Trump abre crecientes brechas en las alianzas de EE UU
El nuevo presidente sacude la relación con aliados y amigos como Alemania, México o Australia
Pocos presidentes en Estados Unidos habían roto tantos platos y en tan poco tiempo. Donald Trump ha trasladado a la Casa Blanca su estilo en los negocios inmobiliarios, en los programas de telerrealidad y en la campaña electoral. Lleva dos semanas en la Casa Blanca y ya ha desairado a aliados antiguos como Australia o Alemania, ha despreciado a la Unión Europea y ha abierto una crisis diplomática y comercial con México. Un país no ha merecido sus invectivas: la Rusia de Vladímir Putin.
Las últimas horas son una muestra de la transformación que vive la diplomacia de la primera potencia mundial. Primero llegó el aviso a Irán por el lanzamiento de un misil balístico. Después, las filtraciones sobre las llamadas con los líderes de México y Australia.
“Créanme, cuando oyen hablar de las llamadas telefónicas duras que estoy teniendo, no se preocupen”, dijo el jueves Trump. “Casi todos y cada uno de los países del mundo se han aprovechado de nosotros, pero esto se va a acabar (...). El mundo tiene problemas, pero vamos a arreglarlos, ¿de acuerdo? Eso es lo que yo hago, arreglo cosas”.
El contenido exacto de estas conversaciones no está confirmado. De las filtraciones se deduce que en sus llamadas con sus homólogos en el resto del mundo Trump es el Trump conocido en público: fanfarrón, imprevisible, histriónico.
Circulan versiones distintas sobre la llamada entre Trump y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. “Tienes a bastantes hombres [en español] duros en México, y es posible que necesites ayuda. Estamos dispuestos a ayudar a lo grande, pero hay que golpearlos y no habéis hecho un buen trabajo al golpearlos”, le dijo por ejemplo según versión de la cadena CNN.
“Las informaciones acerca de que el presidente amenazó con invadir México son falsas”, dijo una fuente de la Casa Blanca a EL PAÍS. Otra fuente de la Casa Blanca, citada por la agencia Associated Press, dijo que los comentarios se hicieron en tono ligero y no amenazante.
La llamada con el primer ministro australiano Malcolm Turnbull fue agitada. Trump se lanzó contra el australiano por un acuerdo entre este y el expresidente Barack Obama para acoger a 1.250 refugiados retenidos en Australia. En un mensaje en la red social Twitter, calificó de “estúpido” el acuerdo, un tono similar a la que usó en la llamada con el primer ministro australiano. Según The Washington Post, Trump le dijo a Turnbull que aquella era “la peor llamada de lejos” que había hecho aquel día. Y le acusó de exportar “a los próximos lanzabombas de Boston”, según el Post, en alusión a los hermanos que perpetraron el atentado del maratón de Boston en 2013.
La hostilidad hacia México era conocida. Más novedoso es el hostigamiento a Australia, aliado de EE UU en asuntos militares y de espionaje, y socio necesario en la estrategia de Washington en la región del Asia-Pacífico ante el ascenso chino. La retirada del TPP, el acuerdo de libre comercio del Pacífico que incluía a Australia, pero no a China, deja espacio a este país para asentar su influencia.
La lista de amigos desairados es larga. Se le puede añadir la OTAN, que el presidente calificó de “obsoleta” unos días antes de jurar el cargo. O Alemania, acusada por Peter Navarro, que asesora a Trump en materia comercial, de “explotar a otros países de la UE, así como a EE UU, con un deutsche mark implícito [el euro] que está sumamente infravalorado” (es decir, de usar el euro como un marco alemán encubierto para sacar ventajas). O la propia UE, “el consorcio”, como la llamó hace unos días mientras celebraba la salida de Reino Unido del club. También Canadá.
Horas después del ataque de un ultraderechista canadiense en una mezquita en la provincia de Quebec, el portavoz de Trump, Sean Spicer, lo usó para defender las medidas del presidente para proteger EE UU. Parecía referirse al decreto presidencial que temporalmente cierra la puerta a refugiados e inmigrantes de siete países de mayoría musulmana. El terrorista de Quebec no era ciudadano de ninguno de estos países.
Trump es fiel a sí mismo. Prometió ser disruptivo —es decir, acabar con las inercias de Washington, romper el statu quo como— y lo ha cumplido. Prometió el America first o América primero —una mezcla de unilateralismo y aislacionismo— y también lo está cumpliendo.
No importa que un país sea aliado o enemigo, según Trump. Como en sus concursos de televisión, todos — Rusia, acusado de interferir en la campaña electoral en favor del presidente, y Alemania, otro leal aliado— empiezan en pie de igualdad.
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