El psicólogo Alejandro Sapere, de 62 años, trabaja desde hace más de tres décadas en este hospital y es una de las caras más visibles de las protestas contra los despidos y los recortes presupuestarios. Sapere entró como residente en 1988, cuando se llamaba Centro nacional de reeducación social (Cenareso) y estaba especializado en pacientes con consumos problemáticos de estupefacientes. A raíz de la aprobación de la Ley de Salud mental, en 2010, el trabajo del centro se amplió para convertirse en referente nacional en salud mental y cinco años después se le cambió el nombre a Hospital Laura Bonaparte en homenaje a la Madre de Plaza de Mayo y psicóloga que falleció en 2013. Sapere denuncia que, en los hechos, el Gobierno de Milei ahoga cada día un poco más al hospital y busca empeorar la atención que brinda para que sea más fácil cerrarlo.Tiago Ramírez BaqueroUn grupo de usuarias espera su turno dentro del hospital. El Bonaparte trabaja con equipos transdisciplinares que incluyen psicólogos, psiquiatras, musicoterapeutas, trabajadores sociales y terapistas ocupacionales. Los 200 despidos rompieron ese abordaje en red y empeoraron la atención que se brindaba. "Atendemos a población muy vulnerada, que ha naufragado en este sistema y que tiene en el hospital uno de los últimos puntos de amarre", dice a EL PAÍS el psicólogo Alejandro Sapere, uno de los trabajadores más veteranos.Tiago Ramírez BaqueroSapere cuenta que la mayoría de pacientes del Bonaparte "son personas que han sido expulsadas del sistema", que no tienen un techo en el que pasar la noche ni comida para alimentarse. "¿Sabés como está tu psiquis si no tenés dinero para pagarte una habitación ni para comprar alimentos? Te empezás a quedar en un pantano, te vas hundiendo más y se te hace muy difícil la salida", detalla este psicólogo. "Hace años tenía un paciente y yo remaba para que tome todo el plan según se lo dio el psiquiatra, hasta que un día me dijo: 'Yo duermo en la calle y me tengo que cuidar, porque si tomo lo que me dijo el psiquiatra y me duermo hasta desmayarme me roban todas las cosas'. Esa población vulnerable, que encontraba contención en el Bonaparte, está ahora aún más desprotegida.Tiago Ramírez BaqueroJuana es usuaria del hospital Bonaparte y posa para un retrato en una calle del barrio Parque Patricios. Lamenta que han tenido que reducirle la frecuencia con la que la atendían por no poder dar abasto con tantos pacientes ante el recorte de personal.Tiago Ramírez BaqueroDesde los despidos del 15 de enero, usuarios y trabajadores del hospital Bonaparte tienen asambleas y reuniones para decidir el rumbo que le quieren dar a su lucha para que el hospital no cierre, dado que de este lugar depende el bienestar de muchos pacientes y de sus familias.Tiago Ramírez BaqueroFermín es paciente del hospital Bonaparte y denuncia que su atención psicológica ha empeorado tras los recortes presupuestarios a este centro de referencia en salud mental. Este estudiante de Filosofía, que trabaja como traductor para pagar sus estudios, posa en su barrio de residencia en Flores, en Buenos Aires.Tiago Ramírez BaqueroMahia es una artista visual, vive en la Provincia de Buenos Aires, en la localidad de Ciudad Evita a dos horas del hospital. Mahia es una frecuente usuaria del hospital debido a la depresión diagnosticada. Su refugio es su creación artística, donde tiene espacio para dibujar y pintar. Aquí Mahia recorre los pasillos del Centro Cultural Recoleta en una exposición de arte y posa para unos retratos junto a un peluche que la acompaña y al cual le tiene mucho cariño.Tiago Ramírez BaqueroDe los 550 trabajadores del hospital Bonaparte, sólo una veintena tiene un contrato fijo. Los demás tenían contratos anuales que se renovaban de forma automática a finales de diciembre. Milei llegó al poder en 2023 con la decisión de reducir el personal contratado por el Estado y desde entonces el Bonaparte ha perdido a un tercio de sus trabajadores. Los que conservan el empleo han tenido que someterse a un examen de idoneidad y en muchos casos tienen contratos por sólo tres meses, con la incertidumbre de no saber si se los renovarán o no.Tiago Ramírez BaqueroLa movilización contra el cierre del Bonaparte ha salido del hospital y ha llegado hasta la Plaza de Mayo, donde se encuentra la sede del Gobierno argentino. Estos grafitis en el suelo de una calle de Buenos Aires defienden la continuidad de la atención en salud mental que hoy brinda el centro a miles de pacientes.Tiago Ramírez BaqueroFlor muestra los medicamentos que toma. Además de entregar la medicación requerida según cada diagnóstico, la Ley de salud mental vigente obliga a los hospitales públicos a realizar un tratamiento integral a pacientes como ella, que incluyan controles periódicos con psicólogos y psiquiatras. La continuidad de ese abordaje multidisciplinar están en riesgo por el despido de profesionales.Tiago Ramírez BaqueroUn grupo de mujeres usuarias del Bonaparte posa para una fotografía dentro del establecimiento. Desde los despidos, el hospital ha permanecido casi vacío, porque el flujo de pacientes y trabajadores ha disminuido. 11 psicólogos y 11 psiquiatras fueron despedidos, también muchos trabajadores administrativos. En la foto hay sillas vacías sin trabajadoresTiago Ramírez BaqueroDafne posa para un retrato en las cercanías del hospital tras una asamblea en la que se debatió el futuro de las organizaciones que velan por la continuación del Bonaparte. Dafne dice que necesita su medicación para no sentirse disociada, y es precisamente ese estado de disociación al que más le tiene miedo.Tiago Ramírez BaqueroDafne posa para un retrato en el centro cultural que forma parte de las instalaciones del hospital Bonaparte. Como ella, muchos pacientes se han involucrado con la lucha de los trabajadores para impedir que el hospital cierre y el personal sufra más despidos y recortes salariales.Tiago Ramírez Baquero P* es una usuaria comprometida con la lucha del hospital, pero prefiere que su identidad no sea reveladaTiago Ramírez BaqueroEl edificio en el que hoy funciona el Hospital Laura Bonaparte fue inaugurado en 1889 como hospital militar. Más tarde pasó a ser un centro para el tratamiento de adicciones y a partir de 2013 se consagró como centro de referencia nacional en atención de salud mental.Tiago Ramírez Baquero