Los pueblos indígenas de Brasil celebran el fin de la angustia de la era Bolsonaro
La Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas, institución que fue prácticamente desmantelada con el anterior Gobierno, tendrá por primera vez a una mujer indígena como presidenta
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“A partir de hoy, la Fundación Nacional del Indio se llama Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai)”, dijo emocionada Janete Carvalho, antropóloga del organismo. “Con esta recepción, nosotros, los funcionarios, reabrimos la fundación a los pueblos indígenas y a los derechos de las comunidades”, agregó la experta, parte de este instituto que es responsable de defender los derechos de la comunidades, demarcar sus territorios y proteger el medio ambiente dentro de los territorios indígenas.
Las palabras las pronunció el 2 de enero, cuando caciques y representantes de diversos pueblos indígenas llevaron a cabo una toma simbólica de la Funai, en Brasilia, no solo para celebrar su cambio de nombre, sino la posesión de Joenia Wapichana como presidenta del organismo federal. Wapichana es la primera persona indígena en ejercer este cargo desde la creación de la Fundación, en 1967.
El nombramiento de Wapichana, al igual que la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas liderado por Sonia Guajajara, marcan un momento histórico en Brasil: las comunidades tienen grandes expectativas en que estos cambios no solo vuelvan a garantizar los derechos que consideran que fueron vulnerados en el anterior Gobierno - de Jair Bolsonaro- , sino los que no se han respetado históricamente. “Este es un momento de mucha emoción. Han sido muchos años de lucha, enfrentando violencia y la violación de nuestros derechos que, a pesar de estar escritos en la Constitución, nunca fueron totalmente respetados,” señaló la ministra Guajajara.
Durante la toma de la Funai también estuvo presente Célia Xakriabá, diputada Federal por Minas Gerais, un Estado donde el extractivismo está ligado a conflictos territoriales y afectaciones socioambientales. Por ejemplo, en el municipio de Brumadinho, la comunidad indígena Xucuri-Xariri se encuentra en conflicto con la Minera Vale, ya que han buscado recuperar un predio registrado a nombre de la empresa en 2021. Ante los hechos, el cacique Merong Kamacã Mongoió dijo a América Futura que tiene esperanza de que “el Gobierno de Lula, con la ministra de los Pueblos Indígenas y con Joenia como presidenta de la Funai, pongan un límite a las industria minera para que los derechos de las comunidades indígenas sean respetados”.
“El anterior Gobierno estaba tratando de acabar con nosotros, con nuestros territorios, con nuestros recursos. Pero hoy él ya salió,” comentó también el cacique Raoni Metuktire, ambientalista y figura de referencia dentro del movimiento indígena en Brasil, durante la toma simbólica de la Funai.
El legado de Bolsonaro
Bajo el Gobierno de Jair Bolsonaro, sus promesas de campaña de desmantelar la Funai y acabar con la demarcación de las tierras indígenas se cumplieron a cabalidad. Solo horas después de la toma de poder, Bolsonaro transfirió el organismo al Ministerio de Agricultura encabezado por Tereza Cristina da Costa, lideresa de la bancada agroempresarial de la Cámara. Una decisión que facilitó la expansión de la agroindustria.
El resultado fue devastador. De acuerdo a un estudio realizado por el Instituto Socioambiental (ISA), los índices de deforestación en territorios indígenas aumentaron en un 138% durante los tres primeros años del Gobierno de Bolsonaro. Además, Indigenistas Asociados (INA), —la asociación de servidores públicos de la FUNAI—, denunció el año pasado la militarización del organismo. En varias ocasiones, explicaron cómo Bolsonaro reemplazó antropólogos por militares y policías dentro del organismo. De acuerdo a sus denuncias, estos cambios incluso pudieron estar relacionados con la muerte del exfuncionario de la Funai, Bruno Pereira, y el periodista Dom Phillips, después de pasar 11 días desaparecidos en el oeste del Amazonas.
“Nosotros hemos pasado cuatro años de mucha angustia al ver cómo personas sin ninguna legitimidad para trabajar en el contexto indígena se apoderaron de la Funai para, desde adentro, ir en contra de los derechos indígenas”, dijo Fernando Vianna, presidente de la INA.
Los estragos no sólo fueron reconocidos en el ámbito nacional. A nivel internacional, el legado de Bolsonaro llevó a que Noruega y Alemania congelaran la transferencia de 75 millones de euros para la protección del Amazonas a través del Fondo Amazonía. La decisión fue tomada en base al aumento en la deforestación en la región. Sin embargo, las señales que ha dado el Gobierno de Lula, incluyendo a la nueva ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, defensora de la Amazonia y ganadora del premio Goldman, han generado confianza nuevamente por parte de esos Gobiernos, que abrieron las puertas a la reactivación del Fondo Amazonía y a la lucha en contra de la deforestación.
Un asunto ambiental
A nivel mundial, se estima que el 80% de la biodiversidad se encuentra en territorios indígenas, lo que demuestra la gran importancia de garantizar la permanencia de los pueblos originarios en sus territorios para combatir el cambio climático, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. “El hecho de tener el Ministerio de los Pueblos Indígenas va a influir directamente al Ministerio del Medio Ambiente. Se trata de una política de Estado para la protección ambiental y la recuperación de tierras degradadas”, comentó Elina Moreira, profesora del Departamento de Estudios Latinoamericanos (ELA).
De hecho, la ministra Silva ratificó su compromiso con el medio ambiente, con los pueblos indígenas y con el mundo, durante su posesión el 4 de enero. En la tarima, acompañando su regreso al Ministerio, estuvo la representante de las juventudes indígenas Txai Suruí. “Hoy Brasil pone a los pueblos indígenas donde siempre merecieron estar: en el Ministerio de los Pueblos Indígenas”, dijo la lideresa a América Futura.
Igualmente, Silva expresó su disponibilidad para trabajar conjuntamente con la Funai y el Ministerio de los Pueblos Indígenas. Además, resaltó la importancia de crear alianzas transinstitucionales y transnacionales en defensa del medio ambiente. “Es con gran satisfacción que veo el retorno de políticas que fortalecen el papel de los pueblos y las comunidades tradicionales en la gestión de sus territorios. Un hecho muy importante para la conservación y la protección de la biodiversidad”, aseguró.
Wapichana, por su parte, también rescató la importancia de trabajar de la mano con Silva. “Con nuestro nuevo Gobierno proindígena, yo creo que vamos a tener una serie de alianzas para fortalecer los temas ambientales, la sostenibilidad y la protección de las tierras indígenas”, dijo la presidenta de la Funai.
Obstáculos
A pesar de los sentimientos de esperanza por parte de las comunidades indígenas y otros sectores de la sociedad, la tarea no será fácil. La división del pueblo brasileño durante las elecciones presidenciales también está presente en las instituciones. Desde la Funai hasta el Congreso, donde los diputados afines a Bolsonaro son mayoría, la oposición se esforzará en bloquear las propuestas de los representantes del nuevo Gobierno. “Nosotros sabemos que son muchos los desafíos. Aquí en la Funai también tenemos bolsonaristas que van a intentar perjudicar nuestro trabajo”, dijo la ministra Guajajara. “Pero ellos no lo van a lograr porque nosotros estamos aquí con la fuerza de nuestros pueblos y con el apoyo de los funcionarios”.
Además, las propuestas progresistas también tendrán que pasar por un Congreso mayoritariamente Conservador. “En el Congreso Nacional estaré enfrentado a Ricardo Salles que es el responsable por la pasada ruptura de la represa minera y por el ecocidio que sucedió en los últimos cuatro años”, dijo la diputada Xakriabá en entrevista. Durante la toma de la Funai, Wapichana, su nueva presidenta, pidió apoyo y paciencia “porque reconstruir la Funai después de años de negligencia no será fácil, pero tampoco será imposible si todos trabajamos para conseguirlo”.
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