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El gobierno reviviendo muertos

El cierre de Inravisión no fue un capricho: la empresa estaba quebrada, así nos digan lo contrario

Hollman Morris en Bogotá, el 13 de mayo de 2019.
Hollman Morris en Bogotá, el 13 de mayo de 2019.Daniel Garzon Herazo (NurPhoto via Getty Images)

La semana que acaba de pasar cerró con una llamativa publicación de la Radio Televisión Nacional de Colombia (RTVC) en sus redes sociales. Allí se muestra al gerente de la entidad, el periodista de muchos kilates Hollman Morris, reunido con quienes fueran miembros del sindicato de una empresa que no existe hace veinte años: Inravisión. La micro nota es llamativa, aunque deja más preguntas que certezas, pues en ella dice que el gerente se reunió con “compañeros del extinto Instituto de Radio y Televisión para evaluar un posible retorno de RTVC a Inravisión, según instrucciones del Presidente”.

¿Qué es el retorno a Inravisión? ¿Es simplemente rebautizar la entidad pública que hoy maneja los medios públicos del Estado que comprenden dos canales de televisión abierta, sus respectivas señales de TDT, Radio Nacional de Colombia, Radiónica, Emisoras de Paz y contenidos digitales? ¿O es recuperar en términos administrativos, de personal y responsabilidad a la empresa que entró en liquidación en noviembre de 2004?

Si se trata de cambiarle el nombre, el asunto resulta más bien sencillo, aunque no deja de ser caprichoso. ¿Cuál es la necesidad de rebautizar una empresa que en 20 años ha logrado posicionar su nombre en el país, para volver a un nombre que permanece en la memoria de las señoras y señores de 45 años hacia arriba, pero que para los más jóvenes no significa nada? Si el argumento es honrar a aquellos que perdieron su empleo hace cuatro lustros, pues será algo simbólico, un hecho noticioso, pero nada cambiará la vida de esas personas.

Ahora, si lo que piensan hacer es recuperar lo que fue Inravisión, valdría la pena saber qué estudios de viabilidad han hecho sobre el asunto, pues hay que recordar que cuando Inravisión se liquida es porque llevaba a cuestas un pasivo pensional impagable (600.000 millones de pesos de hace veinte años) y unos magros ingresos producto de las transferencias que el Estado le hacía llegar a través de la también desaparecida Comisión Nacional de Televisión. En aquella época, por falta de plata, los equipos de Inravisión eran vetustos y las deficiencias en la operación de los medios públicos eran evidentes. El cierre de Inravisión no fue un capricho: la empresa estaba quebrada, así nos digan lo contrario.

Es más, llama la atención que dentro de lo que Hollman Morris afirmó como norte para el regreso de Inravisión está la meta de convertir esa casa de medios públicos en mucho más que una gran casa productora de contenidos, también debe ser un “instituto que plantee cuál debe ser el papel de una radio y una televisión públicas en un mundo con redes sociales, infodemia y fake news”.

Estoy de acuerdo. Ese sería un gran objetivo, pero antes del cambio podría empezar por combatir las fake news que RTVC está produciendo, pues en el comunicado que publicaron este fin de semana sobre el regreso de Inravisión aseguran que una sentencia de 2011 del Consejo de Estado declaró nula la liquidación de Inravisión. Eso es falso. Sería bueno que revisaran la sentencia del 16 de marzo de 2012 de la magistrada ponente María Claudia Rojas Lasso, ahí está clarito: se deniegan las peticiones de nulidad sobre la liquidación de Inravisión.

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