‘Depois do silêncio’, la esclavitud en la era del rock
Christiane Jatahy y cuatro intérpretes con llegada sacuden al público en el tercer acto de este falso documental inspirado en la novela ‘Arado torcido’, en la que Itamar Vieira Junior documenta la pervivencia de la servidumbre de la población negra de Bahía hasta los años noventa del siglo XX
Brasil abolió la esclavitud en 1888, pero el trabajo no remunerado, de sol a sol, pervivió un siglo entero. En Arado torcido (Torto arado), Itamar Vieira Junior narra la historia de una comunidad rural negra de la Chapada Diamantina, región del Estado de Bahía en la que confluyen serranías, ríos, bosques, cascadas y zonas semiáridas. La pobreza de sus protagonistas, la raigambre de sus tradiciones, la singularidad del jarê, el ritual religioso en el que invocan a sus orishas y a sus ancestros, remiten a un tiempo arcano donde pervivía la sociedad estamental. Hasta que la mención de cierto modelo de automóvil desvela al lector que esos labradores sin salario, obligados a entregar el fruto entero de su cosecha al dueño de la hacienda, son contemporáneos suyos.
Escrito en tres partes, el relato, editado por Pepitas de Calabaza, tiene otros tantos narradores. Bibiana, todavía niña, cuenta cómo ella y su hermana Belonísia se cortaron la lengua con un cuchillo nacarado oculto en la maleta de Donana, su abuela. Una de las chicas enmudeció para siempre, la otra hubo de prestarle el habla. Vieira Santos describe el entorno inmediato de ambas y de sus padres, Salu y Zeca Sombrero Grande, sanador de Águas Negras. Poco a poco, con la aparición de familiares y vecinos, la narración va sacando a la luz un territorio más amplio, un paisaje vigoroso e inquietante y una estructura de la propiedad en la cual la comunidad negra aparece subyugada desde los tiempos en los que sus ascendientes fueron apresados en tierras de la Nigeria actual, el país africano al que parece querer apuntar ese pico que en la costa atlántica forma el Estado de Bahía.
A pesar de la preeminencia de lo videográfico sobre lo teatral, son los actores quienes fraguan momentos de profundidad
También es Bibiana, ya adulta, quien primero toma la palabra en Depois do silêncio, drama escrito y dirigido por Christiane Jatahy a partir del libro de Itamar Vieira. La función, estrenada anoche en el teatro Valle-Inclán de Madrid, transcurre como un documental, con cuatro intérpretes que encarnan en escena a los hijos supervivientes de los ocho que tuvieron Zeca y Salu. Sobre tres pantallas (como en el Napoleón de Abel Gance) aparecen buena parte de los personajes que salpican la segunda mitad de la novela y los parajes silvestres que el autor del relato original describe con precisión impecable: Vieira Junior es geógrafo y doctor en Estudios Étnicos y Africanos, vive en Salvador de Bahía (“tal vez la ciudad más negra fuera de África”, dice), trabajó durante 16 años en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria brasileño, en la regularización de la propiedad de las tierras, y también en comunidades de afrodescendientes esclavos. El contenido de su tesis doctoral sobre la flora de la región está volcado en la novela, en la que cada planta, cada árbol y cada cultivo son nombrados con precisión indígena. “Las estructuras, las historias y los lugares por los que se mueven los personajes son ciertos”, explicaba esta semana durante un encuentro celebrado en Casa de América. “También lo son los rituales del jarê y los ciclos de cultivo. Hay una proximidad enorme entre literatura y antropología. El escritor es un antropólogo de la imaginación”.
Jatahy también ha querido darle una impronta documental a su montaje, repleto de pasajes fílmicos protagonizados por los residentes de sendas comunidades de Chapada Diamantina. Para reforzar ese efecto, la directora carioca entremezcla un documental ficticio con fragmentos de Cabra marcado para morrer, de Eduardo Coutinho, reportaje sobre el asesinato de João Pedro Teixeira, militante de las Ligas Campesinas de Sapé. En 1962 fue tiroteado por policías, por encargo de varios terratenientes, “con la connivencia del Estado”, añade la narradora.
A pesar de la preeminencia de lo videográfico sobre lo teatral, son los intérpretes en vivo quienes fraguan los momentos de profundidad y pegada mayores: resultan hipnóticos y perturbadores el mitin encendido de Bibiana tras la ejecución de su esposo y el estado de trance al que arriba Gal durante el jarê (tan intenso y vigoroso como los trances de las mujeres gnawas marroquíes, descendientes de negros esclavizados por los jerarcas árabes). Depois do silêncio es un espectáculo cargado de razón con el que es difícil no comulgar, aunque carezca de la exactitud y viveza plenas de la novela.
‘Depois do silêncio’. Texto y dirección: Christiane Jatahy, a partir de Torto arado, de Itamar Vieira Junior. Madrid. Teatro Valle-Inclán, hasta el 17 de septiembre.
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