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El ‘caso Soria’ agudiza la división en el Gobierno

La fría despedida al exministro por algunos compañeros de Gabinete realza la falta de coordinación y ruptura con el PP

Javier Casqueiro

“Al Gobierno lo que le pasa es que está en funciones y todos sus ministros también y llevan así demasiado tiempo”, recalca uno de los máximos dirigentes del PP. El caso Soria ha reafirmado, además, la sensación de desbandada, interinidad, descoordinación y ruptura casi total entre un Ejecutivo sin tareas que preside Mariano Rajoy en La Moncloa y un PP nervioso e inquieto en campaña electoral. Soria ha caído, pero los problemas de Rajoy siguen en su casa.

El presidente de del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante un acto en Zaragoza.
El presidente de del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante un acto en Zaragoza.Jaime Villanueva

Como Rajoy de por sí no aporta ni regala muchas claves, ni pistas ni información, se presta a las interpretaciones. Durante gran parte de la anterior legislatura y de su mandato en el poder en el PP y en el Gobierno esa dejación y vacío a la hora de fijar criterios e instrucciones claras permitió que convivieran en su entorno dos grupos de ministros y dirigentes sobre los que se construyeron teorías y mucha literatura. Esa división en bandos, que quedaban a comer o cenar por separado y se cruzaban gruesas descalificaciones, funcionó durante un tiempo, pero era más periodística que real.

“En el Gobierno de Rajoy claro que hay sensibilidades, afinidades y simpatías pero yo no hablaría de grupos, porque incluso dentro de esas teóricas facciones, hay personalidades con intereses muy diversos y contrapuestos”, concluyen casi con las mismas palabras dos miembros del comité de dirección del PP.

La renuncia de José Manuel Soria del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, tras el escándalo de los papeles de Panamá y sus empresas en paraísos fiscales, y el frío abandono con el que le despidieron algunos de sus compañeros ha reavivado la tesis de que en el Ejecutivo de Rajoy hay piezas que trabajan en su propio beneficio, “cada uno por su cuenta”, y no pensando en el del conjunto. Incluso dirigentes del PP cercanos a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aceptan que ambos podrían haber sido “un poco más empáticos” el viernes con el compañero que acababa de asumir la responsabilidad de marcharse.

Ni en el Gobierno ni en el PP ni el propio Soria dan demasiado pábulo a las leyendas conspirativas sobre que su caso ha sido avivado por “fuego amigo”. El exministro reconoce sus errores pero sí hay debate sobre el grado de alegría por la caída de otro dirigente bien situado en teoría ante el posible e incierto debate sobre la sucesión de Rajoy. El propio Soria facilita esas y otras especulaciones al subrayar que en esta semana ha recibido apoyo y aliento de muchos compañeros y al precisar que no tuvo la llamada ni de Santamaría ni de Montoro.

La confusa gestión de las últimas horas de la crisis

Javier Casqueiro

Cuando el jueves se publicó que José Manuel Soria participó, desde 1993 y hasta su disolución en 2002, en una empresa radicada en el paraíso fiscal de Jersey, Mariano Rajoy estaba con la cúpula del PP en una convención en Cuenca. Se reunieron en una sala y contrastaron los últimos datos.
Rajoy habló con Soria y comió en el Parador con la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, con el ministro Cristóbal Montoro y con los vicesecretarios Fernando Martínez-Maillo y Javier Arenas. El futuro de Soria parecía sentenciado pero el presidente le quiso dar otra oportunidad. Esa tarde, sobre las 18.00, desde su Secretaría General Técnica se comunicó oficialmente al Ministerio de Presidencia que encabeza Soraya Sáenz de Santamaría que no pensaba acudir al Consejo de Ministros del día siguiente. El equipo de Santamaría, ajeno a la comida en Cuenca, creyó que solo requería más tiempo para prepararse.
Esa noche la Secretaría de Estado de Comunicación incluyó a Soria entre los ministros que estarían en el Consejo y luego rectificó el error. En esas horas Soria volvió a llamar a Rajoy y sostiene que fue él quien le adelantó su renuncia y que redactaría el comunicado para las 9.00 horas del viernes. La vicepresidenta desconocía esa decisión. Otras fuentes en La Moncloa apuntan que Rajoy tuvo que llamar el viernes a primera hora a Soria para que no se olvidase de su retirada.

El origen de las diferencias

La relación personal y política de Soria con Santamaría y Montoro ha sido casi inexistente durante la legislatura. Los enfrentamientos internos y discretos fueron constantes pero las rupturas definitivas llegaron con Santamaría por sus divergencias sobre el uso por los grandes grupos mediáticos de las licencias para continuar emitiendo por TDT; y con Montoro por la disparidad a la hora de poner coto a las primas de las energías renovables.

Fue ahí cuando Soria se agrupó, generacional y políticamente, con un grupo de veteranos ministros e históricos del PP que se reunían para cuestionar lo que ellos consideraban inexperiencia y soberbia de Santamaría y su equipo al intentar abarcarlo todo, acaparar al jefe y exponerse lo justo en asuntos polémicos para salvaguardar su futuro ante la hipótesis de la sucesión. En ese grupo, cuyo liderazgo se atribuye al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, se situaron también el entonces ministro Miguel Arias Cañete y, luego, los titulares de Fomento y Justicia, Ana Pastor y Rafael Catalá. Esa supuesta alianza, a la que en algunas ocasiones y por los mismos motivos de incompatibilidad total con Santamaría se sumó la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, está ahora casi desintegrada. Por bajas voluntarias e involuntarias, por disparidad de ambiciones y hasta por diferencias en los estilos de trabajar.

En el otro lado de la balanza del PP estarían lo denominados Sorayos, los ministros y dirigentes que respaldan a la vicepresidenta y la ven como la mejor preparada y con la edad propicia (44 años) para encarar el futuro si en algún momento Rajoy deja de estar al frente.

Los seguidores de Santamaría se suelen reunir a comer los viernes tras el Consejo de Ministros y a la cita acuden siempre, además de su equipo, la ministra Fátima Báñez, el responsable de la Oficina Económica de La Moncloa, Álvaro Nadal, y el ministro de Sanidad Alfonso Alonso, que ahora ha aprovechado su cargo de presidente del PP vasco para marcar algunas distancias en favor de sus propias ambiciones. En esa disputa, que sigue vigente pero ahora más larvada y con menos miembros claros, hay un componente generacional y, también, una competición por demostrar quién es más leal a Rajoy.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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