.
Un poco de historia: ¿Por qué nace la Operación Chamartín?
Si nos situamos en 1967, encontramos el inicio de operaciones de una nueva estación en Madrid, que pretendía resolver parte de los problemas de “congestión” de la Estación del Norte (también conocida como del Príncipe Pío, y que como es sabido está al oeste de la ciudad).
Pero esta nueva estación ferroviaria nace con dos problemas, el primero, pero en aquel momento intrascendente, es que dividía en dos la salida norte de Madrid, y el segundo es que por primera vez se desarrolla una estación sin especial identificación, es decir una estación “sin personalidad”. A estas alturas no hace mucha falta explicar que la Estación de Chamartín “no tiene fachada”, está camuflada en una amalgama de estructuras edificatorias que hace difícil reconocer el elemento de referencia en las ciudades que habían sido las “estaciones de tren”.
Pues bien, en la primavera de 1992 la entonces presidenta de Renfe, Mercé Sala y Raimón Martínez Fraile, Director General de Patrimonio, Comunicación y Relaciones Externas de Renfe, junto con el Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente, dirigido por José Borrell, toman la decisión de intentar resolver los dos problemas de dicha infraestructura ferroviaria:
- Resolver la herida de división de la ciudad de Madrid por el Norte.
- “Ponerle fachada” a la Estación de Chamartín.
La indecisión o la falta de capacidad de gestión
El resto de los planteamientos, nada tiene que ver con el origen de lo planteado por los, entonces, responsables de RENFE, MOPU, e instituciones madrileñas con competencias en la materia.
Según han ido avanzando los acontecimientos, tal como se utiliza en el “argot” inmobiliario, se le ha ido dando “una vuelta de tuerca”, es decir más aprovechamientos lucrativos, so pretexto de no “dar los números” (otro elemento del argot inmobiliario). En todo este proceso ha transcurrido casi 25 años, y pudiera dar la sensación que la ciudad de Madrid debe asumir las cargas de la incompetencia de los gestores de esta operación, que no son otros que las administraciones públicas (Comunidad de Madrid, Ayuntamiento de Madrid y Ministerio de Fomento) incapaces de resolver un proceso beneficioso para la ciudad, pero que en ningún caso debe ser “a cargo” de Madrid y sus ciudadanos. Durante esos, casi, 25 años la coincidencia política entre Ayuntamiento y Comunidad, ha sido prácticamente ininterrumpida. ¿Cómo es posible que ahora pretendan responsabilizar del fracaso de este proyecto a la recientemente elegida Alcaldesa de Madrid? ¿Ayuntamiento y Comunidad junto con el Ministerio de Fomento no han tenido tiempo hasta ahora de ponerse de acuerdo? y, especialmente ¿cómo ahora son las administraciones dirigidas por el PP, las que claman por el desastre que supondría no realizar dicha operación urbana?
En un artículo del pasado 29 de agosto sobre este tema, titulado “Cómo desbloquear la prolongación de la Castellana”, Luis Rodríguez-Avial que fue el gerente de la Oficina del Plan General (aprobado en 1997) y que amparaba en parte la estrategia de esta operación y más tarde fue el gerente del Consorcio para la Prolongación de la Castellana, tras algunas consideraciones de las que “nadie” parece responsabilizarse, sentencia que: “La Prolongación de la Castellana parece haber entrado en vía muerta”. Es posible que tenga razón, pero lo que si es evidente que Madrid no tiene necesidad de más viviendas (hay, posiblemente, algo más de 200.000 viviendas sin vender o desocupadas[1]). La oportunidad de traslado de la City, a partir del Brexit, es un planteamiento que tampoco necesita esos metros cuadrados de oficinas localizados en ese espacio de Madrid. No parece necesario recordar que las 4 torres de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, no están ocupadas, después de más de 8 años, ni en el 60% de su capacidad, está paralizado “sine die” el proyecto complementario Centro Internacional de Convenciones de Madrid (promovido por el alcalde “estrella” Ruiz Gallardón). Todo esto pone de manifiesto que el único interés para materializar la operación de prolongar la Castellana, parece obedecer exclusivamente a intereses económicos, y buena prueba de ello es que quien promueve dicha operación es una entidad financiera.
La importancia del norte para Madrid
Hay muchas voces interesadas en la materialización de este proceso, que por cierto coinciden con los que durante muchos años han sido incapaces de darle una solución. Pero quien necesita soluciones dignas es la ciudad de Madrid, los vecinos que en ella vivimos, los que realmente queremos a nuestra ciudad, al margen de malabarismos financieros.
Madrid necesita suturar, como en su momento se hizo en el Pasillo Verde Ferroviario, esa herida que producen las vías en su salida por el Norte de la ciudad, y posiblemente ponerle fachada a una infraestructura de gran importancia, lo demás son acciones que no necesitan ni Madrid ni los madrileños.
Volviendo donde comenzamos, Madrid sigue carente de los objetivos planteados en 1992, es decir necesita, entre otras acciones, cerrar la “herida ferroviaria” en el norte y ponerle fachada a la estación de Chamartín. Por eso es muy importante tener la historia presente, porque como muy bien afirmaba John Lennon: “la vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro”.
José María de la Riva Ámez es profesor de Geografía, exconcejal del Ayuntamiento de Madrid (1981 – 1999, miembro de Territorio Sostenible y Codirector del Ciclo sobre ciudades que se está desarrollando en La Casa Encendida.
[1] Metodología en el estudio de Vinuesa Angulo, J; de la Riva Ámez, JM; Palacios García, A (2008) El fenómeno de las viviendas desocupadas. Madrid. Departamento de Geografía. Universidad Autónoma de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.