Bruce Mac Master: “El presidente tiene pendiente montar a todos sus funcionarios en la idea del acuerdo nacional”
El presidente de la ANDI, el principal gremio empresarial de Colombia, propone unirse al Gobierno para pedir al Banco de la República un recorte en las tasas de interés
Bruce Mac Master (Cartagena de Indias, 58 años) encabeza el mayor gremio del empresariado colombiano, la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI). Tras una carrera en el negocio de la banca de inversión, enfocado en sectores de gran presencia estatal como el transporte y las telecomunicaciones, llegó al sector público en 2010, cuando el entonces presidente, Juan Manuel Santos, lo designó viceministro de Hacienda. Un año después, el economista pasó a dirigir el recién creado Departamento de Prosperidad Social (DPS), una entidad encargada de la política social del Gobierno y de los programas para las familias más vulnerables. Desde su oficina en el centro financiero de Bogotá, afirma que busca más espacios para trabajar con el Gobierno de Gustavo Petro. Y, aunque señala que varios altos funcionarios tienen un sesgo antiempresarial, propone que la ANDI y el Ejecutivo pidan al Banco de la República que reduzca las tasas de interés.
Pregunta. ¿Cómo les fue con el presidente este martes?
Respuesta. Fue una reunión buena en el sentido de que nos dijimos las cosas. No nos desgastamos demasiado en los reclamos que seguramente se podían haber hecho de lado y lado, tuvimos en general la sabiduría de no gastar la oportunidad en eso. Aunque yo he tenido la oportunidad de conversar con el presidente en varios ocasiones, el Consejo Gremial solamente se había reunido una vez, iniciando el Gobierno. Es valioso que se siente con esta institucionalidad que representa a miles de empresarios y emprendedores. Él expresó algunas cosas que le interesan: nos habló de transición energética, de descarbonización, de la tasa de interés, de la superación de la pobreza y la generación de equidad, y por último de la industrialización. Me alegro que tocara esos temas porque coinciden exactamente con los que estamos trabajando acá.
P. ¿Acordaron una forma de trabajar en conjunto a futuro?
R. No acordamos un temario, pero no tengo la menor duda de que hay asuntos de interés común, cosas que se deben mantener muy arriba en la agenda del país. No llegamos a una hoja de ruta, pero yo tengo espacios con los Ministerios y con la mayoría de los funcionarios del Gobierno, en algunos casos inclusive más que con otros gobiernos. Por ejemplo, con el Ministerio que más nos compete, el de Industria y Comercio, tenemos un diálogo muy fluido y muy productivo. Pero también con Ministerios que sorprenderían, como el de Medio Ambiente o el de Agricultura, y construyendo una cercanía con el ministro de Minas. Pero es en el de Salud donde creemos que hay un reto gigantesco. Se lo dije al ministro, porque si cada uno va por su lado, no vamos a llegar a una solución que le sirva al país.
P. El mismo martes hubo una reunión con él...
R. Sí. Para nosotros es importante que se haya activado la conversación, aunque no ha habido muchos resultados: hubo un anuncio de 10 millones de pesos que no son adicionales. Pero otros dos son muy importantes: el de eventualmente revisar si el dinero de la UPC [que gira el Estado a los aseguradores privados de salud por cada persona afiliada] es suficiente para poder atender lo que se exige, y un mecanismo para trabajar los presupuestos máximos, los gastos que superan la UPC. Entonces sí hay espacios para hablar con el Gobierno.
P. ¿Y se mantiene la idea de que el Gobierno tiene una mirada antiempresarial?
R. El Gobierno evidentemente tiene un sesgo que no ha hecho fácil el inicio de las conversaciones. De eso no hay la menor duda. Nuestra tarea es mostrarle que, más allá de la ideología, hay temas en los cuales los dos tenemos la responsabilidad. Creo que unos ministros lo sabían desde el principio y otros lo han venido entendiendo. Claro que hay expresiones que a veces no son convenientes, hay señalamientos y estigmatizaciones que son muy inconvenientes. Creo que es un camino grande por recorrer, pero ya se están dando los primeros pasos.
P. Uno de los temas de los que hablaron fue la tasa de interés. ¿Qué les dijo el presidente?
R. Es un asunto en el que hemos coincidido. Yo estoy convencido de que la tasa de interés no es el gran instrumento para bajar la inflación en Colombia, porque lo que presiona el alza de precios no es la demanda, que es en cuando se usa el alza de tasas para reducir el consumo. El alza sí sirve para evitar que el incremento del tipo en Estados Unidos haga que se vaya el dinero allá, pero no para bajar la inflación. Como la tasa de cambio ya ha aflojado, la inflación también va aflojando un poco y un decrecimiento de la economía; hay que pensar en la reducción de las tasas de interés. Podemos hacer una solicitud común a la junta del Banco de la República para que estudie esa posibilidad.
P. ¿Significa que vendrá una carta conjunta del presidente y los gremios?
R. A mí sí me gustaría. No quedó sobre la mesa, pero sería un buen momento para hacerlo.
P. ¿Esa sintonía con el Gobierno se extiende al alza en precios de la gasolina y la propuesta de tarifa diferencial para los taxistas?
R. En eso el Gobierno ha demostrado responsabilidad. Tratar de llevar la gasolina al precio de su valor real y tratar de cerrar el hueco del fondo de estabilización son metas necesarias para la economía. Claro que son impopulares. Pero me parece que lo de los taxistas va a ser muy difícil de implementar. Entiendo la presión que el Gobierno ha sentido, pero si le sale mal, va a incrementar el problema.
P. ¿Cómo ve el resto de la política económica?
R. Hay una gran sombrilla que nos está haciendo daño: la incertidumbre. El Gobierno no se ha preocupado demasiado por reducirla ni por generar confianza, y a veces le gusta decir cosas populares pero que pueden ir en contra de la confianza, como hablar mal de algunos empresarios o dejar dudas sobre la exploración petrolera. La generación de confianza puede ser el mayor activo para sacar adelante los planes de Gobierno. Con ella habría más inversión y reaccionarían mejor indicadores como la tasa de cambio (que subió muchísimo más en Colombia que en el resto del mundo en el segundo semestre de 2022). Cuánto le cuesta eso al Gobierno en intereses de deuda, o en la inversión en concesiones que estaban en dólares, estamos hablando de varios billones de pesos. El Gobierno debería tratar de entender eso, que sería muy apreciado por los mercados y que estoy seguro que se le devolvería en mayor inversión, que ya vimos cómo cayó un 24% en el segundo trimestre.
P. En ese aspecto, se invocaba mucho la figura tranquilizadora de José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda. ¿Cómo ha visto al ministro Ricardo Bonilla?
R. Cuando llegó el nuevo ministro, los mercados se asustaron mucho, pero al tercer día ya había sido capaz de demostrar que desde el punto de vista fiscal tenía quizá el mismo grado de responsabilidad que su antecesor. Los dos han sido responsables en el manejo de las finanzas públicas. Pero en cosas que no tienen que ver exclusivamente con ellas, han generado incertidumbre. Yo, por ejemplo, tuve una gran discusión muy conocida con el ministro Ocampo alrededor de la reforma tributaria y creo que estamos viviendo gran parte de los efectos que temíamos en términos de menor inversión y menor ingreso disponible... y ahora se vienen los impuestos a los alimentos que van a empujar la inflación.
P. ¿Siente que el Gobierno confía en el empresariado?
R. No todos sus miembros. Seguramente el ministro de Industria ha desempeñado un papel importantísimo en balancear las discusiones en el interior del Gobierno, en términos del verdadero valor que producen los empresarios. Hay gente que, históricamente, los ha visto como enemigos o como explotadores. Pero ese grupo hoy en día tiene la responsabilidad de que le vaya bien al país, y eso pasa obligatoriamente por que les vaya bien a los empresarios.
P. Las reformas laboral y pensional son centrales para todos los empresarios. El Gobierno volvió a presentar la primera, muy similar a la que hundió el Congreso en junio, y el presidente de Colpensiones volvió a decir que el Gobierno no buscará la concertación de la reforma. ¿Cómo lo recibe?
R. Cualquier señal del Gobierno que trate de decir ‘Aquí se hace lo que yo digo’, inclusive en otra rama del sector público como el Congreso, no solamente es equivocada sino que genera un ambiente contrario a la concertación. Lo máximo que puede decir el Gobierno es ‘Yo no concierto mi proyecto’, porque ese proyecto entra a debate en el Congreso, que tiene que modularlo, mejorarlo o inclusive hundirlo. En la política uno puede imaginarse un Gobierno que tiene suficiente apoyo en el Congreso y en la calle como para poder decir ‘Bueno estamos todos de acuerdo’, pero ese no es el caso.
P. El Gobierno propone un acuerdo nacional...
R. No puede decir las dos cosas simultáneamente. Parece que parte de lo que tiene que hacer el presidente es montar a sus funcionarios en el acuerdo nacional, asegurarse de que no haya mensajes contradictorios.
P. ¿Ve algunas posibles victorias tempranas que muestran las virtudes de un acuerdo, para ir construyendo esa confianza?
R. Sí. Creo que eso fue parte de lo que se hizo en la reunión. Deberíamos definir objetivos para trabajar conjuntamente, como generar empleo. A mí me sorprende que en la discusión alrededor de la reforma laboral no se hable de la informalidad o del aumento de la productividad del trabajo, cuando hay una oportunidad muy grande para eso. ¿Quién en Colombia va a estar en desacuerdo con generar mayor empleo? Otros ejemplos son la superación de pobreza, la equidad, la sostenibilidad ambiental. Es una serie de cosas en las cuales cualquier ser humano racional debería ser capaz de trabajar.
P. ¿Y de ellos hay algún acuerdo concreto?
R. No, pero sería muy fácil volverlo concreto. En la ANDI venimos haciendo una pedagogía alrededor de la oportunidad de impulsar los productos colombianos, recordando que tienen una huella de carbono significativamente menor que la de los producidos en otros países. Un cuaderno hecho en Colombia es un cuaderno que tiene el 20% de carbono emitido de un cuaderno producido en China, por ejemplo. Esa es una cosa que nos puede unir, hagamos de eso una de nuestras grandes ventajas competitivas. El presidente lo reconoce, inclusive lo dijo en la visita a España y dijo que eso se lo había de alguna forma planteado por primera vez Bruce Mac Master, el presidente de la ANDI.
P. ¿Hay otros proyectos de la ANDI que tengan ese potencial?
R. Tenemos proyectos grandes en inversión. Por ejemplo, estamos en el comité de participación de la negociación con el ELN para aportar en ella. También estamos trabajando en sostenibilidad; tenemos el programa más grande de economía circular de Colombia en el que, el año pasado, procesamos 100.000 toneladas de materiales que están siendo reutilizados. Estamos lanzando un gran banco de empleo para que los jóvenes encuentren trabajo y las empresas sepan qué oferta hay, para que el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y las universidades sepan en qué deben formar a la gente. La idea es generar un círculo virtuoso para llegar a una mayor formalización laboral ―por cierto, estamos trabajando una propuesta de artículos para proponer como reforma laboral que busque generar más empleos―.
P. ¿Y en asuntos más orientados a fortalecer el Estado?
R. Estamos trabajando en las acciones que acompañen la presencia territorial del Estado, en particular para el trabajo en comunidades, con grupos étnicos. Por ejemplo, tenemos lo que llamamos las páginas blancas, directorios de agroemprendedores para que las empresas les puedan comprar y así crear encadenamientos productivos. Trabajamos con más de 4.000 asociaciones tratando de darles elementos de juicio y herramientas para que puedan tener productos aceptados por los consumidores. Eso es potencialmente muy transformador en las regiones en las que el Estado es el gran empleador, porque eso es un caldo de cultivo para la corrupción y el clientelismo. Y muchas veces el gobernador o el alcalde no tienen la menor idea de cómo mejorar los procesos productivos o generar más empleo, más allá de crear tecnocracia o burocracia.
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