Ecuador, entre la incertidumbre y la esperanza
La sociedad ecuatoriana, tal como ocurre en el resto del mundo, muestra su hartazgo de la clase política y de regímenes tradicionales de representación
Tras la primera vuelta de las elecciones anticipadas en Ecuador que se desarrolló este 20 de agosto, se percibe un ambiente de sorpresa e incertidumbre en la ciudadanía, tanto por el nuevo tablero político como por la coyuntura sui generis que enfrenta el país.
En los últimos años, y sobre todo en los últimos meses, el Ecuador se ha visto inmerso en una escalada de violencia sin precedente. Y precisamente en las semanas previas a la jornada electoral enfrentamos varios casos de crimen como los asesinatos del alcalde de Manta, Agustín Intriago, días después del candidato presidencial Fernando Villavicencio y muchos otros ecuatorianos más que son víctimas de la violencia callejera.
El fenómeno de violencia es multicausal y por ello son varios factores que influyen en su desenlace en el Ecuador. El crimen organizado ha permeado en muchas esferas e intenta someter a un país que se mantiene en pie y a una sociedad civil que no se deja doblegar.
Hoy amanecemos con un país nuevamente dividido en la esfera política pero definido por los problemas comunes, que son transversales a todas las regiones y todos los sectores. En el Ecuador soñamos con cambios profundos. Dentro de dos meses enfrentaremos el ballotage entre el candidato del correísmo, principal minoría política, y una joven figura de la derecha, el empresario Daniel Noboa.
No deja de sorprender nuevamente la llegada del correísmo pese a todos los escándalos de corrupción y más aún llama la atención el ascenso de Noboa en las últimas semanas. Desde la ciencia política se intenta explicar si su éxito electoral responde a un buen desempeño en el debate presidencial de hace pocos días, o si su figura de hombre joven y quizás más fresco -pese a que fue asambleísta y que viene de una familia de empresarios políticos muy reconocida- pueda haber sido la clave de su éxito. También se suma una fuerte presencia en Tik Tok, o el importante presupuesto destinado a la campaña electoral fruto del patrimonio familiar, que le llevó a los lugares más recónditos del país.
Pero lo que queda claro, es que la sociedad ecuatoriana, tal como ocurre en el resto del mundo, muestra su hartazgo de la clase política y de regímenes tradicionales de representación. La conducta del electorado irrumpe en lo impredecible. Mientras la política se acomoda para sorpresa de la ciudadanía, el país productivo, el país real, no para. Tenemos mucho por reconstruir y poco tiempo sentar las bases para el futuro que soñamos.
Desde el sector productivo, al que represento, nos hemos habituado a innovar en un país con riquezas naturales incomparables y con volatilidad constante. Una de las grandes prioridades del sector empresarial es abonar a la reducción de brechas socioeconómicas mediante prácticas de inclusión laboral, igualdad de género y sostenibilidad para todos los ecuatorianos. A los empresarios nos importa la seguridad, el empleo y la competitividad, pero también la salud, educación y el desarrollo social.
A partir de octubre inicia un nuevo período político, que puede inscribirse como un momento de transición histórico. Desde la sociedad civil empujaremos en la cohesión de los valores democráticos para un país que sueña con cambios profundos en medio de la incertidumbre y la esperanza.
María Paz Jervis es presidenta de la Federación Nacional de Cámaras de Industrias del Ecuador y presidenta del Consejo de Empresarios Iberoamericanos (CEIB)
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