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Danay Suárez, la atípica rapera cubana convertida al cristianismo que carga contra la ‘cultura TikTok’

En ‘Cambio’, su sexto álbum y el que considera “el más potente de su carrera”, rechaza a los artistas que, dice, hacen carrera vendiendo vicios y violencia en canciones destinadas a adolescentes

La portada del álbum 'Cambio' de Danay Suárez.
La portada del álbum 'Cambio' de Danay Suárez.CORTESÍA

En 2016, Danay Suárez llegó a ese punto de la vida donde nada parece tener sentido y todo se vuelve predecible. En un grito interior, le pidió a Dios “que, si existía, se revelara, porque ella ya no quería vivir”, pero tampoco morir. Solo buscaba llenar los vacíos espirituales que ni la fama, ni el dinero pueden suplantar. A partir de ese momento, dice, aceptó a Jesús como el único salvador de su vida. “Nunca antes había sentido tanta paz y seguridad, ni siquiera meditando”, cuenta la rapera.

Durante los últimos cuatro años, esta rapera atípica ha estado entre Miami y La Habana trabajando en la creación de su sexto álbum, Cambio. Ha sido una etapa de aparente silencio donde se ha tomado el tiempo para crear, vivir otras experiencias laborales fuera de la música y consolidar una obra de la cual habla con profunda satisfacción.

El pasado 7 de julio, las plataformas digitales recibieron esta obra, que es un manifiesto disidente a las nuevas tendencias de redes sociales, virales en plataformas como TikTok e Instagram. “Es un arma verdadera para ser desmitificada y decodificada con la inteligencia que está siendo reemplazada por la inteligencia artificial”, afirma la cantante sobre su reciente disco, que considera “el más potente de su carrera”.

A lo largo de 10 canciones, Danay se sumerge en un viaje sonoro-visual-espiritual que trasciende las fronteras del rap para experimentar una amalgama de sonoridades con mezclas de trip hop, filin, tecno, trap o reggae; todos dialogando entre sí con armonía y coherencia a medida que van pasando los temas. Sus letras van sin paños tibios al centro de problemáticas sociales y espirituales que le preocupan. Ha sido tachada de fanática fundamentalista por su visión respecto al aborto y el concepto de familia, pero ella reafirma su derecho a expresar este mensaje de fe y descontento con las distopías modernas. ¿Está en lo cierto o se equivoca su prédica? Eso depende del ojo que la juzgue y la interprete. Ella asume cada una de sus palabras, vive acorde a ellas y las suelta al aire por si alguien quiere escucharlas.

La familia es uno de los preceptos por los que aboga esta cantante en su discurso, y Cambio es un proyecto nacido en su seno. La producción musical estuvo a cargo de su esposo, el pianista y compositor cubano Jesús Pupo, quien produjo cada una de las canciones sin la utilización de los samples característicos en los backgrounds de rap y música urbana. “Compuso las piezas a partir de elementos clásicos y añadió la fuerza folclórica sin un tono religioso. Este trabajo fue finalmente sellado con la minuciosa masterización de uno de los mejores en el ámbito, Mike Fuller, en la ciudad de Miami”, cuenta Suárez.

El arte visual, en los videos de YouTube, ha sido pensado como una serie cinematográfica que en realidad son obras independientes de por sí. “Cada aspecto visual del álbum ha sido considerado cuidadosamente para crear una experiencia completa y envolvente que complemente la música y el mensaje. Las luces de los videos fueron diseñadas por Ledián Fernández y Ever Fernández, quien también estuvo a cargo de las cámaras. La edición visual alcanzó un tono poéticamente elevado con la intervención de Asiel Babastro, especialmente en el videoclip de la canción Vine A”, expresa Suárez.

La portada es un lienzo al oleo de Jesús Emmanuel Villarreal, graduado en arte y pintura de la Academia de Florencia. Aquí se ve retratada a la artista dando la espalda a un parque de feria que puede ser interpretado como un reflejo de la sociedad moderna. Danay, quien ha controlado cada detalle de este proyecto, cuenta que su idea era “hacer una observación sarcástica del período barroco al construir la música, la paleta de colores y técnica de la pintura, considerando que esta sociedad está muy barroca, con mucho ornamento exterior y poca esencia interior”.

Nadie es dueño de nadie es la sexta canción del disco. Esta pieza incorpora la rumba dentro de espectro sonoro del álbum. Muchas personas, tras convertirse al cristianismo, rechazan los elementos folklóricos de otras culturas, pero para esta rapera, “limitar las expresiones artísticas por encierros religiosos es un error fatal”.

“Sigo a Jesús y creo en él, pero no soy religiosa”, afirma la cantante. “En esta rumba no adoro a ninguna deidad creada por la imaginación humana, pero celebro el don que Dios ha dado a los músicos para llevar adelante un legado tan importante como el de la rumba, reconocida mundialmente como patrimonio cultural”.

Danay Suárez ha decidido alejarse de la industria musical para apostar por su carrera independiente. Vine A es la primera canción del fonograma. Con influencias de trap y drill, cuestiona a esos artistas que hacen carrera vendiendo vicios y violencia en canciones consumidas mayormente por un público adolescente. “No eres caliente, ni eres frío/eres un link que lleva al vacío”, resalta uno de esos versos en el que anima a cuestionar el arte de masas moderno, lo que consumen las generaciones emergentes y sus consecuencias a futuro.

Para muchos artistas, firmar con una trasnacional de la música como Universal Music es una meta soñada. Sin embargo, la experiencia de Danay con el emporio fue un detonante más para labrar su camino aparte. “Decidí separarme al notar que se estaba vendiendo al mundo una burbuja inflada, una ilusión, y que, de manera independiente, podía al menos llevar el mensaje y la expresión artística a buen puerto”.

“Nunca imaginé que mi música terminaría archivada como un número más en esa compañía, cuando precisamente mi sonido fue referencia para muchos artistas latinos que siguieron con sonidos similares, dispuestos a hacer moralmente cualquier cosa por alcanzar fama y éxito. Un ejemplo de esto fue cuando Yo Aprendí, una de mis canciones más populares, licenciada con Universal en 2013, solo fue escuchada por ellos en 2019 cuando Karol G la interpretó en su álbum Ocean en colaboración conmigo”, lamenta.

Cuando un artista decide trabajar independiente, a veces el público asume que esa música no es comercial, la etiqueta en ese rango y llega hasta enfadarse con el artista si considera que se sale de marco underground. Pero Danay Suárez no le teme a las etiquetas: “Los géneros de este álbum son aptos para ser comercializados y bailados. No es un álbum con un perfil underground, sino todo lo contrario. Es un álbum que eleva el sonido internacional a niveles tan profesionales que redefine la música urbana y expone un contenido significativo”.

Muestra de ello son las reproducciones que ha logrado en las plataformas digitales. A poco más de una semana de lanzado, superó los 300.0000 de streamings orgánicos en Spotify. En comparación con otros artistas de talla internacional, su público es reducido, pero fiel y atento. El objetivo de la rapera es que su mensaje sea escuchado tanto en el barrio más remoto, donde se disfruta de una rumba, como en una discoteca donde alguien que está considerando drogarse puede encontrar un giro positivo en las letras.

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