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Las exportaciones colombianas siguen en caída libre

Varios exministros de Hacienda colombianos explican por qué el volumen del comercio exterior sigue disminuyendo

cosecha de café en colombia
Un trabajador cosecha café en una finca en el departamento de Antioquia, Colombia.Edinson Ivan Arroyo Mora (Bloomberg)
Camilo Sánchez

El desplome en las exportaciones colombianas de nuevo deja en evidencia a un viejo y desaprovechado segmento de la economía. El volumen del comercio exterior, en dólares, cayó un 13% en el primer semestre de 2023. Y en junio, frente al mismo período del año pasado, el país exportó un 27,5% menos que en 2022, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Colombia nunca ha sido, en realidad, un gran país exportador, ni ha mirado decididamente hacia los mercados extranjeros, repiten los economistas. Basta con recordar que las dos grandes ciudades, Bogotá y Medellín, donde se concentra el grueso de la actividad económica, están encastradas entre cordilleras y aún hoy están mal conectadas con los puertos.

Por su parte, los rubros de materias primas que han dinamizado el comercio exterior, como los hidrocarburos o el café, dependen de los inestables precios fijados en la bolsa de valores de Nueva York. El peso actual de las exportaciones tiene un modesto 13,68% dentro del PIB, y en sus mejores años no ha sobrepasado el 20%. Un asunto que inquieta al exministro de Hacienda de este Gobierno, José Antonio Ocampo: “Esto puede retrasar el ajuste en el déficit de cuenta corriente, un indicador que todas las calificadoras de riesgo han dicho que se tiene que reducir”.

Se refiere a la diferencia neta entre el valor de las exportaciones y de las importaciones de mercancías, servicios y rentas. Un desbarajuste en el flujo de capitales que inquieta el termómetro de las agencias internacionales encargadas de evaluar la salud de cada economía para, entre otras, dar un catálogo de garantías a los acreedores. De acuerdo con cifras de la DIAN, las importaciones para mayo tuvieron una disminución del 20,4% en comparación con el mismo mes de 2022. Pero Ocampo sostiene que, si en paralelo las exportaciones no suben, “el ajuste se atrasa o queda incompleto”. Un juego complicado de equilibrios, sumas y restas, para que las cuentas del país sigan unos patrones manejables.

Entre los factores que el ministro Ocampo enumera para explicar la reciente caída de las exportaciones, habituadas a un desempeño más bien tímido, sobresalen las fluctuaciones en el precio del barril de petróleo, que junto al gas y al carbón comprende la mitad de las exportaciones totales; y el café, que hoy no representa más del 1% del PIB. En el caso del precio del crudo, desde abril hasta mediados de julio tuvo un descenso pronunciado y, a pesar de que en días recientes los precios han repuntado, el precio del Brent, el crudo de referencia mundial, ha caído un 14,5% en los últimos 12 meses.

Para mediados de julio, por su parte, el precio del saco de café en la Bolsa de Nueva York registraba una caída del 23% en tres meses. El exministro de Comercio y hoy rector de la Universidad EIA de Medellín, José Manuel Restrepo, añade otro frente de complejidad: “Tenemos la caída de los precios internacionales, por un lado. Por el otro, un fenómeno que yo llamo el efecto ‘cantidad’, que se ve en el sector de hidrocarburos, pero también en la industria y agroindustria”. Restrepo, que dirigió la cartera de Hacienda durante el Gobierno de Iván Duque, expresa su preocupación por la escasa “diversificación exportadora, algo que ya estaba programado desde tiempo atrás y en lo que se había avanzado”.

El país, tras el boom de las materias primas vivido a principios del milenio, incluyó en su lista de pendientes la tarea de exportar otros bienes y servicios, para no depender de los precios y vender elementos con más valor agregado. Para muchos, sin embargo, el problema no ha sido abordado con suficiente entusiasmo y los pocos avances no han sido sostenidos. Es un asunto cuyas raíces vienen desde la liberalización de las importaciones en los años 90, e incluso más atrás: “Seguimos importando demasiadas cosas porque lo que producimos no alcanza para abastecer el mercado local”, anota el economista jefe de ScotiaBank Colpatria, Sergio Olarte, “pero tampoco exportamos porque no tenemos qué exportar, a menos que el café, el petróleo o el ferroníquel suban de precio”.

Otro factor que el exministro Ocampo pone sobre la mesa es el panorama comercial entre Colombia y Venezuela, que tras seis años de interrupción se restauró con la llegada al Gobierno de Gustavo Petro. Una frontera de más de 2 mil kilómetros y una larga historia común hicieron del país vecino el principal socio comercial de Colombia a fines de los años 90.

Pero, tras los torbellinos políticos y económicos en Venezuela, el nuevo capítulo en la integración comercial ha resultado más lento de lo que se esperaba. Según cifras de la Asociación Nacional de Comercio Exterior de Colombia, para finales de este año se calcula que Colombia venderá a Venezuela unos 1.000 millones de dólares, muy alejados aún de los 6.000 millones que se exportaban en promedio para 2013. El también exministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo ve improbable que este factor ayude: “El comercio con Venezuela el año pasado no fue muy significativo. Hace muchos años que no lo es”.

Por eso vuelve sobre la “caída de los precios básicos, por recesión en el consumo, las tasas de cambio, o por precios relativos”. Sin embargo, las cifras macroeconómicas, como las navajas suizas, tienen varios compartimentos y funciones, y Ocampo recuerda que en el rubro de “exportaciones de servicios las cosas han mejorado”. Subraya, en particular, el turismo: “Los datos de tráfico aéreo señalan que, mientras el mercado aéreo nacional ha caído, el internacional ha aumentado mucho y eso se refleja en ingresos de turismo”.

Mauricio Cárdenas, economista y exministro de Hacienda durante la Administración de Juan Manuel Santos, llama la atención sobre el escaso impacto de la caída de las exportaciones sobre la tasa de cambio: “No ha dado pie a la devaluación del peso”, explica. ¿Por qué? Argumenta que las importaciones también han caído por la desaceleración de la economía. “La inversión extranjera también se ha encargado de mantener un elevado flujo de divisas”, prosigue Cárdenas, “pero sobre todo la confianza de los mercados en que la agenda de reformas del Gobierno no llegará a buen puerto”.

Está por verse, en todo caso, qué impacto tendrá la ralentización exportadora sobre un crecimiento económico que, según algunas proyecciones, se habría estancado para el segundo trimestre de este año. Una noticia esperada desde la junta del Banco de la República, que mantiene desde hace meses un pulso contra la inflación para enfriar la economía. “Hoy todas las variables están en dificultades: consumo, inversión privada y exportaciones cayendo”, argumenta José Manuel Restrepo, quien remata que hay una gran dependencia del gasto público: “pero como ha habido poca ejecución, tampoco va a haber un impacto positivo”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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