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El debate sobre por qué el dólar está en las nubes

Mientras el presidente Petro argumenta que el peso colombiano resiste más que otras monedas, analistas consideran que factores internos impactan la depreciación

Un cliente sostiene billetes y monedas en un mercado de comida en Riohacha (Colombia).
Un cliente sostiene billetes y monedas en un mercado de comida en Riohacha (Colombia).Nicolo Filippo Rosso (Bloomberg)

El intento del Gobierno de Gustavo Petro por alinear mensajes para calmar el nerviosismo en los mercados no ha sido suficiente para frenar la escalada del dólar en Colombia. La divisa alcanzó máximos históricos esta semana, acercándose a los 5.000 pesos. Después de cinco días consecutivos con alzas sin precedentes, cerró este viernes en 4.914 pesos. El valor máximo estuvo por encima de los 4.958 pesos. El peso colombiano es una de las monedas más devaluadas en América Latina en las últimas semanas, según analistas.

La devaluación no solo ha puesto los pelos de punta en los sectores económicos, sino que ha despertado un agudo debate sobre el posible impacto de las políticas y declaraciones del nuevo Gobierno. El presidente Petro le ha salido al paso a la discusión argumentando que el ritmo inflacionario es un fenómeno global y que la moneda local no está entre las más devaluadas. “¿Le han dicho que el peso colombiano es la moneda más devaluada del mundo? Le han mentido”, publicó en su cuenta de Twitter. “Esta situación mundial es crítica porque vacía de capital el mundo. Detiene las exportaciones de los Estados Unidos” agregó. El mensaje estuvo acompañado de una gráfica de Bloomberg, sin fechas a la vista, en la que monedas como la libra o el yen aparecen más devaluadas que la de Colombia. El país figura por debajo del puesto 20, con una reducción del 16,9% en el valor del peso frente al dólar. El dato, según se ve en la publicación original de la agencia, es de lo corrido de 2022 hasta el 20 de octubre.

Sin embargo, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien ha jugado el papel de escudero de la confianza económica, aseguró este jueves a varios medios que aparte de factores macro, la devaluación “es un tema de la percepción de algunas declaraciones de algunos colegas, sobre todo el tema de petróleo, que ha sido de mucha preocupación porque es el principal producto de exportación de Colombia”.

Por otra parte, Colombia es uno de los países de la región que enfrenta una mayor devaluación. “La depreciación promedio entre los países más grandes, en el segundo semestre de este año, es cercana al 5,4%. En el caso colombiano ha sido del 12,8%. Esto indica que también hay factores internos porque la depreciación de la moneda ha sido de más del doble del promedio observado en América Latina, al menos en los países grandes”, asegura Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo. En los datos que reseña, solo Argentina está por encima de Colombia.

En líneas similares, el economista Felipe Campos sostiene que Colombia pasó al grupo de “países perdedores” por la incidencia de factores internos. “Países como Brasil, Perú y México están resistiendo y le están ganando el pulso al dólar, mientras que Colombia y Chile no. Ese cambio de tendencia se da después de las elecciones. Antes de ese momento, Colombia pertenecía a ese primer grupo. Estábamos resistiendo a la crisis”, aseguró el gerente de investigaciones de Alianza Valores y Fiduciaria en Noticias Caracol.

El boom de las exportaciones, que han pasado de 42.000 millones de dólares en 2021 a 62.000 millones de dólares este año, no está frenando la devaluación del peso, a diferencia del efecto de cambios similares en Brasil o México. “Es muy extraño que la moneda colombiana sea una de las más devaluadas. Eso requiere una explicación aparte que tiene mucho que ver con anuncios y mensajes que han sido totalmente contraproducentes del Gobierno y que han causado un efecto de depreciación de la moneda que se hubiera podido evitar”, afirma el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas. Dichos mensajes que no se limitan al petróleo.

A comienzos de octubre, por ejemplo, el presidente Gustavo Petro criticó la decisión del Banco de la República de subir las tasas de interés en un 10%. “El ascenso de la tasa de interés va contra el crecimiento económico y el empleo de los colombianos”, expresó en sus redes. “La intención real de subir los intereses internos, en contra de nuestra propuesta, tiene que ver es con evitar salida de capitales por el ascenso de la tasa de interés de los Estados Unidos. Se podía evitar con un impuesto transitorio de remesas a capitales golondrinas”, advirtió. Al día siguiente, el peso se devaluó más del 3% en pocas horas y rompió el récord histórico de julio pasado.

En lo relacionado con los hidrocarburos, aunque el presidente Petro y su ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, hicieron pronunciamientos casi simultáneos, asegurando la continuidad de los contratos actuales de exploración y explotación de petróleo y gas, no aclararon qué ocurrirá con las firmas de nuevos acuerdos. “El sector minero-energético representa casi un 60% de los ingresos por exportación, esto se traduce en dólares que entran al país. La incertidumbre sobre nuevos contratos implica menos inversiones, menos dólares entrando y, por ende, una depreciación de la moneda”, explica Mejía, el director de Fedesarrollo.

A ello se suman las implicaciones de la reforma tributaria que está próxima a ser aprobada en las plenarias del Congreso de la República y que aumenta la carga tributaria del sector extractivo. De los 21,5 billones de pesos que la nación espera percibir en 2023, y que serán progresivamente más hasta que se estabilicen en 2026 porque varias medidas vienen con períodos de transición, más de la mitad saldrán del llamado impuesto al subsuelo que tendrán que pagar las empresas mineras y petroleras.

El mismo Ocampo, en todo caso, dijo que el Gobierno tiene un compromiso con la sostenibilidad de las finanzas públicas. “Vamos a tener una política macroeconómica responsable, vamos a cumplir la Regla Fiscal, no va a haber control de cambios, vamos a diversificar exportaciones”, ratificó. El ministro ha tenido que salir a aclarar en varias oportunidades declaraciones de sus compañeros de gabinete.

“El Gobierno ha salido a corregir, pero es mejor no tener que hacerlo. Es mejor no cometer esos errores que son evitables como hablar de controles de capitales o ponerles trabas a las exportaciones. Los inversionistas de mercados de capitales, actúan primero y después hacen preguntas”, dice Cárdenas. Los expertos coinciden en que el gobierno de Gustavo Petro debe dar nuevas señales, no solo con declaraciones prudentes, sino comprometiendo recursos de la reforma tributaria en la reducción del déficit fiscal.

La crisis de la inflación ha golpeado a todas las monedas del mundo, principalmente, por el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, en un intento por contener el fenómeno inflacionario con máximos históricos en cuatro décadas. “También está la incertidumbre asociada a la eventual recesión en varios países, incluyendo a Reino Unido y Alemania; y obviamente el conflicto entre Rusia y Ucrania también ha generado este aumento de volatilidad”, explica Mejía.

En el caso de Colombia, la inflación en lo corrido del año llega al 11.4%, jalonada, principalmente, por los precios de los alimentos. Adicionalmente, el país enfrenta una frágil situación fiscal heredada de la anterior administración como consecuencia de la pandemia. En 2021, el déficit fiscal fue del 7% del PIB y el nivel de deuda es del 60% del PIB, una cifra que obliga a destinar una cuarta parte de los ingresos tributarios al pago de intereses. Además, mantiene un déficit permanente de cuenta corriente del 5% del PIB, lo que significa que sale más dinero por pagos de importaciones y desinversiones que el que entra por exportaciones e inversiones en el país.

El debate sobre las causas del alza exagerada del dólar se ha dado en medio de las primeras señales sobre el fin de la luna de miel de Petro. En la más reciente encuesta Invamer, el presidente perdió 10 puntos de favorabilidad y su aprobación cayó a la mitad de la que tenía poco después de su posesión. El Gobierno enfrenta ahora un triple desafío que le pone más carga a su capital político: calmar los mercados para tratar de contener la devaluación del peso, reducir los efectos de la inflación y seguir tapando un hueco fiscal de más de 80 billones de pesos. “La devaluación del peso también puede ser sinónimo de pérdida de favorabilidad porque rápidamente se vuelve inflación y la inflación afecta el bolsillo de la gente”, concluye Cárdenas, el exministro de Hacienda.

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