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En colaboración conCAF

Una isla que solo produce el 20% de lo que come: el gran problema de Puerto Rico con los alimentos

La isla importa más del 80% de lo que consume, dejando a la producción local cada vez más rezagada. Los productores consideran que la dependencia de EE UU les deja en desventaja

Plantíos de plátano dañados tras el huracán Fiona en Guánica, Puerto Rico.
Plantíos de plátano dañados tras el huracán 'Fiona' en Guánica (Puerto Rico).Gabriella N. Baez (Bloomberg)
Paola Nagovitch

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Cecilio Nieves había sembrado 20.000 plantas de plátano cuando el huracán Fiona arrasó Puerto Rico el pasado 18 de septiembre. El ciclón de categoría uno tocó tierra aquel domingo a unos 25 kilómetros de su finca, Hacienda Blanca Margarita, localizada en el suroeste de la isla, en el municipio de San Germán. Los vientos y lluvias hicieron que el río Guanajibo, a escasos metros del terreno, se saliera de su cauce e inundara por completo la plantación. La pareja de Nieves, Danya Guzmán, estima que hasta dos metros de agua se acumularon en la finca y destruyeron el 100% de la cosecha. Sus pérdidas ascienden hasta un millón de dólares. Aunque la plantación estaba asegurada, Nieves y Guzmán creen que no recuperarán “ni un 10%” de esas pérdidas. “Esto es volver a empezar”, resume Guzmán.

Cecilio Nives en su cultivo.
Cecilio Nives en su cultivo. Paola Nagovitch

El último huracán en azotar la isla ha vuelto a poner de manifiesto la fragilidad de la agricultura en Puerto Rico, al igual que hizo María hace cinco años. Aquel ciclón de categoría cuatro destruyó el 80% de la agricultura de la isla y causó más de $780 millones en pérdidas. Esta vez, los daños en la agricultura causados por el ciclón oscilan entre 160 y 175 millones de dólares. No obstante, Fiona centró su destrucción en el sector de plátanos y guineos, llevándose consigo “el 80% de todo lo que estaba en producción para salir al mercado en los próximos meses”, según Héctor Cordero Toledo, presidente de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico. Se estima que el sector platanero local tarde entre seis meses a un año en recuperarse, aunque algunos agricultores, como Nieves, creen que será más. “Aquí vamos a tardar al menos 10 años en levantarnos, si todo va perfecto, lo cual dudo”, sostiene.

Además de plátanos, con Fiona se perdieron todo tipo de cosechas, incluyendo el 60% del café sembrado. La escasez del producto local significa que se tendrá que importar más del extranjero, que ya es mucho. Con o sin huracán, Puerto Rico depende de las importaciones para comer: la isla importa más del 80% de los alimentos que consume su gente. Y tras el paso de Fiona, se importará aún más, empezando por los plátanos. Esta fuerte dependencia de lo que llega de fuera, dicen los productores, pone en riesgo la seguridad alimentaria de la isla.

Puerto Rico no siempre fue un gran importador. A principios del siglo pasado, era un gran productor de alimentos. Aquellos años, la agricultura era el motor más importante detrás del desarrollo económico local. Los problemas de suministro comenzaron en los años 30. El primer golpe fue la caída de la industria azucarera a nivel global, pues la caña de azúcar era entonces el principal producto cosechado en la isla. Luego vinieron una serie de políticas estadounidenses, como Operación Manos a la Obra en 1947, que fomentaron e incentivaron la industrialización. El campo quedó abandonado, y la agricultura nunca se recuperó.

Danya Guzmán trabaja en su cultivo de plátanos.
Danya Guzmán trabaja en su cultivo de plátanos. Paola Nagovitch

Para los productores de alimentos locales, depender tan plenamente de comida importada, especialmente después de un desastre natural, aumenta la severidad de la inseguridad alimentaria en Puerto Rico. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés) define la inseguridad alimentaria como la falta de acceso regular a suficientes alimentos debido a que no están disponibles o no hay recursos para obtenerlos. Y advierte que catástrofes naturales como tormentas, inundaciones o sequías agravan el acceso a la comida. Fenómenos atmosféricos extremos, como los huracanes María o Fiona, son cada vez más frecuentes y más intensos debido al cambio climático, por lo que “causan cada vez más daños al sector agrícola” y agravan la inseguridad alimentaria de los países golpeados por ellos, según la FAO.

Sin embargo, para los trabajadores del sector alimentario en Puerto Rico existe algo peor que cualquier tormenta o sequía. Algo que les perjudica como productores locales más allá del cambio climático: el estatus político de la isla. Para ellos, esa es la causa principal de la inseguridad alimentaria. “¿Tú sabes lo que es peor que María, peor que Fiona? La ley de comercio interestatal”, señala Obed Pujols, fundador de la Granja Avíocola Pujols. Puerto Rico es un territorio que pertenece a Estados Unidos. En la isla, por lo tanto, aplica la cláusula de comercio interestatal de la Constitución de EE UU. Esta norma incluye una doctrina que prohíbe a los Estados ––o territorio, en el caso de Puerto Rico–– que promulgue cualquier legislación estatal que discrimine el comercio interestatal o internacional. Es decir, veda el proteccionismo a nivel estatal.

Además, todos los tratados de libre comercio que haya firmado el Gobierno estadounidense aplican también a Puerto Rico. Estos tratados reducen las barreras comerciales entre países y fomentan la libre competencia. Por tanto, la isla puede importar alimentos y productos importados de todos los países con los que EE UU tenga un acuerdo de libre comercio. Una vez en Puerto Rico, los alimentos importados se suelen vender a precios más baratos en los supermercados, lo que hace que los consumidores opten por ellos y no por los locales.

Según explica Cordero Toledo, de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico, los bajos precios de los productos importados se debe a que el precio de producción en un país como Guatemala o la República Dominicana es solo una fracción de lo que cuesta en Puerto Rico. El alto coste de producción agrícola en Puerto Rico se debe a la inestabilidad económica de la isla. El Gobierno de Puerto Rico carga con una deuda de más de 73 millones de dólares, lo cual ha llevado a la implementación de medidas de austeridad y al encarecimiento de muchos de los servicios, como la electricidad.

“Yo puedo coger la isla y sembrarla de rabo a cabo. Pero, ¿quién me va a pagar los empleados? ¿Quién me va a pagar los insumos? ¿El agua? ¿La luz?”, cuestiona Cordero Toledo. El alto coste de producción hace que el productor puertorriqueño no pueda competir en el mercado contra productos importados que se venden a precios más bajos. “Como agricultor, yo no puedo luchar contra países que tienen extensiones de terreno enormes para producir y donde el empleado agrícola gana en un mes lo que un empleado en Puerto Rico gana en una semana. Esos países pueden exportar sus productos a unos precios con los que nosotros no podemos competir”, sintetiza. Así, el producto local queda cada vez más rezagado, mientras que la dependencia de la isla al alimento importado se fortalece y la inseguridad alimentaria se agrava.

“Hay que tener voluntad para aguantar”

Cecilio Nieves, de Hacienda Blanca Margarita, se ha dedicado a la agricultura durante los últimos 12 años. Comenzó a sembrar plátanos en 2016. “Cuando se cosecha, si tenemos un buen mercado, podemos vender bien. Podemos producir entre 20 y 30 dólares por planta de plátano. Pero nuestro problema es cómo está el mercado”, señala. “Hay tantas importaciones de plátanos de otros países que nos hacen competencia. Aunque no llegan plátanos frescos de afuera, sí se importan plátanos mondados, en paila, cocinados. Eso nos perjudica un montón”, añade. El agricultor sangermeño se refiere a que en Puerto Rico está prohibida la entrada de plátano fresco del exterior, por lo que el plátano fresco que se consume en la isla debe ser producido localmente. Aun así, el importado, aunque no esté fresco, se interpone al local.

Lo mismo le ocurre a los pescadores locales. Ramberto Hernández lleva 50 años pescando, desde los 12. En 2020 fundó la Asociación de Pescadores de La Parguera, que engloba a 22 pescadores del municipio de Lajas, en el suroeste de Puerto Rico. A lo largo del último medio siglo, Hernández ha pescado “de todo un poco”, así que sabe lo que es intentar vender su producto a un restaurante y toparse con un no. “Si yo voy y pesco 15 dorados, algunos restaurantes me lo compran, pero muchos no. ¿Por qué? Porque tienen dorado importado. Aquí llega dorado de Venezuela o de Costa Rica, y el supermercado lo vende a $3.50 ya fileteado. Los restaurantes van y compran el del supermercado”, cuenta. “Eso nos limita”.

Roberto Hernández con su pequeña embarcación
Roberto Hernández con su pequeña embarcaciónPaola Nagovitch

Otro sector afectado es el avícola. Puerto Rico antes producía en torno al 100% de los huevos que se consumían en la isla. No obstante, los productores locales no han podido competir con las importaciones, y hoy esa producción local es de solo el 20%. Cuando Pujols y su esposa, Yanice Deynes, fundaron en 2009 la Granja Avícola Pujols, en el municipio de San Sebastián, en el interior de Puerto Rico, había otras 23 granjas de gran escala que se dedicaban a lo mismo. Hoy solo quedan ocho de ellas. “Año tras año, vemos cómo hay cada vez menos productos que se cosechan o se elaboran aquí en Puerto Rico”, lamenta Deynes. “¿Y seguridad alimentaria? Aquí no hay ninguna”, añade. “Hay que tener voluntad para aguantar”, asegura su esposo Pujols.

¿Qué necesita el productor puertorriqueño para poder ser competitivo en el mercado? “Que Puerto Rico sea una república”, defiende Cordero Toledo, de la Asociación de Agricultores. “Bajo el sistema de estatus político actual, estamos sometidos”, continúa. Cordero Toledo argumenta que siendo un país soberano, Puerto Rico no tendría la obligación de cumplir con los tratados de libre comercio de Estados Unidos y podría controlar sus importaciones para que el productor local pudiera competir. También admite que otra opción sería que Puerto Rico se convirtiese en un Estado de la unión, ya que existen métodos de “protección agrícola” para que los productores de diversos Estados no compitan entre sí. Ya sea la independencia o la estadidad, el agricultor asegura que la solución empieza por cambiar la situación política en la que se encuentra la isla.

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Sobre la firma

Paola Nagovitch
Periodista en Nueva York. Coordina la edición en inglés del periódico y forma parte del equipo fundador de EL PAÍS US. En 2022, fue Premio Ortega y Gasset de Periodismo por una investigación sobre la pederastia en la Iglesia española. Estudió Periodismo y Política en New York University e hizo el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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