Sigrid Nunez: “Internet nos ha hecho la vida más difícil en lo emocional”
Impulsada por el éxito de ‘El amigo’, Sigrid Nunez regresa con ‘Cuál es tu tormento’, falsa autoficción sobre la empatía y el dolor de los demás, en la que retoma ciertas tesis de su primera mentora, Susan Sontag
Simone Weil decía que “la plenitud del amor al prójimo” consistía en ser capaz de hacer una pregunta a los demás: “¿Cuál es tu tormento?”. Esa cita da título a la última novela de Sigrid Nunez (Nueva York, 1951), autora respetada, pero con una trayectoria algo discreta, que se vio propulsada por el éxito de su libro anterior, El amigo, sobre la insospechada amistad entre una escritora solitaria y un perro, con el que ganó el prestigioso National Book Award en 2018. De repente, Nunez dejó de ser el secreto mejor guardado de las letras estadounidenses y se convirtió en una autora superventas. Sus libros anteriores habían sido traducidos a seis idiomas. El amigo logró multiplicar esa cifra por cinco. “Siempre sentí que podía tener un público más abundante, sobre todo en Europa. Otros escritores recibían más atención en el extranjero. Sí, me sentía un poco infravalorada…”, admite Nunez por videollamada desde su diáfano apartamento en Greenwich Village.
“Me encanta la autoficción como lectora, pero esa palabra me incomoda como escritora. Yo me invento muchas cosas”
La narradora de Cuál es tu tormento (Anagrama) es una mujer que visita a una amiga de juventud que padece un cáncer terminal y se enfrenta a un dilema imposible cuando esa antigua compañera de clase le pide un favor: que le ayude a poner fin a su agonía en un coqueto Airbnb, propiedad de anfitriones con categoría de superhosts. La firmeza y la intimidad que desprende la voz literaria de Nunez recuerda mucho a la de El amigo, así como un tono falsamente confesional que ha provocado ciertos equívocos: aunque Nunez juegue a confundir, el libro no tiene (casi) nada de autobiográfico. “Me encanta la autoficción como lectora, pero no es una palabra con la que me sienta cómoda como escritora. En la autoficción, el autor cuenta su vida, mientras que yo me invento muchas cosas”, afirma. Por ejemplo, ella nunca heredó un gran danés de su maestro intelectual (en realidad, Nunez prefiere los gatos) ni tampoco tuvo una amiga del alma que quisiera poner fin a sus días. “Pero la narradora tiene mi edad y mi trabajo. Su sensibilidad es la mía. Cuando piensa, siente y habla, lo hace con mis pensamientos, sentimientos y opiniones”, reconoce.
El motor narrativo del libro son los sucesivos encuentros de esa mujer con distintos individuos y sus tropiezos en situaciones diversas, casi todas cotidianas o banales. A ratos, la trama importa bastante menos que las anécdotas y las digresiones de ese personaje que es ella y, a la vez, no lo es. Y que está dispuesta a comentar cualquier cosa, de las tesis de Ingeborg Bachmann sobre el separatismo de género a las “vergonzantes camisas abiertas” de Bernard-Henri Lévy, pasando por la utilidad de FaceApp como servicio público —porque ayuda a acostumbrarse a la idea de envejecer en una sociedad como la estadounidense, que se ofusca ante el paso del tiempo— o la historia de un infatigable militante por los derechos humanos que, convertido en anciano senil, pasó sus últimos días profiriendo dos insultos a gritos: “Maricón” y “Negrata”.
Este dispositivo híbrido está inspirado, según confiesa Nunez, en la obra de Milan Kundera y W. G. Sebald y en el “pensamiento literario” de Javier Marías, pero también en la prosa sin argumento de Rachel Cusk. “Ella dice que la autobiografía es la única posibilidad de crear arte hoy en día. Me parece un poco exagerado, pero es cierto que la invención pura de personajes y situaciones ya no resulta convincente, ni para los lectores ni para los propios escritores. Es como si ya no se ajustara al presente. A veces me pongo a escribir así y tengo que tirarlo todo a la basura, porque no funciona”, sostiene Nunez. Su alter ego en la novela no dice nada distinto: “Nunca me importa cómo termina una historia de misterio. Esa es siempre la parte menos interesante”.
“No puedo pensar en un solo gran libro que no contenga un poco de humor. Incluso Primo Levi lo tiene al hablar de Auschwitz”
Cuál es tu tormento se distingue por un sorprendente humor cáustico, de una acidez corrosiva, en contradicción frontal con las funestas vivencias que recoge el libro. “La comicidad no es algo planeado, surge cuando escribo”, dice Nunez. “En realidad, no puedo pensar en un solo gran libro que no contenga un poco de humor. Incluso Primo Levi demuestra tenerlo cuando habla de Auschwitz… Escribir y que no brote el humor es una de las cosas que más me preocupan como autora”. Sospecha que le viene de su madre, inmigrante alemana en los Estados Unidos de la posguerra. “Era una persona muy infeliz, que odiaba su vida y su matrimonio. Echaba de menos su país natal, y eso que creció en la Alemania nazi. Tal vez de ahí procedía su sentido del humor…”, se carcajea. Cree que estar expuesta a los relatos idílicos de juventud de esa madre desdichada y también a la misteriosa historia de su padre, un comerciante chino de origen vagamente panameño —de ahí el apellido hispano, pese a la ausencia de tilde— del que sabe entre poco y nada, la convirtieron en escritora: aprendió a llenar los blancos de la historia de uno y a desactivar el filtro embellecedor de los recuerdos de la otra.
Embrutecimiento social
Su libro es una crítica a una sociedad deshumanizada, donde cada vez es más difícil conectar con el otro o demostrar empatía ante el dolor de los demás, como diría su primera valedora, Susan Sontag, a la que Nunez conoció siendo una veinteañera, cuando salió durante un tiempo con su hijo, David Rieff. “En otras épocas, en este país, la gente construía establos con el resto del pueblo y hacía colchas en grupo. Hoy seguimos conectando con los demás, pero a distancia, detrás de una pantalla, en situación de aislamiento. Internet nos ha hecho la vida más fácil en muchos aspectos, pero más difícil en lo emocional”. Las redes sociales han provocado, según Nunez, un embrutecimiento de las relaciones humanas: “Debían acercarnos, pero nos han dividido y polarizado”.
Su novela también se opone a esa retórica bélica que existe en torno al cáncer, que habla de la enfermedad como de una batalla y del enfermo como soldado o superviviente, lo cual puede recordar a ciertas tesis de Sontag, a la que algunos críticos han tomado como modelo para el personaje de la amiga enferma. “Eso es mentira. Ella nunca hubiera tomado fármacos letales, era lo opuesto al personaje”, desestima Nunez, para quien la gran escritora fue “una tremenda influencia”, pero también un contramodelo. “Tomaba anfetaminas para escribir, salía cada noche y viajaba por todo el mundo, incluso estando enferma. Para mí no era una vida deseable. Mi escritura no lo hubiera soportado”.
Cuál es tu tormento
Anagrama, 2021. 200 páginas. 18,90 euros.
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