Real Estate, gente corriente
La banda deja atrás con su sexto disco su mala racha en los últimos años: editaron su anterior álbum la primera semana del confinamiento y prescindieron de uno de sus miembros, acusado de abusos
El día de la entrevista, Alex Bleeker, bajista, cantante y fundador de Real Estate, está feliz por dos motivos. Uno: esa noche empieza su gira estadounidense, la primera desde la pandemia. Dos: el concierto es al lado de su casa. “El tour comienza en San Francisco. Así que esta es una de esas raras ocasiones en la que al principio de la gira me despierto en mi propia cama. Ahora estoy en mi casa, pero es como si estuviera de gira. En realidad, es surrealista: me desperté, tomé un café, saldré un rato con mi esposa, comeré un muffin, hago la maleta y voy a la sala”, dice por videoconferencia. Porque, aunque cada vez que se habla de Real Estate, se añade como coletilla “la banda de Nueva Jersey”, eso ya no es exactamente así. “Matt [Kallman], el teclista, vive muy cerca de mí, en las afueras de San Francisco. Yo estoy en la playa, en un pequeño pueblo surfista muy agradable. Martin [Coutney, cantante] todavía está en la costa este junto con nuestra batería Sammi [Niss]. Y Julian [Lynch, guitarrista] está en algún lugar del centro de Estados Unidos. Así que tenemos todas las bases cubiertas”.
Real Estate es un quinteto tan indie como unas Adidas Gazelle. De hecho, la gracia que tienen es que cuando surgieron, en 2008, sus guitarras cristalinas ya eran vintage. Parecían un grupo de los años noventa, la interpretación estadounidense de cómo sonaba una banda británica en 1996. Unos Teenage Fanclub de high school de Nueva Jersey, ese estado que tuvo la mala suerte de caer al lado de Nueva York y que por eso es objeto de burlas. Aunque, musicalmente, poca broma. De ahí han salido desde Frank Sinatra hasta Sharon van Etten. “Sin duda, nuestras guitarras suenan brillantes y melódicas. Y si me dices que recuerdan a Teenage Fanclub, pues es un gran piropo. Y si me dices que las voces te recuerdan a Cocteau Twins, lo mismo, porque, para mí son una de las mejores bandas de la historia. Sí, hemos escuchado muchos discos británicos, eso es innegable”.
Ahora publican su sexto disco, Daniel, que es más de lo mismo, entendida esa expresión como un piropo. Hay un momento en el que solo cabe aplaudir la terquedad de no cambiar de dirección. Sobre todo, si, como ellos hacen, se toman muy poco en serio a sí mismos. Por ejemplo, para este primer concierto han decidido montar un bingo: “Cada número se asigna a una canción. Ayer pasé el día haciendo algo que parece un proyecto del instituto: un gran y muy cutre tablero de bingo. No sé cómo va a salir, pero creo que eso es lo que lo hará divertido”.
“Con el tiempo aprendes cosas, como a no tener miedo de ser tú mismo y divertirte, porque eso es lo que brilla”
Su estilo es ligero y luminoso. Y cuando haces ese tipo de pop, tampoco tiene sentido ponerse demasiado trascendente. “Con el tiempo aprendes un par de cosas, como a no tener miedo de ser tú mismo y divertirte, porque eso es lo que realmente brilla. O a no seguir ninguna tendencia en particular, hay caminos ilimitados por recorrer. Me gustaría que alguien me lo hubiera dicho cuando empezaba. Hace un tiempo que nos exponemos más. Es como lo del bingo. Probablemente hace 10 años habría pensado que eso no era cool. Y en realidad a la gente le encanta. Ojalá hubiéramos hecho este tipo de cosas desde el principio”.
Divertirse parece la clave. Tiene cierto sentido, es como que estuvieran viendo el final de una larga racha de mala suerte. Sacaron su quinto álbum, The Main Thing, el 28 de febrero de 2020. “Una semana antes de que empezara la pandemia. ¿Te lo puedes creer? Fue casi como tirarlo a la basura”, dice. El anterior, In Mind, salió en octubre de 2017, el mismo mes que la revista Spin publicó un artículo con las acusaciones de abuso de siete mujeres contra uno de sus fundadores, Matt Mondanile. “Lo que no se sabe es que lo habíamos despedido años antes de que se hiciera público. Y fue porque hubo gente que vino a nosotros en privado y nos contó un poco lo que había pasado. En ese momento supimos que, por respeto a esa gente, no podíamos continuar con él. No hicimos un comunicado de prensa sobre por qué lo despedimos, pero él ya estaba fuera de la banda y de nuestras vidas años antes. Honestamente, fue la mejor decisión que podríamos haber tomado como banda”.
Puede que el ciclo haya terminado: ya pasaron los clásicos siete años, casi ocho en su caso, de mala suerte. Daniel ha tenido buenas críticas, lo que es un gran comienzo. “Me gustaría prestar más atención a las buenas. Pero lo gracioso es que, aunque quiero los elogios, las que me divierten son las negativas. Eso es lo que realmente voy buscando”, se ríe. Esa ausencia de drama ante las críticas se podría entender como un acto de madurez. Ya están cerca de los 40 y tienen 15 años de trayectoria. Quizás ha llegado el momento de dejar de hablar de Real Estate como una banda indie y referirse a ellos como parte de eso que llaman dad rock, indie para maduritos. “Hay que aceptarlo. De los cinco miembros de la banda, tres somos padres. El tercero, hace dos meses. Así que somos mayoría. Creo que ahora somos oficialmente dad rock. En realidad, es genial. No me parece despectivo. Hemos estado aquí el tiempo suficiente para que algunas personas nacieran y crecieran. Hicimos un par de conciertos promocionales en Nueva York la semana pasada y la gente vino con sus hijos. Algunos de los niños tienen 15, 16 o incluso 20. Es alucinante. Me gusta ver a una generación más joven que ya no son niños y crecieron con nuestra música. Parte de mí dice: ‘No puedo creer que tenga edad suficiente para esto’. Y otra parte piensa: ‘Es emocionante estar resonando en varias generaciones”.
Lo más asombroso de Real Estate es que son absolutamente normales. Gente corriente con vidas corrientes. Si exceptuamos el desafortunado incidente de Mondanile, no hay nada llamativo en su historia. En ese sentido recuerdan a otra banda de Nueva Jersey, Yo La Tengo, de la que se dice que sus 30 años de vida cabrían en un lunes por la mañana de Mötley Crüe. “Siempre hemos mirado a Yo La Tengo como modelo. Han sacado muchos discos, siguen siendo geniales, vitales y no se han convertido en una parodia de sí mismos. Son reales, lo más, inconfundibles y tienen una larga e ilustre carrera en la que siempre han sido creíbles y respetuosos. Es un camino difícil de tomar, pero ese es el modelo. Así me gustaría ser de mayor. Bueno, en realidad, ya soy mayor”.
Real Estate
Domino / Pias
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