Del olvido a la fama: la agenda cultural encuentra su protagonismo en el Gobierno de Petro
El ministro Juan David Correa ha abierto debates claves para el presidente, como qué es patrimonio nacional en Colombia, cómo descolonizar los museos o qué cambiar del relato de nación
Si un gobierno fuera una obra de teatro en la que el presidente es el director, los protagonistas suelen ser dos o tres personajes: los ministros de Defensa, del Interior y de Hacienda. O, en otras palabras, los de las armas, la política y el dinero. Quien lleva la agenda de cultura aparece como un personaje secundario, incluso un extra que aparece segundos en escena. El Gobierno de Gustavo Petro, durante su primer año, no parecía ser la excepción: sus dos primeros ministros pasaron por la cartera sin mucha gloria. Pero desde agosto del año pasado, cuando fue nombrado allí el editor y periodista cultural Juan David Correa, el Ministerio ha buscado elevar su perfil. Ha sido mucho más noticiosa que de costumbre y ha encontrado un mejor lugar para mostrarse en el segundo acto del Gobierno.
Una semana el ministro está ordenando nombrar un rector encargado en la Universidad Nacional —decisión por la que se le abrió una investigación en la Procuraduría―. Pocos meses antes anunciaba que un monumento de quienes protestaron en 2021 en Cali sería patrimonio nacional —decisión que no gustó a los caleños menos activistas―. En medio de esas dos acciones, le pidió a España descolonizar sus museos y devolver a Colombia la colección de valiosas figuras Quimbaya —una iniciativa que solo avanzaron tímidamente las dos administraciones anteriores―. El Ministerio que pasaba desapercibido está ahora en algunos de los debates más sensibles para el país y eso, en parte, se explica por la personalidad del ministro.
“Yo considero que el presidente quería que la cultura tuviera un protagonismo especial en su Gobierno”, dice Correa ante una pregunta de El PAÍS, recordando que Petro le ha dado a la cartera a su cargo el presupuesto más grande que ha tenido en su historia. “Y luego, cuando fui periodista cultural y le hice control al Ministerio, sí resentí muchas veces que no tuviera un papel más político, que no enfrentara las discusiones más complicadas del país”, añade. Aclara que los ministros anteriores hicieron cambios legislativos importantes, pero no se empapaban en el debate público. “Este era un sueño que yo sí tenía: metámonos en las conversaciones difíciles del país, hagamos las preguntas en público, incomodémonos e incomodemos a otros”, termina.
Correa admite que piensa su día a día de ministro como lo piensan los periodistas todas las semanas en un consejo de redacción: “Cuál es la agenda, por dónde vamos a abrir tema hoy”. Y, como conoce el ecosistema de medios, sabe qué es noticia y qué no.
El ministro habla el miércoles desde el buque Simón Bolívar, estacionado en la costa de Cartagena, donde declaró que la zona donde están los restos del galeón San José será ahora área arqueológica protegida: la primera en el país en territorios submarinos. Allí anunció también que este mes comienza la investigación que costará al estado unos 15.000 millones de pesos (alrededor de cuatro millones de dólares) para explorar lo que hay dentro del galeón y lo que, eventualmente, podría extraerse a la superficie.
A diferencia de gobiernos anteriores que querían aliarse con el sector privado para costear este proceso, el de Petro decidió que la operación de investigación sea pública. “Hasta hace un año, antes de que yo llegara, la apuesta de los gobiernos es que fuera una alianza público-privada. Pero no, hagamos de esto un proyecto nacional, siguiendo la línea que dio [la economista] Mariana Matzucatto de hacer misiones científicas y que ayudan a trabajar juntos“, añade Correa.
Una segunda razón por la que el Ministerio está tomando protagonismo es porque Correa se ha tomado seriamente una bandera que se ha vuelto central en la agenda cultural para líderes de la izquierda latinoamericana, como Petro: la descolonización en lo que se considera patrimonio cultural. En esa línea, le pidió oficialmente a España que regresara a Colombia la colección Quimbaya, que un presidente regaló a la Corona a fines del siglo XIX. Aunque la Corte Constitucional ordenó al Gobierno hacer esta petición en 2017, los gobiernos anteriores solo dieron pasos tímidos, en parte porque concordaban con los académicos que no ven en esas piezas un saqueo violento. La Academia Colombiana de Historia, por ejemplo, envió una carta esta semana al ministro, aconsejando mejor enfocarse en hacer nuevas exploraciones arqueológicas en las zonas que ocupó esa cultura, “en vez de seguir lamentando los trabajos de guaquería que en el pasado hicieron emprendedores en las montañas del Quindío”.
Petro no lo ve así. Ha pedido que la colección regrese, con una discusión que busca que sea pública y tenga el respaldo de la comunidad indígena. Pero lo que se define como patrimonio en su Gobierno no es solo lo de tiempos prehispánicos. También ha dado pasos para declarar patrimonio el hospital San Juan de Dios de Bogotá (que otros gobiernos quisieron destruir), o el monumento, en forma de puño, que construyeron los manifestantes de Puerto Resistencia en Cali, durante el paro nacional de 2021.
“El patrimonio pertenece a las comunidades, a los colectivos, a quienes lo cuidan, no es visto ya solo desde el punto de vista de los expertos”, dice Adriana Molano, viceministra de Cultura. Molano lleva décadas estudiando el tema del patrimonio y tiene una posición privilegiada para comparar varias administraciones: trabajó en el Ministerio durante los mandatos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, como coordinadora del Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial entre 2008 y 2015. “Aclaro que ahí yo trabajaba para el Estado, no estaba de acuerdo con políticas de esos Gobiernos. En este caso sí estoy muy alineada con el plan de Gobierno”, añade.
Molano explica que la nueva apuesta es entender el patrimonio desde un enfoque biocultural que incluye ecosistemas y a las comunidades que se apropian de un bien para preservar su memoria. Un ejemplo es la puesta de declarar el monumento de Puerto Resistencia como patrimonio. “Es un monumento que hizo un colectivo de un barrio obrero de Cali, sobre la memoria vivida en defensa de sus derechos. Es una reivindicación de la juventud”, dice Molano. “Quizás muchos patrimonialistas dicen que no hay justificación, pero nosotros consideramos que hay una reivindicación de la memoria”, añade.
No por eso, aclara, quieren abrir los debates con expertos y otros grupos ciudadanos. Incluso han invitado a las comunidades indígenas y al embajador de España a todas las discusiones sobre el galeón San José. Al igual que el ministro, Molano admite la complejidad: “Estamos entrando en conversaciones difíciles, improbables”. Conversaciones sobre la huella de la colonización y las formas de reparación desde la cultura, una bandera de la izquierda que busca “darle un sentido diferente a la historia de país y al relato de nación”.
Petro es un presidente que usa la épica política, las narraciones históricas: hace un año reivindicaba al expresidente liberal Alfonso López Pumarejo, unos meses antes al expresidente José María Melo y, más recientemente, le pedía a su canciller que recuperara los cuerpos los liberales revolucionarios colombianos que murieron en Panamá durante la Guerra de los mil días, a principios del siglo XX. Hasta Correa, sus ministros de Cultura no habían seguido esa vía. La primera ministra, la dramaturga Patricia Ariza, cambió el nombre de la cartera —ahora se llama Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes—, pero duró poco tiempo en el cargo. El encargado los siguientes meses, el maestro Jorge Zorro, amigo de la primera dama y hoy viceministro, terminó envuelto en una controversia con los músicos por querer imponer un sistema de orquestas europeo, según sus críticos. Ninguno dio a la Historia la relevancia que le da su jefe, ni su sucesor.
Pero no todo el sector cultural está feliz con el tipo de protagonismo de Correa. “El sector nunca había tenido más recursos, pero, al mismo tiempo, el ministro no tiene un proyecto fuerte, sólido, una bandera, y han dejado que el patrimonio sea puramente ideológico. Yo creo que el ministro actúa así para ser protagonista es ante el presidente”, dice una persona que trabajó varios años en un alto cargo en el Ministerio y que prefiere evitar las controversias con Correa, ya que trabaja en el sector.
También critica que haya temas administrativos que han salido mal, por los que se ha tenido que pedir disculpas públicas Correa, como no renovar a tiempo el contrato de la mayoría de los empleados del Museo Nacional de Colombia este año, por el mal manejo de una licitación. Un gran descuido para uno de los lugares que guardan el patrimonio del país, considera la fuente.
El próximo 20 de julio empieza el tercer acto del Gobierno de Gustavo Petro, el día en que se instala por tercera vez el Legislativo y el presidente tiene otra oportunidad de pasar sus reformas. Para ese capítulo, la presidencia ya anunció una iniciativa que le dará un renovado protagonismo al Ministerio de Cultura: el proyecto para actualizar la Ley General de Cultura, de 1997. Se hablará de patrimonio nacional, de derechos para los artistas, de museos y de música. Y se hablará, más que en Gobiernos anteriores, del ministro de Cultura.
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