Argentina entra en territorio desconocido
Los resultados de las primarias pueden cambiar radicalmente si unos cuantos de los más de 11 millones de argentinos que no fueron a votar este domingo lo hacen en las presidenciales de octubre
Se vienen diez largas, intensas y arduas semanas en Argentina. Los resultados de las primarias presidenciales de este domingo arrojaron al país a una dimensión desconocida y peligrosa. No sabemos quién será el próximo presidente, no sabemos qué pasará con la economía y no sabemos cómo lidiará el Gobierno que se va, débil y fantasmal, con las turbulencias que se avecinan.
Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) aportaron el último ejemplo de cuán poco podemos confiar en las encuestas. Al libertario Javier Milei le fue mucho mejor de lo esperado; a la teórica principal coalición opositora no le fue tan bien; al candidato oficialista, Sergio Massa, tampoco; y la abstención fue récord.
Así, el panorama argentino puede dividirse en tercios o cuartos. En tercios, si computamos que el ultra Milei, el opositor Juntos por el Cambio y el oficialista Unión por la Patria se repartieron los votos casi en partes iguales (30,2% frente al 28,25% y el 27,15%). O en cuartos, si computamos que esos porcentajes sólo corresponden a los ciudadanos que sí votaron. Porque otro 31% faltó a la cita con las urnas, cifra récord para una primaria presidencial.
Difícil, pues, pintar un horizonte más complejo.
¿Por qué? Porque la elección presidencial será el 22 de octubre próximo, cuando Milei competirá por la Casa Rosada con Patricia Bullrich –quien derrotó al alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta-, con Massa como tercera y muy cercana opción. Pero Massa no es solo candidato: es también el ministro de Economía en un país con más de 115% de inflación interanual, sin reservas en el Banco Central y 43% de la población hundida en la pobreza.
Eso no es todo. Porque si los estadounidenses definen como “pato rengo” al presidente que perdió su reelección o se acerca al final de su segundo mandato, ¿cómo podemos calificar a Alberto Fernández? Sin aspiraciones reeleccionistas y con una gestión desfalleciente, su gran logro de los últimos días fue responder las preguntas de los ciudadanos a través de las redes sociales… acompañado por su perro. No es chiste.
¿Cómo definir, además, a un Gobierno cuya vicepresidenta y factótum, Cristina Fernández de Kirchner, se alejó todo lo que pudo de la ciudad de Buenos Aires, del presidente que ella misma eligió a dedo y del candidato de su espacio político, candidato al que necesita tanto como le desconfía? Tanto es así que el oficialismo mostraba como un “logro” que ella se mantuviera callada durante la campaña electoral. Tampoco es chiste.
¿Y qué ocurrirá a partir de hoy con Massa? ¿Cuánto poder retendrá tras el resultado de ayer? Se imaginó como el candidato que aglutinaría a todo el peronismo. Se imaginó como el foco de atracción y de poder de aquí a octubre, tanto en el frente interno como externo, donde mantiene una negociación pendiente, por ejemplo, con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y se imaginó, claro, como el futuro presidente.
A partir de hoy, ¿cómo reaccionarán los empresarios si los convoca Massa al Ministerio de Economía? ¿Y los sindicatos que pujan por sostener los salarios frente a la corrida inflacionaria? ¿Qué harán los inversores extranjeros y los tenedores locales de acciones de empresas privadas argentinas y títulos de la deuda soberana? ¿Comprarán o venderán? ¿Qué ocurrirá con el dólar? ¿Las autoridades del FMI desembolsarán ahora los supuestos 7.500 millones de dólares que iban a girar? ¿Exigirán más o menos que la semana pasada?
Llegado este punto conviene recordar, sin embargo, que todo puede pasar durante una campaña electoral. Aquí y alrededor el mundo. De eso tratan los “cisnes negros”. ¿Un ejemplo? Los resultados pueden cambiar muchísimo si unos cuantos de los más de 11 millones de argentinos que no fueron a votar sí van a las urnas en octubre. Y en ese caso, ¿a quién votarían? ¿Al ultra para terminar de echar a la “casta”? ¿A la candidata opositora de derecha tradicional? ¿O al candidato peronista? ¡Cómo saberlo!
Conviene recordar, además, que para ganar la Presidencia, el candidato más votado tiene que sacar más del 45% de los votos u obtener entre 40% y 45% y sacarle más de diez puntos de ventaja al segundo. Si no, los dos más votados definirán en un balotaje en noviembre. Y sea que gane en octubre o noviembre, el traspaso de poder será el 10 de diciembre. Dentro de cuatro meses. Una verdadera eternidad en Argentina.
Se vienen, en efecto, semanas muy largas, intensas y arduas en Argentina.
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